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Tras aquella desastrosa cena, el ambiente que estaba algo tenso se relajó un poco. Todos decidieron hacer tregua navideña y concluir aquel tema de conversación tan escabroso. Lucas, que había traído diademas y gorros navideños, propuso tomar una foto familiar. Así que, antes de que la cena diera término, todos tomaron una diadema o gorro y se colocaron en grupo para tomar la foto.

Alan y Wanda repartieron las diademas sin mirar a quién le daban qué, por lo que todo había sido de forma aleatoria. Lucas puso su teléfono con temporizador y correteó de nuevo al grupo para posar para la foto. Pero, justo cuando ya iba a terminar el temporizador y tras echar un visual a la familia, se percató de algo que no pudo evitar comentar.

—Oigan, ¿quién fue el hijo de puta que le dio los cuernos a Peter? —preguntó comenzando a reír mientras señalaba los cuernos de reno que este tenía puestos.— se pasan, ya no respetan ni las festividades.

Y antes de que nadie pudiera decir nada, un flash los cegó por segundos y ya se había tomado la foto que quedaba así; Lucas señalando y riéndose de Peter, Peter con los ojos en blanco, Bucky regañando a Lucas, Wanda con expresión de sorpresa, Carey mirando a otro lado avergonzada y finalmente Alan, que hacía el signo de la paz con los dedos mientras fruncía sus labios gesticulando un beso.

Con esa polémica pero divertida foto quedó entonces inmortalizada aquella navidad en la que muy en el fondo todos se lo habían pasado más que bien, pues lo habían pasado juntos y se habían reído más que en cualquier otro día.

La mañana del veinticinco se había decidido, o más bien Lucas les había impuesto, que se debía celebrar en su casa. Por lo que pasaron la noche juntos Carey, Alan, Bucky, Lucas y Wanda, además de por supuesto la pequeña Annie. Mientras todos dormían, Lucas y Bucky se habían encargado de preparar la sala principal para la mañana siguiente, queriendo hacer de la experiencia navideña de la niña lo más mágica posible. Bucky caminaba con cuidado y sigilo por la sala, espolvoreando harina sobre sus botas para dejar "huellas de Santa" que simulaban ser de nieve e iban hacia el abeto donde descansaban los miles de regalos empaquetados de Annie. Lucas por su parte, terminaba de colocar todos los regalos perfectamente decorados.

—¿Qué hora es? Me muero de sueño. —se quejó Lucas tallando sus ojos.—

Bucky que ya había terminado con la harina y aún ordenaba los regalos que él mismo había traído escondidos, miró su reloj de muñeca durante unos segundos y soltó una pequeña risa discreta.

—Cuatro de la mañana. Estás mayor ya, no aguantas nada. —le contestó con un tono de voz suave, ahora centrando toda su atención en él.—

—Cuando seas padre me dirás si aguantas o no. Aunque también te digo, si para ti yo estoy mayor, tú que tienes la misma edad que el sol eres prehistórico. —se acercó mirando los regalos con curiosidad.— ¿qué es eso? O más bien, ¿para quién?

—No seas entrometido. —le molestó Bucky de nuevo, con una risita.—

Lucas entrecerró los ojos, mirándolo con desconfianza. Bucky llevaba horas sonriendo y riéndose mucho más de lo habitual y eso le daba desconfianza.

—A ti te pasa algo... —comentó, sentándose sin dejar de mirarlo de forma analítica.— venga, suelta el motivo por el que estás tan contento y ojalá sea por algo sexual.

—No todo es algo sexual, Lucas. —le contestó Bucky por primera vez a un comentario de ese tipo con bastante buen humor.— mira que han pasado años y sigues sin madurar.

—Lo sabía, es por algo sexual. —exclamó Lucas con una sonrisa.—

—¡Que no es por algo sexual! —le contestó ya con su típico tono gruñón.—

Who is? | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora