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«𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚒𝚛 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘»
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Aún permanecían ensimismados y fallidamente intentando asimilar el hecho de haberse encontrado por casualidad con su versión más grande y pequeña respectivamente cuando aquella voz que atrajo al tiny en primer lugar resonó esta vez justo a su lado.

— ¡Horacio, perro!, papu nos espera fuera ¿qué haces que no vi- ¡ostia! — sus brillantes celestes de inmediato comenzaron a bailar de su hermano a la personita que sostenía, observándoles con evidente estupor. — ¡¿Pero qué ha pasado aquí?!

Ambos pares de ojitos bicolores se posaron sobre el rubio. Sólo entonces, estando a tan corta distancia, tiny Horacio fue capaz de distinguir que aquel chico era el dueño de la sombra con la que anteriormente había confundido a su pequeño ruso.

— Creo que se ha perdido — susurró el de rizos, aunque no lo suficientemente bajo como para que el tiny ignorara lo dicho.

— No estoy perdido, sólo estoy buscando a mon russe — debatió al instante.

— ¿Pero y esa cresta? — el tono burlón inmerso en la interrogante y la risa que exhaló después de ésta instaron a ambas versiones de su hermano a fruncir el ceño en un ademán defensivo.

— Déjalo en paz Gusnabo — le defendió de inmediato. — Sabes que siempre he querido una.

— ¡No me jodas, tío! — reaccionó entonces a la situación frente a sus ojos. — Si él está aquí entonces el cabeza hormiga no debe andar muy lejos.

— ¿En dónde- — Horacio hizo el amago de cuestionar el paradero del ruso por segunda vez, pero antes de que fuera capaz de concluir siquiera la frase el pequeño de cresta azul le interrumpió.

— Él se fue, no... no está conmigo.

El tiny jugaba nerviosamente con sus manitas y pese a que estaba cubierto con lo que —a ojos del de rizos— parecía ser una diminuta manta azul marino, sus temblores lejos de disminuir habían incrementado.

— ¿Cómo que se fue? — Confusión y desespero tintaban su voz, más se obligó a sí mismo mantener la compostura.

— Me dijo que lo esperara en el show de osos polares. — Con su dedito señaló el palco a un par de metros de ellos, devolviendo después la vista hacia el moreno frente a él. — Pero terminó hace horas y no ha vuelto por mi.

—Él no ha... pero-

— No quiero pensar que me ha dejao' solo, pero me duele mucho aquí — le cortó de nueva cuenta y un profundo deje de preocupación se instaló en su rostro al tiempo que posaba su diestra sobre su corazoncito. — Siento que algo no anda bien con él...

— Que hijo de puta — Gustabo meneaba la cabeza una y otra vez en negación ante lo dicho. — ¡Es que si lo veo lo reviento, tío!

— Seguro te sientes así porque... tu amorímetro está bajo a falta de mimos o atención. — concluyó el de rizos, permitiendo que la punzada en su pecho se clavara más hondo en él ante la sola idea de lo que un abandono causaría en su versión pequeña. — ¿Te dijo a dónde iba?

Tal vez Horacio ya conocía la respuesta, pero cuando el tiny movió su cabecita de lado a lado en negación algo en lo más profundo de su pecho se rompió y las grietas que provenían de tal impacto aumentaron de tamaño con la nueva aportación del rubio.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora