»- 𝟛𝟚 -«

1.2K 164 66
                                    


»»————- ♡ ————-««
𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚒𝚛 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘
»»————- ♡ ————-««


— ¿Y bien? ¿Qué te parece?

Llevaban ya 15 minutos de pie frente a la enorme y colorida entrada, admirando su esplendor y aún asimilando su presencia frente a la famosa Isla de los Sueños. El adorable tiny peliazul que el ruso sostenía entre sus manos se giró en las mismas para mirarle apenas escuchó el par de interrogantes dirigidas para él.

— Aún no me has dicho como entraremos. — el característico tono burlón inmerso en la frase denotaba su incredulidad aún a pesar de yacer frente a la gloriosa taquilla, apenas a un par de metros del lugar que tanto ansiaba visitar.

Viktor sonrió divertido ante su postura escéptica y sin más lo colocó sobre su hombro para después sacar de su bolsillo dos entradas idénticas a las que le había mostrado el día anterior, deleitándose con el perfecto fulgor en su bicolor mirar.

— Aleksandra y yo compramos los boletos desde... desde la primera vez que comentaste que tenías ganas de ver osos polares — confesó por fin, sintiendo como los colores le subían al rostro con cada palabra vociferada. Tal vez si era tan simp como su hermana solía decir. — ¿Sorpresa?

— ¡Woah que loco, tío! — abrazó los coloridos tickets que Viktor tendía en su dirección, sonriendo sin reservas ante tan inesperada sorpresa. — Y yo flipando cuando ese imbécil los rompió en toda mi cara.

— En realidad... Ivanov sí que rompió los nuestros. — le corrijo al instante, desvelando así la parte oculta de la historia. — Se supone que vendríamos con Aleks y Nikolai, pero después de que les contaras lo de ayer... nos han cedido sus entradas.

— Que linda es la rusita — curvó sus labios en una sonrisa tierna y agradecida a la par — tendremos que comprarles algo entonces ¿no?, digo pa' compensarles esto.

— No te preocupes por eso, ya he negociado un par de hamburguesas con Nikolai — puntualizó complacido por el acuerdo establecido con su cuñado mientras caminaba en modo automático para tomar un lugar en la fila de ingreso.

— Eres el mejor — el tiny amagó con plantarle un beso sobre la sien, pero al recordar que ambos se encontraban en la vía pública optó por simplemente colocar su manita sobre su pálida mejilla y darle un par de inconformes palmaditas. — ¿Qué haremos primero?

— Lo que quieras — la rapidez de su respuesta instó al tiny a sonreír. Era muy grato saber que Viktor lo complacería en lo que fuera sin importar qué. — Y si no alcanzamos a recorrerla entera igual podemos volver mañana, tenemos pases de fin de semana. — agregó lo último señalando con la mirada los tickets que aún sostenía el peliazul.

— ¡Quiero ver osos polar... es.

Al cruzar las taquillas las palabras perecieron en su garganta, siendo sustituidas por un jadeo compartido que fue externado al unísono. Ambos permanecieron inmóviles por un par de minutos, completamente embelesados con la imagen que se cernía frente a ellos pues el sitio sí que le hacía justicia al nombre.

El empedrado de adoquín color café chocolate contrastaba perfectamente con el azul grisáceo del cielo visible a través del enorme domo de cristal, los escaparates y tiendas de obsequios eran de diferentes colores, cada uno más llamativo que el anterior, y las farolas frente a ellos marcaban el camino a seguir hasta la enorme fuente central cuya forma asemejaba a un precioso oasis de ensueño.

A petición de Horacio visitaron cada rincón del castillo de Hotel Transilvania, y rieron sin parar con cada paso dado en la aldea de los pitufos ya que la altura de Volkov en contraste con los champiñones de concreto que habían por casitas era sublime. Después de ésta vagaron juntos por la tierra de los dinosaurios, admirando con asombro las colosales figuras robóticas dispuestas a lo largo de la pequeña isla y subiendo juntos a cualquier atracción con temática jurásica que se cruzara en su camino.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora