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𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚒𝚛 𝚟𝚒𝚍𝚎𝚘 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘
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El resto de la mañana cada miembro de la familia Conway se dispuso a realizar su equipaje pues tan sólo contaban con un par de horas para alistar todo antes de partir.

La euforia del menor de ellos era contagiosa y su ímpetu irrefrenable hasta el punto de agobiarse a sí mismo por el mar de dudas que intentaban hundirle a cada minuto.

— ¡Dios! — alargando la "s" del monosílabo exclamado Horacio se tiró boca abajo sobre la cama, fastidiado de hurgar en su armario sin encontrar el conjunto perfecto. — ¡¿Y qué se supone que voy a decirle si me lo encuentro por la calle?!

Tiny Volkov, quien llevaba la última hora admirando tal faena sentado sobre una de las mullidas almohadas del de cresta, soltó una tierna risita por su repentina preocupación.

— Practica conmigo si quieres — respondió con simpleza, peinando con suavidad los rizos miel que tanto le gustaban.

El moreno sonrió aún con el rostro hundido en la acolchada manta arcoíris que cubría su cama, tal vez podría funcionar. Sin más se incorporó ligeramente hincando ambos codos para acunar sus mejillas y clavó su mirada en el rusito que le sonreía divertido.

— A ver... ¿Vik? — le llamó dubitativo.

— ¿Si, mon soleil?

Con la sola mención de aquel conocido mote Horacio se perdió en el brillo de sus ojitos azules imaginando que realmente se encontraba delante de Viktor, no de su tiny sino de aquel chico ruso que le correspondía en tamaño y al que aún sin conocerle ya le pertenecía su corazón.

¿Cómo sería él?

Es decir, sabía perfectamente cómo lucia, pero sus dudas se remontaban a los pequeños detalles.

¿Acaso los hoyuelos que aparecían en su rostro al sonreír serían tan adorables como los de su pequeño príncipe azul?

¿Su sonrisa sería igual de radiante y sus ojos tan hipnotizantes?

¿Cómo sería tomar su mano? ¿La calidez de su toque sería igual de embriagante?

— ¿Horacio? — su pequeño acompañante exhaló una pequeña risa al reparar en el violento sonrojo que había invadido sus mejillas sin razón aparente.

— Eh yo... t-tú me gustas, ¿te gusto? – farfulló con dificultad, enredándose por si sólo con cada sílaba de aquella auténtica frase sin filtro.

Viktor infló los mofletes y enrojeció al instante, fallando estrepitosamente en ahogar la estruendosa carcajada que no tardó demasiado en estallar, tendiendo entonces a sostener su diminuto estómago que había comenzado a doler por aquel repentino ataque de risa.

— Pero no te rías, ¡perro! — reprimió su risa para no desvelar su fingida indignación. — ¡Que me estoy cagando de nervios!

— Ya ya — alzó ambas manitas en señal de rendición aún dejando entrever los estragos de su melodiosa risa. — Es que eres muy tierno.

Horacio se golpeó mentalmente por el vergonzoso desliz. Si así reaccionaba en una situación trivial con el tiny definitivamente estaría perdido si se topaba por casualidad con su versión más grande.

Rendido ante su inminente fracaso soltó un cansino suspiro antes de ponerse de pie de nueva cuenta y caminar devuelta a su enorme armario.

Aún tenían mucho por hacer antes de partir.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora