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Después de que Jerome se fuera, se hizo un silencio incómodo entre los presentes. Alan, que al vivir con ellos ya estaba más que acostumbrado, decidió romper el hielo.

—Ayer me acosté con uno de los de la banda de la boda. —murmuró, tomando algo de jugo.— el cantante. Nathan Marchetti... Qué guapo era.

Adam parpadeó varias veces y a Carey se le escapó una carcajada.

—No me creo que... ¿en serio? ¿Y tienes su número, fotos, vídeos...? —dijo acercándose a su hermano con ilusión.—

—¿cómo es posible que no sepas que se acostó con otro, si se supone que ayer dormiste en casa? —preguntó Adam mientras se le hacía un nudo en la garganta.— ¿o es que tú también te estuviste acostando ayer con otro?

Carey suspiró y Alan se levantó de la mesa para ver si podía relajar la tensión de su cuerpo.

—No digas tonterías. —dijo ella, frunciendo el ceño. Por una parte, estaba aliviada de que Adam se diera cuenta.—

—¿Tonterías? Hueles a hombre. —se inclinó hacia ella, haciendo que Carey lo empujara suavemente.— este olor corporal no es el tuyo, ese perfume de hombre no es el mío.

—Ahora los perfumes no tienen género, querido. —dijo rápidamente Alan, y tras la mala mirada de Adam rodó los ojos.— además esa camiseta es mía, es mi perfume.

—¡Pero si tú usas Fantasy de Britney Spears! —le gritó Adam, y Alan exageró un gesto de ofensa.—

—¡No siempre! —le gritó de vuelta Alan.—

—¡Bueno, cállense! —exclamó ahora Carey.— eso de olerme como un perro sabueso es paranoico. —se cruzó de brazos, ladeando la cabeza mientras lo miraba. Obviamente fingía estar ofendida.—

—Vienes oliendo a otra casa, a otro cuerpo. No estoy paranoico, es que cada vez te alejas más y te comportas más extraño. Te estás aprovechando de mis turnos de trabajo en el hospital. Actúas como si te hubieras pasado la noche entera con otra persona, haciendo dios sabe qué. —suspiró pesadamente.— dime quién es el otro, dime qué hice mal.

—No hay ningún otro. —insistió Carey, se comenzaba a poner nerviosa. Se sentía culpable y ya no sabía cómo sostener la mentira.—

Cuando Adam iba a responder, se removió en su asiento al notar la vibración de su teléfono en su bolsillo. Frunció discretamente el ceño puesto que no esperaba recibir ninguna llamada, y cuando sacó este para observar de quién era, se levantó rápidamente y medio escondió el nombre para que no lo vieran.

—Me está llamando un amigo de Inglaterra. —se justificó al ver la mirada atenta de Carey.— voy a la terraza para ver qué quiere, enseguida vuelvo. Hablamos ahora. —dijo y caminó con paso apresurado para responder.—

Una vez en la terraza, Adam miró hacia atrás, asegurándose de que ni Carey ni Alan le observaban o le habían seguido. Cuando vio el campo libre contestó, suspirando con cierto agobio.

—¿Por qué me llamas, papá? —preguntó con un tono de voz bajo pero aún manteniendo la dureza de este.— habíamos quedado en que no me llamarías.

Unos meses en Estados Unidos y pierdes toda la educación británica. —contestó el hombre con cierta gracia, haciendo hincapié en la palabra británica. Sin embargo no le estaba hablando en inglés, ni mucho menos, sino en alemán.— sabes, Ludwig... Llamo para preguntar qué tal va todo, porque aquí no estamos viendo ningún avance.

Adam rodó los ojos y buscó un asiento en el que ponerse cómodo, sabía que esa conversación no tenía ninguna forma de que acabase bien. Mientras este hablaba, dentro en la sala alguien tocaba en la puerta. No era nada más ni nada menos que el oportuno Bucky Barnes, que había sido llamado por Jerome ya que no se fiaba de Carey y Alan para cuidar de Annie.

No he tenido ningún avance porque resulta que hay factores que me lo impiden. —dijo Adam finalmente resistiéndose y contestándole a su padre en un alemán perfecto.— resulta que está el estúpido ex novio detrás de ella todo el santo día y lo peor es que ella también, o no sé... Solo sé que se está acostando con alguien. Se me está yendo la situación de las manos, pero creo que sabré volver a enderezar nuestros planes.

Ay, Ludwig, Ludwig... ¿Qué voy a hacer contigo? —preguntó retóricamente el hombre.— estaré en América en breve, tu futuro suegro me invitó para hablar sobre tu matrimonio con Carey. Y me viene genial, porque la organización cree que necesitas ayuda extra.

¿La organización te manda? —susurró, un poco asustado y negando con la cabeza.— vale, vale, ahora sí se me fue todo de las manos.

No entres en pánico, te ahogas en un vaso de agua. —le respondió su padre con tranquilidad.— ¿cuál es el problema, que Carey tiene un amante? Eso no es lo importante. Tu trabajo es casarte con ella, estar con ella. No estás ahí porque estés enamorado, ¿recuerdas? Estás ahí infiltrado para destruir a Tony Stark y a los Vengadores desde dentro. En el momento en el que Carey empiece de nuevo a trastear con su identidad de superheroína y a traer material a casa, tú sólo tienes que copiar información y mandárnosla a Berlín. Imagina qué haríamos con un super soldado como tú y con la tecnología de Stark.

No entiendo a qué te refieres... —susurró Adam, frunciendo el ceño.— ¿me estás pidiendo que ignore que tiene un amante?

—Ignórala por completo. Haz lo que ella quiera, tenla contenta. No estás ahí por ella. —le resumió su padre.— la misión no es esa, recuérdalo. Ignora sus desventuras...

—Está bien, tienes razón. —susurró Adam antes de suspirar.— ¿algo más que decir? Debo colgar, creo que vino alguien, Jerome a lo mejor...

El padre de Adam guardó silencio al escuchar ese nombre. Conocía perfectamente a Lucas y a Jerome, los hijos de uno de los mejores agentes de su organización; Joel Murphy.

Te ruego que tengas sumo cuidado con los hijos de Murphy. Son bestias, los dos. —le advirtió su padre. Adam podía notar la preocupación en su voz.— Se te pueden torcer las cosas y no eres precisamente experto en arreglarlas. Mataron a Joel, y sin querer casi destruyen lo que quedaba de Hydra. Son magos, como Wanda Maximoff, incluso peores. Aún no han descubierto ni la mitad de su poder, así que aléjate. No vaya a ser que lo descubran.

¿Magos? Papá eso suena ridículo. —dijo Adam con un tono de burla.— además, Jerome no tiene poder a penas, ya me lo contó. Lucas solo lee mentes y esa parte la tengo más que entrenada. Me entrenaron precisamente para que no puedan controlar mi mente.

Jerome y Lucas Murphy descienden de una estirpe de bestias genéticas que se remontan a la antigüedad. Joel sí es verdad que tenía poco de lo suyo... Todo su poder fue creado en Sokovia. Sin embargo la madre de estos dos...

—Sí, vale. Deja de intentar asustarme.

—La familia de Anette Murphy desciende de un grupo de hechiceros de Europa del Este y del Sur asentados en la Galia Romana. Gracias a Joel, Anette está perdida y no creo que vuelva a reencontrarse con sus hijos, tenemos la ventaja de que ellos nunca sabrán del poder con el que cuentan, se limitarán a hacer lo que saben y poco más... Pero te tienes que quitar al menos a Jerome de encima. Te sigue de cerca, y no nos conviene que descubra sus poderes.

Adam suspiró y siguió con la corta conversación. Estaba tan centrado en escuchar las advertencias y consejos de su padre, que no se giró a comprobar si el que había entrado era Jerome o no. Y, como es natural, tampoco notó los sigilosos pasos y presencia de Bucky Barnes.

—Lucas... Soy yo, Buck. —murmuró Bucky, una vez se apartó de la terraza y se ocultó en la habitación de Annie.— escúchame, este hijo de puta es alemán, no es inglés y dudo que se llame Adam. Llámame desde que puedas.

Y tras dejarle ese mensaje en el buzón de voz salió de nuevo a la sala, como si nada hubiera pasado.

Who is? | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora