hablemos de tí

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—¿Tesoro? ¿Eres tú? —Escuché repentinamente la dulce voz pasiva de mi madre, resonando en mi pecho, la reconocería entre un millon de voces.

—¡¿Mamá?!¿eres tu? —Pregunté—. ¿Dónde estoy?

Nuevamente me encontraba en la nada, todo a mi alrededor era un eterno blanco, vacío y solitario.
No podía recordar en qué momento me desmayé o dormí o morí.
Pues solo hace unos segundos recordaba estar al lado de mis amigos.

—Estás donde tu corazón siempre quiso estar, cariño—Respondió con su voz que tanto me adormece—. Tu conciencia lo sabe, pero tu corazón aún no se ha dado cuenta de que yo me fui, por eso persiste en quedarse en este lugar, y volver cuando se va de aquí.

Intenté lo posible, pero fue inútil; los recuerdos y la mostalgia se apoderaron de mí al instante y mis lágrimas comenzaron a caer como si de cataratas se tratasen.

—¿De qué estás hablando, mamá? Mi corazón ya sabe que tú te has ido, pero nunca saliste de él —Contesté muriendo del dolor—. Y siempre estarás ahí dentro, siempre has estado aquí.
Has estado en todas esas mañanas en las que debía comer tu plato de desayuno que te preparaba, ya que mi conciencia aún no aceptaba que te habías ido.
Has estado en todas esas tardes en las que llegaba de la escuela, y esperaba tu saludo, porque aún no creía que... Que…

Sentí que mi corazón estaba a punto de estallar por la angustia, mis piernas temblaban tanto que caí al suelo, quise gritar del dolor, de la tristeza que sentía, quise soltar un grito por todo, pero me faltaba el aire. Cada vez que la recordaba, moría en vida, y cuando terminaba de llorar, siempre creía que podia mas o menos superarlo, pero siempre que volvia a escuchar su voz en mis sueños, me sumía de lleno en la amargura más lúgubre jamás experimentada.

—Nun... Nunca te he... —La falta de aire me impedía hablar, y aún más el llanto desconsolado—. Nunca te he dicho... Lo mucho que... Que lo lamento.

No sabría encontrar las palabras indicadas para describir ese dolor que sentí al saber que nunca pude llegar a decirle que lo lamentaba, sabía que era tarde, que ya no había marcha atrás, y fue precisamente eso lo que me dejó un vacío enorme en el corazón.

Ahora estaba delante de lo que era una falsa oportunidad, una falsa oportunidad de decirle a un recuerdo vívido lo que quería decirle a mi madre cuando iba a llegar a mi casa ese día, pero nunca se lo pude decir, y ahora nunca lo iba a poder hacer.

De repente sentí un cálido tacto en mi espalda, era su mano que me acariciaba mientras se arrodilló para hablar.

—Hijo... Aún me amas ¿No es así?

"¿Por qué esa pregunta tan obvia?" Me pregunté.

"Obviamente te amo mucho, mamá" quise decirle, y aún más, pero ni una sola palabra podía salir de mi boca en ese momento, mi pecho se cerraba y el dolor prevaleció, al igual que las cataratas de lágrimas sobre mis mejillas, por lo que solo me limité a asentir con la cabeza.

— No sabes cuánto me alegra el corazón saber eso, cariño —Me respondió aliviada mientras retiró su mano de mi espalda—. ¡Levántate! Tus amigos te estan esperando.

Quise decirle que no se vaya, que aún tenía mucho que decirle, mucho que preguntarle, y demasiado que disculparme por lo que hice aquel día, pero ya era tarde, sentía que estaba volviendo a despertarme, pero en los últimos segundos del limbo escuché esa extraña voz.

—Así que intentas ignorarme... De todas formas ya se acabó el juego.

No comprendía nada de aquella voz, pero por lo menos ya había despertado. De hecho se sintió que todo lo que había vivido desde que me desmayé por primera vez, fue un sueño, o más bien un efecto de las alucinaciones que he tenido, y que en ese momento había despertado de verdad, y qué mala suerte la mía para darme cuenta de que mis sospechas resultaron ser lamentablemente ciertas.

Cuando abrí mis ojos, aún era de noche, y yo me encontraba recostado sobre el césped de ese espantoso bosque frío y oscuro, no quería voltear mi mirada hacia este nuevamente, así que me quedé contemplando el cielo estrellado, filtrado por las pocas hojas de aquellos delgados árboles negros.
Me costaba procesar toda esa información, ya que, al parecer, todo lo que había sucedido anteriormente con esa mujer psicópata fue nada más que un sueño.

—¿Estás bien, Demi? —Escuché el llanto de Denzel.

Créanme que los últimos exámenes de matemática me dejaron completamente confundido, Pero esto ya era otro nivel.
Para empezar, Denzel se encontraba llorando Silenciosamente a mi izquierda, algo que nunca en mi vida creí ver con mis propios ojos. Y por otro lado tenía a Lían arrodillado a mi derecha tapándose el rostro, mientras podía ver como un hilo de lágrima caía de su mejilla.

—¿Situación? —Pregunté confundido, resumiendo todas las preguntas que debí hacer.

Cuando escuchó mi pregunta, Lían tomo una gran bocanada entrecortada de aire para soltar un largo suspiro, secó sus lágrimas y contestó.

—Cuando te desmayaste, escuchamos que unos pasos se aproximaban hacia nosotros, por lo que decidí levantarte rápido y correr junto a Denzel con la linterna apagada hacia unos arbustos que se encontraban a lo lejos, así escondernos allí.

—Dime que no era hiedra venenosa —Respondí esperando lo peor.

—No, nada de eso —Respondió manteniendo esa expresión de alma vacía, mientras las lágrimas seguían cayendo de su mejilla—. En fin, cuando notamos que ya se había ido sea quien sea, retomamos el sendero que estábamos recorriendo previamente...

—...¿Y qué pasó?

Luego de mi pregunta, Denzel quebró en llanto, al parecer me perdí de algo, por lo que estaba aterrado por la respuesta.

—Demi, no quiero que te alteres por lo que te voy a decir, No quiero que pienses que fue tu culpa.

—¡¿Qué fue lo que pasó?!

Sin contestar, encendió la linterna de su celular nuevamente, para iluminar lo que a unos metros me quería mostrar, ya que al parecer, con palabras no podía.

Mi corazón se detuvo por un segundo cuando la ví, también mi rostro se tornó pálido y sin vida.
Juro que me quedé sin aire al momento de presenciar lo que fué el peor trauma de mi vida: un brazo desmembrado y ensangrentado se encontraba desparramado en el suelo. Instantáneamente tenía ganas de vomitar al notarlo, no quería seguir viéndolo, pero por más que me costó, levanté mi mirada para ver el árbol que Lían me alumbraba.

... Y ahí se encontraba ella, demostrándonos que todo fue en vano, que todo el tiempo que desperdicié lo debí usar sabiamente para impedirlo...
Ahí se encontraba Marisa. Finalmente la enco tramos, pero sin vida, atada cruelmente al árbol, mas bien ataron su torso porque era lo unico que quedaba de ella... Descuartizada al igual que su hermano, junto con una nota:

"Fin del negocio"

ÁRBOL BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora