Sus ojos

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Era imposible respirar o gritar, y obviamente también moverme era algo que lo complicaba aún más

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Era imposible respirar o gritar, y obviamente también moverme era algo que lo complicaba aún más.

El pánico y la desesperación se adueñaron por completo de mí, sabiendo que estaba muriendo lentamente sin poder hacer absolutamente nada; algo realmente desesperante.


—... ¡Eso explica por qué sabes español, pedazo de basura! —Reflexionó 1846 en la respuesta que le había dado—. Solo tú contestarías de esa manera..., Y me llamabas trastornado a mí.

Pude deducir que el acertijo que respondí solo era para darle a entender a ese loco que yo era el sujeto quien buscaba.

En sus ojos ávidos de sangre podía notar que ya se había acabado todo mientras se podía oír como mis cartílagos se iban desprendiendo y mi garganta rompiendo cada vez más.

Mi corazón alterado que bombeaba sangre como locomotora no me ayudaba a detener los chorros de esta que se disparaban desde mi cuello siendo estrujado y apuñalado por las puntas de sus uñas que se enterraban como garras de león dañando a su presa.


Creí que solo era una coincidencia que supieras español al igual que él, pero realmente eres tú, Demi —Murmuró entre dientes apretando su mandíbula con ira.

Tenía entendido que al español lo dominaba perfectamente gracias a Lían y Denzel cuando se mudaron a mi ciudad..., Pero con tan solo pensar un poco no me cuadraba para nada, puesto que recuerdo muy bien que ya de niño sabía el idioma.

En ese momento otra puntada en mi cabeza evocó en mí nuevamente aquel sentimiento agridulce que no hacía otra cosa que dejarme intranquilo; era una mezcla entre melancolía y nostalgia que daban ganas de llorar.
Pero nada de eso importaba ahora, ya que la muerte me lo arrebataría todo.

Definitivamente ese psicópata estaba perdiendo la cabeza sumiéndose en la demencia absoluta de la rabia, posiblemente sin saber que estaba a punto de arrancar mi cuello de lugar por tanta ceguera como todo derrame de locura provoca.

Lo único que podía pasar por mi cabeza en ese momento fue mi papá y los chicos; definitivamente no me quería despedir de ellos aún, pues obviamente era demasiado pronto.
No me quería imaginar sus caras al enterarse de la noticia, especialmente Anaís, quien me pidió con todo el temor del mundo que por favor me cuidara.
Por más que mi conciencia aún no comenzaba a fallar, me era difícil de creer que estaba siendo asesinado, fallándole a todo el mundo a su paso.

No quería pensar en una cosa en particular que era lo más importante y lo que más me dolería saber que no llegué a conseguir; el motivo por el cual me metí en todo este lío.
Traté de callarlo y solo enfocarme en que ya se acabó todo, pero ese dolor volvía reiteradas veces.

ÁRBOL BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora