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A pesar de los intentos desesperados de Matt y Jerome por agilizar el proceso, no fue hasta dos semanas después que Lucas fue liberado. Y en esas dos semanas, Bucky no había hecho nada. Seguía de vacaciones tras la misión, por lo que tampoco había subido al complejo. Tan solo había salido al restaurante japonés y al parque con sus amigos de su edad; algunos veteranos y vecinos. Aprovechaba que no estaba Lucas para burlarse de él y salía para despejarse con gente que le entendía en otras muchas cosas.

El día previo a que Lucas saliera, estaba en el parque, sentado en una mesa con su grupo de amigos habitual en esa ocasión; Donal, Dante y John. Eran tres veteranos, además de sus vecinos, con los que solía salir a jugar a las cartas o al dominó de vez en cuando. Solía ir también con Steve, pero debido a que últimamente El Capitán se cargaba de demasiado trabajo no había tenido tiempo de ir a Brooklyn a despejarse. En su última sesión de terapia, la psicóloga le había insistido en que no se quedara solo en casa y a falta de Lucas y Steve, ahí estaba.

—Barnes, estás haciendo trampas. —gruñó uno de los hombres, lanzando las cartas a la mesa mientras Bucky con una risita tomaba las fichas del centro.— yo tenía doble pareja.

—Dante, si no te pones las gafas cómo vas a ver bien las cartas. —habló John, tomando las cartas para mostrárselas.— esto no es una doble pareja, son un siete de diamantes, un dos de tréboles y las instrucciones del juego. Ni si quiera tienes todas las cartas.

—Es que me las roba. —se quejó Dante señalando a Bucky mientras él solo reía.

Siguieron su partida de cartas, hablando tranquilamente y Bucky realmente se estaba despejando bastante, obviamente la calma no le duraría mucho.

—¿Y cuándo tiene pensado venir Steve? —preguntó John mientas ponía en el centro dos de sus fichas.

—Cuando el trabajo no le castigue tanto. —respondió Bucky, ahora él haciendo su apuesta.— aunque me dijo que quizás hoy, le diré que se pase a saludaros.

—Qué hombres más trabajadores ustedes, cómo se nota que no son de esta época. Ya no quedan militares así, el ejército ahora es de risa. —John se volvió a quejar y Bucky sonrió un poco. Ellos no terminaban de entender qué eran Los Vengadores y creían que solo era una extensión del ejército.

—Mi nieta dice que no quiere que hable más de la guerra. ¿De qué diablos quiere que hable? —dijo ahora Donald mientras el resto de la mesa suspiraba con molestia, dándole la razón en silencio.

—Esta juventud... —se quejó Bucky, rodando los ojos.— luego se lamentarán. Les interesan más los jueguitos y los teléfonos. Ya es que la gente ni lee...

—En nuestra época solíamos hablar con la gente y tener una educación. —agregó Donald con decisión.— ¡y por cierto! A que no saben quién murió ayer. Vi la esquela en el periódico esta mañana y aún sigo con mal cuerpo.

—No me digas más, yo también la vi, qué disgusto. —Bucky soltó las cartas para mirarlos.— el señor Thomas, solo tenía ochenta años. Cada vez la gente muere más joven.

—¡Algo nos echan en la comida, te lo digo yo! Este gobierno...

—No me hables del gobierno que...

—Pobrecillo, en la flor de la vida. —se lamentó Dante.— encima solo tres meses después de que falleciera su esposa.

—Margaret era un cielo. —asintió Bucky, aún con ese tono de lástima en la voz.— falleció de pena el pobre hombre.

—Que Dios los tenga en su gloria.

Todos asintieron e hicieron un breve silencio antes de que Dante, de nuevo, tomara la iniciativa para hablar.

Who is? | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora