El pequeño Toddy

13 6 4
                                    

Es increíble tan solo pensar que salir de la zona de confort te lleva a lugares inimaginables. Siempre te trae sus recompensas y te lleva a situaciones completamente nuevas para que aprendas más y logres encontrarte contigo mismo de una manera u otra.

Yo honestamente nunca me imaginé que saliendo de esta pude ser quien era en ese momento: un investigador novato que dirigía un pequeño grupo de "detectives" siendo yo capaz de hasta poner mi propio pecho y recibir incluso una bala por ellos.
De todos modos ya había asumido –previamente a todo lo que ocurrió con el caso– que la vida de mis amigos eran indiscutiblemente más valiosas que la mía, quitando esa farsa de que sin mí ellos ni serían capaz de resolver el caso solos.

Incluso debo admitir que me sentía muy orgulloso de haber estado a su lado cometiendo semejante Azaña.
Siendo protegido a mis espaldas por Lían, el chico que todo el mundo excluía por su trastorno de conducta leve. Y por otro lado siendo respaldado moralmente por Denzel, el cerebrito que ocultaba que lo era, pero que ahora lo necesitábamos más que nunca.

Ya era el momento de dejar de lado cualquier reflexión y entrar a la guardería completamente concentrado y con todos los sentidos agudizados, y mi corazón que bombeaba explosivamente lo sabía; sabía que había algo esperándonos en alguna parte de aquel macabro lugar y debíamos estar listo para ello.

Di el primer paso hacia dentro del establecimiento, firme y a la vez tembloroso siendo consiente de que estaba caminando hacia otra posible muerte como lo fue en el bosque.
Sin embargo esta vez algo cambió y se me hacía distinto; algo dentro de mí me decía que esta vez nosotros éramos quienes sembraban un gran problema para quienes se encontraban dentro, siendo nosotros inoportunos para ellos.

Empuñé fuertemente con determinación la preciada Glock 26 de mi padre y aceleré ligeramente el paso esta vez como todo un depredador. Denzel y Lían se situaron a mi espalda y me seguían el paso.

Al entrar por la puerta que iluminaba a duras penas por dentro –el sol se encontraba del lado contrario de la guardería– la humedad que se depositaba allí era tanta que hasta un desagradable y agrio olor a moho se levantaba y no dejaba respirar de tan sofocante que era; tan así que si te entraba por la nariz, se te adhería a la garganta y daba náuseas. Sin embargo no había más remedio que seguir y tragar saliva.

Pude escudriñar muy poco en lo que parecía ser una habitación inmensa y vacía. Solo se podía encontrar una mesa despedaza al lado de la puerta junto a una silla que corrió el mismo destino. Si es que este aposento antes tenía algo que ofrecer, ya no quedaba ni rastro de aquello. Por lo menos lo que yo veía proponía eso, aún sabiendo que no había alcanzado a ver toda la habitación entera, puesto que la escasa iluminación que entraba allí no me permitía ver que había más allá de la oscuridad.

El suelo por otra parte se encontraba con un revestimiento de cerámicas rojas y negras dándole un aspecto muy monótono y sobrio, aunque también un tanto melancólico si mencionamos la cantidad de polvo que se encontraba reposado en este.

Alcé mi vista al cielo raso que al parecer en algunas partes se caía en pedazos, pero luego de cerciorarme bien en aquel detalle noté que se trataba de tablas de maderas clavadas en el techo que con el tiempo y la humedad se pudrían e iban destrozándose.
Todo el escenario era en cortas palabras una escena lúgubre a mitad del amenazante silencio.

—Encendamos nuestras linternas, chicos —Susurré mientras sacaba la mía de mi bolsillo trasero.

Esta vez tuve iniciativa, y antes de partir de mi casa tomé tres de las linternas multifuncionales que tenía mi papá en su caja de herramientas del trabajo. Esta es solo una de las tantas ventajas que uno tiene cuando su papá es oficial de policía.

Ya una vez estando los tres iluminando más allá de donde la luz llegaba pude notar que a lo lejos se podía apreciar una pequeña puerta de roble. Sin pensarlo dos veces me dirigí hacia ella concluyendo de que no iba a hallar nada relevante en la habitación vacía donde nos encontrábamos.

Para nuestra suerte esta puerta no rechinaba tanto a pesar del exagerado óxido que tenían sus bisagras, permitiéndonos poder pasar a la siguiente cámara sin tanto escándalo.

Mantuve mi arma a la altura del hombro cuando entré e iluminé hacia enfrente..., Si bien no había encontrado a nadie, me causó la misma sensación de peligro al ver lo que me esperaba en esa habitación.

—... ¿Pero qué mierda es esto? —Me impresioné al observar lo que sin lugar a dudas fue el lugar más tétrico al que he entrado.

—... Mierda —Se escuchó el gracioso arrepentimiento perturbado de Lían por haberme seguido, se notaba su intención de retroceder—. Esto tiene que ser una broma.

—No cabe duda que esto fue armado —Dedujo Denzel con la mente y mirada fría—. Esto es psicológicamente espantoso, cualquiera que entre aquí no querría saber nada con seguir avanzando.

Sus palabras tenían toda la razón, y la verdad es que lo veía muy lógico si es que algo estaba siendo guardado en aquel establecimiento, y el recurso utilizado en esta ocasión para espantar a los curiosos se veía muy efectivo.

Mirara por dónde mirara, la habitación que se encontraba en completa oscuridad estaba repleta de maniquíes color negro.
Pero lo que más me inquietaba y me hacía poner la piel de gallina era el detalle de haber tapado con una manta blanca a algunos de estos, dando la impresión de que quizá lo que está debajo de esta no se trate de un maniquí.

—Esto es como una pesadilla —Susurró Lían quien juraría que estaba a punto de salir del cuarto por tanta impresión.

—No puedo creer lo que estoy escuchando —Protestó Denzel negando con la cabeza mientras se dirigía hacia un maniquí cubierto por una sábana que se encontraba a solo unos pasos de nosotros—. Esto es solo una trampa Anti pendejos, dejen de ser tan maricas.

Una vez estando frente a este, Denzel tomó de la sábana y tiró de esta con fuerza.
Por más que fue quitada con rapidez, mis ojos lo vieron todo en cámara lenta, incluso vieron que tan mala idea era haber hecho eso.
Mientras se iba revelando lo que se encontraba debajo, pude ver cómo fueron apareciendo al descubierto poco a poco unos cabellos grisáceos en dónde se situaba la cabeza de lo que antes suponía que era un simple maniquí como los demás.
Apunté mi arma hacia su dirección para dispararle si es que se trataba de lo que me esperaba.

—¡¡Aah!! ¡Carajo! —Cayó Denzel al suelo por el susto lanzando un grito desafinado.

—¡Sorprise, niño! ¿Verdad que te hice cagar en los pantalo...?

Ni lo dejé terminar y le llené el torso de una ráfaga de disparos llenos de ira.

—¡Evans! ¡Si serás hijo de puta! ¡¿Quieres dejar de hacer eso?! —Lo escuché chillar con una voz que me pareció muy familiar.

Lo alumbré con mi linterna teniendo la falsa esperanza de que no sea quien me imaginé, sin embargo ahí se encontraba clavándome ahora una mirada molesta ignorando sus perforaciones.

—¡¿Todd?! —Nos impresionamos los tres al mismo tiempo.

—¿Qué demonios se supone que estás haciendo aquí? —Pregunté casi a los gritos por tanta conmoción, de todas formas los disparos ya habían hecho mucho escándalo.

—¡Si serás imbécil! ¡Esta es mi casa, idiota!

—Esta es la guardería, no me quieras tomar por pendejo —Le respondí inexplicablemente pasivo.

Él simplemente me ignoró mientras se quedó observando su gabardina y como se la había agujereado, ignorando también cómo se le estaba escurriendo una catarata de sangre por el abdomen. En cortas palabras, un demente sin causa.

—Supongo que ahora me comprarás una nueva ¿no? —Preguntó ahora con su voz calmada

Le apunté con el arma esta vez a la cabeza sin esperanza de tener paciencia con él y lo alumbré a los ojos subiéndole el nivel de luz a la linterna.

—¿Qué demonios haces aquí, Todd? Será mejor que me digas la verdad.

ÁRBOL BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora