El acertijo del homicida

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Lo último que recordé escuchar de 1846 fue que ahora los planes han cambiado.

Sin embargo no me encontraba con las energías suficientes como para seguirle el juego y preguntarle cuál era su objetivo ahora.

Ni siquiera me tomé la molestia de intentar adivinar a qué se refería con eso; me encontraba cansado, ciertamente asfixiado. Y para empeorar también estaba sudando a más no poder por motivos desconocidos.


Más bien no eran del todo desconocidos, puesto que con solo razonar un poco, tuvo sentido mi conclusión.


-Me has inyectado ese suero de porquería ¿No es así? -Salió de mi boca sin que haya terminado de pensar o siquiera considerar hablar.

Mis oídos se agudizaban cada vez más, logrando de esta manera que incluso pueda escuchar el asqueroso sonido de la corriente de sangre pasando por mis venas.

-Veo que ya conoces el suero de medusa -Observó dando aplausos sarcásticos sin notar una pizca de sorpresa-. No esperaba menos del árbol blanco.

-¿Por qué? -Comencé a confundirme y cansarme de tantas incógnitas-. ¿Por qué me has puesto eso?

-¿"Por qué"? -Profundizó más allá de aquella pregunta llevando su vista al techo-. Supongo que estás malinterpretando las cosas.

Se detuvo un momento viéndome con esos ojos grisáceos; enfermizos; muertos y decaídos, y profundizó en la respuesta mientras llevaba las manos "caballerosamente" a su espalda.

-... Mis intensiones son simples -Por fin habló-. Quiero ser el águila de Prometeo por un tiempo indeterminado.

-El águila de prome... -Me detuve a pensar y quedé mudo al recordar de qué se trataba.

Aquella cruel respuesta me dejó muerto.
Sentí que mi corazón se me fue por la boca junto con mi alma para dejarme pálido.

Quedé paralizado tan espontáneamente que el pavor no me permitía emitir ni una sola palabra.

Recordé la espantosa historia de Prometeo de la mitología griega y el castigo que se le fue dado; sinceramente no me esperaba algo bonito, y peor viniendo de parte de aquel psicópata con intenciones perturbadoras.
Me quedaba muy corta la palabra "cruel" como para referirme a mi destino.

-Trastornado de mierda... -Chillé casi sin aliento mientras que mi ritmo cardíaco se aceleraba cada vez más hasta llegar a un ritmo descontrolado.

Tenía que buscar rápidamente una forma de escapar e idear una estrategia; definitivamente iba a morir.

Debía encontrar lo más pronto una forma para tratar en lo posible de salir de allí con todas mis extremidades intactas.

-... Así que hablamos de trastornos -Pensó 1846 inclinándose levemente a mi altura-. ¿Sabes por qué realmente estoy aquí? ¿Cuál es el motivo por el cual he cambiado los planes?

-¡Esto no es gracioso, idiota! ¡Sácame de aquí! -Comencé a gritar sabiendo que sería inútil perder el control.

-El motivo por el que tú y yo estamos en esta habitación... -Prosiguió ignorando por completo lo que le diría-. Se debe a que me he percatado lo que ha pasado contigo y tu estabilidad mental.

ÁRBOL BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora