Habían dormido pocas horas. Bastante pocas.
Carey se despertó con un zumbido en los oídos y parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que venía de su teléfono, que estaba a un lado en la mesilla de Bucky. Él gruñó y cambió de posición, refunfuñando en sueños con el ceño fruncido y agarrándola de forma posesiva con su brazo metálico para que no se moviera de su lado.
Carey lo observó detenidamente por unos segundos; Bucky tenía las mejillas sonrojadas y el cabello, aunque corto, estaba desordenado tapándole la frente y ocultando parte de su expresión enfadada. En su brazo derecho tenía marcas de las uñas de Carey y su torso desnudo reposaba contra el suave colchón de su cama mientras boca abajo descansaba con suaves respiraciones.
Algunos segundos después, Carey pudo escabullirse de su agarre y para que no notara la diferencia, le puso una de las almohadas. Tras asegurarse de que Bucky seguía durmiendo y no había notado su ausencia, puso ambos pies en el suelo y se levantó, sintiendo una ligera punzada. Esa punzada de dolor ardiente que siempre tenía la mañana después de acostarse con Bucky.
Bucky era grande, muy grande, y no sabía si era por la diferencia de tamaño o porque él era ansia viva en la cama, pero siempre terminaba con ese pequeño placentero dolor.
Él no lo hacía adrede, intentaba controlarse; intentaba ir suave y delicado, pero simplemente no era ese tipo de hombre. Le encantaba tener el control y no sabía hacerlo de otra forma que no fuera brusca y posesiva. Era en la cama donde Bucky sentía que tenía todo el control, que nadie lo controlaba a él, y que se hacía lo que quería y como quería. Era también en la cama donde Carey sentía un descanso al no tener que controlarlo todo, relajarse y dejar que otra persona controlara la situación durante un rato. Por eso, entre otras cosas, se compenetraban tan bien.
Apagó la alarma y Bucky ni se inmutó. Estaba agotado. Ella también tenía el cuerpo no solo dolorido sino agotado, pero no quería ser injusta al decir que estaba igual de cansada que él, porque él tomó la voz cantante durante toda la noche.
Recordó de pronto la miradita inocente mientras posaba su mano metálica en su abdomen bajo, una mirada de niño bueno que pedía permiso y ese tacto suave pero ansioso por seguir bajando.
—¿Puedo? —le había dicho en un murmullo con aliento caliente y un tono de voz pesado.
El leve asentimiento por parte de ella le iluminó la cara. Ágilmente le retiró cualquier prenda de ropa que tuviese de cintura para abajo y fue dándole besos desde sus pechos hasta su abdomen bajo mientras dejaba que su mano se escurriera a ahí a hacer lo que tanto deseaba. Llevaba el control de la situación pero no era egoísta con el placer, le gustaba más saber que lo que hacía era placentero, una subida de autoestima para variar. Le encantaba escuchar a Carey, ver sus pequeñas reacciones a todo lo que le hacía, ver cómo pudorosa y nerviosa trataba de ser lo más silenciosa posible a pesar de que él le daba tanto placer que le era imposible callarse.
Si de Bucky dependiera, hubiera dejado su cara entre sus piernas durante unas cuantas horas más. Jugaba con su lengua y dedos, tan ensimismado en su tarea que no notaba las delicadas manos de su mujer en su cabeza y sus gemidos ahogados llenando la habitación. Sonrió para sí mismo cuando notó que había terminado y se separó lentamente, lamiendo sus propios dedos anular y corazón mientras la miraba desde abajo, acalorado y con la vista oscurecida por el deseo.
—¿Te gustó? —le preguntó, agarrando con firmeza su cadera y empujándola hacia él. Ella asintió varias veces, trataba de recordar cómo hablar. Bucky soltó una risita discreta y plantó sus labios en su cuello, lamiendo y dejando algunas mordidas por dondequiera que pasara su boca.— déjame hacerlo. —le susurró, no como una exigencia, más bien como una súplica. Carey recordaba perfectamente su voz y su tono de voz, cómo él mismo estaba tan ahogado en anhelo que no podía parar de jugar con el filo de su ropa interior, casi necesitando quitársela para hacerla suya una vez más y ahí mismo.
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Who is? | Bucky Barnes
FanfictionLa hija de Tony Stark se había ido durante cuatro años, en busca de aclarar sus ideas y sentimientos. Había estado con Peter Parker durante una corta pero intensa relación, pero al empezar a sentirse atraída por, quizás, la única persona con la que...