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La privacidad y los secretos se transforman en un lujo cuando se cuenta con un amigo tan cotilla como lo era Greco Rodríguez.

Después de caer al agua y correr en busca del extravagante chico de traje azul nadie volvió a ver al comisario de hielo ni en la boda y mucho menos en Vespucci al día siguiente, pues para buena suerte del ruso el día de descanso que normalmente aborrecía se convirtió esta vez en un refugio temporal que le otorgó un respiro emocional.

Lamentablemente la calma que antecede a la tormenta suele ser efímera.

— A ver si entendí — el de barba se acomodó en su sitio, dejó de lado el donut que engullía y empalmó ambas manos al frente — ¿Me estás diciendo que lo dejaste caer al agua sólo por que tenía un tatuaje de calavera en la muñeca?

La pregunta por sí sola sonaba ridícula y justo por ello Volkov se encogió en su sitio antes de responder.

— No era una calavera — aclaró vagamente, trayendo una vez más a su memoria la imagen del apuesto extraño que conoció en la boda — me parece que se trataba de una luna en etapa menguante con algunas flores en un costado...

Viktor en el fondo sabía que aquel desayuno casual antes del trabajo carecía de buenas intenciones ya que más bien había sido un interrogatorio con todas las letras de la palabra; pero ahora no tenía más opción que resistir hasta que su turno laboral comenzara.

— Pero vamos a ver ¿tú eres tonto? — el ceño fruncido y la mirada filosa que le dedicó el ruso obligó a Greco continuar con su reprimenda — Te dije que no actuaras como gilipollas y tú vas y lo tiras de espaldas contra la piscina. ¡Es que me cago en todos tus muertos, tío!

— ¡Volkoff se quedó sin novio!, ¡Volkoff se quedó sin novio! — canturreaba incesantemente tiny Gus con las mejillas repletas de glaseado rosa.

Al parecer no sólo estaba disfrutando en completitud de todo lo acontecido en la boda sino también del donut a medio comer que su alma gemela dejó de lado.

— Será mejor que cierre la boca o te degradaré a ti — sentenció el peliplata en referencia al tiny pues a nada estaba de perder lo poco que le restaba de paciencia.

— Hazlo — le retó el de barba y se encogió de hombros — Gus tiene razón, te has quedado sin novio por gilipollas.

El pequeño rubio rompió en carcajadas ante lo dicho por su humano y se incorporó de inmediato para correr hasta él a sabiendas de que ninguna de las amenazas del comisario tomarían lugar mientras Greco le protegiera.

— ¡Esa es barbas! — ofreció su manita para chocarla con el dedo del más alto, gesto que fue secundado de inmediato por su receptor.

Volkov bufó hastiado ante los constantes ataques del dúo frente a él y desvió la vista hacia la ventana que se encontraba a su derecha en un amago de huir no sólo de sus burlas si no también de los mimosos gestos que tenían entre sí de forma inconsciente siendo uno de tantos el cómo Greco limpiaba el glaseado de las regordetas mejillas del rubio y a este último regalándole el último bocado del donut que compartían.

— Amigos mis cojones — murmuró para si, más no lo suficientemente bajo como para pasar desapercibido.

— Tienes que disculparte — sentenció el castaño, mirándole mal por lo recién dicho a cerca de su relación con su tiny.

Disculparse.

Una propuesta que no pareció agradarle en absoluto a aquel que debía llevar a cabo tal tarea.

— Niet, lo que pasó no fue mi culpa —  intentó defenderse — para empezar te dije que yo no quería bailar con él.

«Además... ni siquiera sé en dónde está o cómo se llama» pensó en contradicción a sus propias palabras.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora