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«𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚒𝚛 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘»
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No todos los encuentros del destino tienden a recaer en la perfección, pues el caos hace de una victoria mucho más satisfactoria.

Puede que una punzada haya flagelado su corazón durante un milisegundo ante el revelador hecho de que su alma gemela ya tenía una pareja; pero su orgullo hizo de dicha sensación algo imperceptible ya que había sido él en primer lugar quién pintó aquella franja entre ambos.

Los verdosos orbes felinos de la que a partir de ese momento se convirtió en su adversaria le retaban a una fiera contienda por la atención de Greco; lo que Miranda desconocía por completo es que a Gustabo le fascinaban los desafíos.

Adoptando una pose que derrochaba soberbia pura, el federal se cruzó de brazos y esbozó aquella sonrisa burlona que el de barba conocía a la perfección en su tiny; un frívolo indicativo de "acepto el reto".

— Buen dato, hubiera estado mejor si te hubiera preguntado.— respondió en tono calmo.

— ¡Uyba, aparcao'! — le siguió el juego su diminuta contraparte.

Como si la repentina actitud arrogante del agente no fuera suficiente, el efusivo choque de palmas de ambas versiones tentó el límite de paciencia de aquella que había comenzado el hostil enfrentamiento.

— ¡Bah! ¡Como sea! — entornó los ojos en señal de hastío y, después de plantarse en medio de ambos para marcar territorio, le dio la espalda sin más para dirigirse a Greco de nueva cuenta — ¿Patrullas conmigo?

— De hecho... si no te molesta, Sara; creo que esta vez iré con Gustabo — rascaba su nuca con ligera timidez y nerviosismo invadiendo su interior mientras mentalmente ideaba la mejor forma de rechazar su petición — Me gustaría hablar con él.

La estruendosa carcajada del tiny de chaqueta roja robó la atención de todos los presentes, pues con aquella respuesta automáticamente ya se había declarado ganador.

— ¿Lo ves? Dice el barbas que te pierdas un rato — espetó una vez su risa cesó.

— Ni patrullar ni ostias — interrumpió el ruso detrás del trío — Usted ya ha sido asignada a un trinomio, el que sea la pareja del comisario Rodríguez no le da derecho de llegar a la hora que se le dé su puta gana; así que después de registrar su retardo limítese a hacer su trabajo.

De no encontrarse en medio de una comisaría repleta de oficiales yendo y viniendo a su propio ritmo, el rechinar de dientes de la oficial pelirroja habría sido perceptible. Rendida a su propia cólera y viéndose carente de oportunidad para replicar, se alejó para acatar la orden de su superior directo, dejando solos al resto para que se hicieran cargo de dilema inicial.

— Si que tiene un humor de perros — murmuró el federal en referencia al comisario ruso.

— Y tú — Volkov se giró en dirección a Greco sin siquiera molestarse en ocultar su creciente furor para con el rubio — Escolta al agente abajo y tramita a su nombre una multa por faltas de respeto a un funcionario público.

— ¿De qué coño estás hablando tú? — le replicó confuso el de barba.

— ¡Ah, que me vas a multar! — puntuó sarcástico — ¿Se te olvida que soy un puto FBI?

— Me importaría tres cojones aún si se tratara del mismo presidente — respondió, manteniendo en todo momento su postura impasible — Tanto usted como su compañero me han agredido físicamente sin motivo alguno.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora