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𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚒𝚛 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘 :)
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— Esta es mon papillon — el pequeño castaño señaló su bicicleta con orgullo.

// mi mariposa //

Después de engullir su desayuno a toda prisa, Horacio había salido corriendo directo al patio con el tiny en brazos, dispuesto a encontrarse con sus amigos justo como habían acordado el día anterior.

Se moría de nervios por presumirle al mundo cuan afortunado se sentía de conocer por fin a su otra mitad, comenzando por sus amigos.

— ¿Tu bici tiene nombre? — cuestionó enternecido el tiny, admirando el adorable vehículo color azul pastel estacionando a un costado de la casa.

— ¡Obviamente! — exclamó efusivo, besando la coronilla del pequeño ruso antes de colocarlo cuidadosamente sobre el acolchonado asiento — significa mariposa, por si no entendiste nada — explicó, regalándole un guiño cómplice.

Sin pensárselo demasiado Horacio se quitó la sudadera blanca que le cubría, dejando ver una bonita jardinera rosa pastel debajo de ella combinada con una playera blanca repleta de finas líneas en el centro cuyos colores se asemejaban al arcoíris.

El pequeño peliplata se mantenía tan embobado en su colorida forma de vestir que no reparó en el momento en el que el contrario colocó la prenda sobre la canastilla a modo de camilla hasta que volvió a tomarle en brazos y lo recostó sobre esta.

— ¿Qué haces? — murmuró entre risas, incorporándose hasta quedar de pie de nueva cuenta, aferrando ambas manitas al borde metálico. — ¿A dónde vamos, le soleil?

// El sol //

Horacio río sin contenciones producto de su errar, más no le corrigió pues le enternecía en demasía el simple hecho de que el ruso se hubiera molestado en escoger un mote cariñoso para él y más aún que intentara pronunciarlo en un idioma totalmente ajeno al suyo, a sabiendas de que era en primera instancia la lengua madre de Horacio.

Definitivamente tendría que enseñarle el idioma y para qué engañarse, le hacía especial ilusión aprender el suyo también por muy complicado que resultase según su padre.

— ¡A sweets! — respondió con simpleza, olvidando por completo que su acompañante desconocía el sitio en su totalidad. — Te va a encantar, conocerás a Eba y comeremos todo lo que quieras — afirmó con entusiasmo, sonriendo de una manera tan dulce que podría hipnotizar a cualquiera.

— Ala, ahora que tienes novio te vas al muelle sin mi — reprochó Gustabo con fingida aflicción desde la entrada de la enorme casa. — ya está, mi hermano me ha remplazao' por un ruso — dramatizó, colocando el dorso de su mano sobre su frente.

Apenas Horacio vio a su hermano correr en busca de su propia bicicleta salió disparado hacia la acera principal antes de gritarle un escueto "el último en llegar es calvo" y soltar una estruendosa carcajada que distrajo lo suficiente al tiny como para perder el equilibrio ante el repentino cambio de velocidad, ocasionando así que cayera de espaldas sobre su acolchado asiento improvisado.

El viaje no duró demasiado, aún así Viktor aprovechó cada segundo del mismo, disfrutando de la cálida brisa matutina dando de lleno sobre su rostro, de los vuelcos en su diminuto estómago producto de los repentinos giros y admirando todo a su alrededor, deleitándose con cada pequeño detalle de la ciudad que se convertiría en su hogar de ahora en adelante.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora