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Apenas el fin de la última clase se había anunciado con el sonar de la campanilla Parker, Willy y Athenea con tiny Jake en brazos corrieron directo a sus bicicletas formando una barrera que ocultaba la de Horacio.

Para cuando éste llegó acompañado de su hermano todos gritaron "¡feliz cumpleaños!" y se posaron detrás de él dejando ver la canastilla nueva que ahora tenía su bicicleta repleta de florecillas de colores y los globos que adornaban la parte trasera.

El pequeño de ojos bicolor cubrió su rostro con ambas manos ocultando su enorme sonrisa y los envolvió a todos en un cálido abrazo grupal; definitivamente su día estaba mejorando con creces.

Aún sorprendido y sin disminuir el tamaño de su sonrisa se acercó y delineó el borde de su canastilla nueva con las yemas de sus deditos admirando cómo el delicado color hueso de la misma contrastaba a la perfección con el azul pastel de la bicicleta y las flores de colores que estaban dentro le daban un toque único que llenaba su pecho de una calidez indescriptible.

— ¡Me encanta! — gritó por fin antes de envolverlos nuevamente en un abrazo.

— ¿Ahora sabes lo que toca no? — preguntó esta vez su hermano enarcando una ceja.

Horacio lo miró confuso y antes de que pudiera siquiera reaccionar absolutamente todos corrieron directo a sus bicicletas; solo entonces entendió que se encontraba en notable desventaja.

— ¡El último en llegar a "Sweets" paga los helados! — gritó Parker antes de salir disparado y encabezar la pequeña caravana que conformaba el grupo de amigos.

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~ 𝚁𝚎𝚏𝚎𝚛𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 𝚊 𝚕𝚊 𝚑𝚎𝚕𝚊𝚍𝚎𝚛𝚒́𝚊 𝚏𝚊𝚟𝚘𝚛𝚒𝚝𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚐𝚛𝚞𝚙𝚘 ~

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Como era su costumbre cada viernes antes de volver a casa visitaron su heladería favorita a un lado de la playa.

No tardaron demasiado en aparcar las bicicletas una tras otra en la entrada y correr directo a su mesa especial; aquella en la que se habían vuelto amigos.

Su presencia en ese lugar era tan recurrente que incluso el dependiente los conocía, de hecho podría decirse que aquel simpático español era uno más del grupo aún a pesar de duplicarles la edad.

— ¡Ebaristo! — gritaron los seis niños al unísono llamando inmediatamente la atención del pelinegro quien sonreía ampliamente desde que les había visto doblar la esquina.

Con rapidez se retiró el delantal de colores pastel que portaba y salió del mostrador para recibirlos a todos en un abrazo.

— ¿En dónde está el pequeño héroe que cumple años el día de hoy? — preguntó una vez que le soltaron y fue capaz de incorporarse nuevamente.

Horacio sonrió inmediatamente al escuchar el mote; adoraba que le le llamaran así.

— ¿Qué tal va tu día, campeón? — preguntó al hincarse frente a él y revolver los rizos miel que al parecer le encantaban a todo el mundo.

— ¡Los chicos adornaron mi bici! — puntualizó con orgullo y una enorme sonrisa sincera — le han puesto una canastilla nueva con flores de colores y globos en la parte trasera que cuando pedaleo muy muy rápido ¡parece que vuelo!

Ebaristo no pudo evitar reír ante su entusiasmo.

— Pues claro, hombre ¡si los héroes vuelan! — exclamó elevando los brazos cual Superman y ganándose las risillas del resto de los niños en el lugar — pero también necesitan protegerse de los accidentes, ¡no vaya ser que se estrellen contra un rascacielos!

— ¿Y cómo hago para no estrellarme?

— Con mi obsequio, claro — le sonrió y acto seguido se puso de pie.

Ebaristo caminó devuelta hacia el mostrador siendo seguido no sólo por Horacio sino también por el resto del pequeño grupo y de una de las gavetas bajo la caja registradora extrajo un bonito paquete envuelto en papel de regalo violeta pastel y un enorme listón blanco.

— Feliz cumpleaños, Horacio — espetó con dulzura extendiéndole el presente.

"¡Ábrelo!" "¡Ábrelo!" "¡Ábrelo!" gritaron todos al unísono llamando la atención del resto de comensales.

Contagiado por el entusiasmo de sus amigos Horacio sonrió ampliamente y corrió directo hasta su mesa especial siendo inmediatamente rodeado por el resto a la espera de revelar el contenido.

Retiró el listón con cuidado más rasgó el papel con premura pues ansiaba saber qué sorpresa le aguardaba oculta dentro de aquella caja.

Jadeó sorprendido y sus ojitos se abrieron de par en par cuando al retirar la envoltura descubrió un bonito casco para bicicleta repleto de glitter blanco con una "H" en el medio color hueso mate.

— C'est merveilleux — murmuró por lo bajo delineando la inicial de su nombre — Ebaristo ¡me encanta! — gritó esta vez mirándole con una enorme sonrisa plasmada en el rostro.

Se puso de pie aún sosteniendo el casco y se abalanzó sobre el español apresándolo en un cálido abrazo que denotaba lo mucho que le había gustado el detalle y cuán importante era su amistad para él.

— Gracias, España — murmuró aún aferrado a su pecho.

Después de los abrazos grupales su tarde transcurrió en apenas un parpadeo; merendaron un par de postres con helado especialidad del lugar y compartieron historias divertidas tanto escolares como del trabajo del mayor del grupo.

Se despidieron de Ebaristo bajo la promesa de volver al día siguiente y cada uno se dirijo devuelta a la entrada para tomar su bicicleta, era hora de volver a casa.

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Paciencia, CADA detalle en la historia tiene un por qué y NADA es casual ✨ si me siento mejor mañana conocemos al tiny 💖🤒

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora