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Bucky pasó al menos una semana entera en soledad antes de que la primera persona irrumpiera en su vida. Fue un martes a las ocho de la mañana cuando alguien tocó enérgicamente en su puerta. Maldiciendo en bajo y con pesadez, terminó la llamada en la que estaba y fue a abrir la puerta, con un semblante serio que mostraba la frustración de su situación personal actual. Desde que había vuelto a Brooklyn no había visto a Carey y se sentía algo solo.

La llamaba cientos de veces al día, tantas veces que entre risas ella le había dicho que no podían estar todo el día en llamada. Bucky, sin embargo, no paró de llamarla y no tenía pensado dejar de hacerlo. Carey le había advertido que debía quedarse unas semanas en el complejo en lo que se formaba como co-Capitana y aún no le había dicho que estaba embarazada, porque quería hacerlo en persona. Bucky, que vivía en total ignorancia, tan solo repetía las llamadas y esperaba aburrido y desesperado en su apartamento a que su mujer volviera.

Después de su estrepitosa ruptura y de todas las discusiones que habían tenido, ahora no quería separarse de ella ni un solo segundo.

—... Y entonces resulta ser que hay como cuatro casas, ¿no? Y las casas son como... No sé, grupitos de clasificación. Y ahí es cuando me di cuenta de que la Segunda Guerra Mundial y Harry Potter se parecen un poco. —le decía Bucky al teléfono, parloteando cualquier tontería que se le venía en mente para que Carey no colgara.

Al escuchar que llamaban a la puerta suspiró con pesadez.

—Mi amor ahora te llamo, dame un segundo...

—Bucky, llevamos tres horas en llamada, tengo que trabajar. —le recordó ella, pero él la ignoró.

Sh, ahora te llamo. Te amo.

—Te amo. —respondió con una suave risa antes de que Bucky colgara.

Del otro lado de la puerta estaba Jerome, que una vez Bucky abrió esta, lo miró con una suave sonrisa. Como siempre, Bucky le saludó con alegría y le ayudó a entrar, pues si bien Jerome ya caminaba, lo hacía muy torpemente y con ayuda de un bastón.

—Siempre es una alegría recibirte, Jere.

—Qué amable eres. —se sentó en una de las silla de la cocina mientras Bucky casi de forma automática le preparaba una taza de café.

—¿Qué haces aquí? —le tendió la taza con cuidado.— adoro tus visitas pero mucho me temo que nunca son de casualidad. Eres un hombre ocupado.

Merci. —susurró el abogado, recibiendo la taza con agradecimiento.— me da rabia darte la razón pero, vengo por una razón, sí.

—Y ojalá no sea por Lucas. —se lamentó Bucky y tomó asiento a su lado.

—Lucas es un incordio todos los días de mi existencia pero hoy no es exactamente por él. —le dio un sorbo al café.— me han dado un chivatazo. Creo que sé dónde está Adam.

Bucky borró todo rastro de sonrisa y lo miró con impresión. Se esperaba cualquier tontería, pero claro, estaba hablando con Jerome y no con Lucas. Jerome pocas veces decía alguna tontería o te hacía perder el tiempo.

—Será una broma.

—¿Me ves cara de estar bromeando?

—¿Dónde...?

Jerome hizo un gesto para que guardara silencio y le pasó un post-it. Una dirección, una hora y un nombre; "The Magic Flute, 7pm".

—Su escondite ha sido no esconderse. Trabaja o finge trabajar en un bar de noche, en el barrio de Greenwich Village. —sacó una pluma del interior de su americana y escribió algo rápidamente al lado de la información ya escrita en el post-it.— se llama "The Stonewall Inn", y este viernes dan una fiesta muy importante. Lo que hay un inconveniente.

Who is? | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora