CAPÍTULO FINAL

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CAPÍTULO FINAL.

KAILANI.

Un año después. Septiembre, 15.

Barcelona, España.

El jersey negro me cubre todos lo brazos pero igual el frío se cola por mi cuerpo. Los vaqueros ajustados pero cómodos me permiten colocarme de cuclillas frente a la tumba de mi mejor amigo.

Paso la mano por su foto y su nombre. Con una sonrisa melancólica, beso las yemas de mis dedos y coloco los mismos sobre su foto, nuevamente.

Mateo Hidalgo Rodríguez

Hijo, hermano, amigo y nieto. Nació para proteger vidas y murió por la misma razón. Un héroe sin capa. Un caballero sin armadura. Un soldado sin arma, porque su mejor instrumento de defensa era el corazón enorme que tenía y el amor por su trabajo; salvar vidas.

Por siempre en nuestros corazones. Que descanse en paz.》

Mi mejor amigo. Mi otro hermano. Mi salvador.

Mateo no merecía morir tan joven, pero él ha dejado una enseñanza en el mundo, o por lo menos en mí. Y es que no creo que exista persona en el mundo que sin ser de tu sangre, de su vida por ti. Sé que no lo hizo solamente por mi, lo hizo por Svetlana, le prometió que le daría el mejor regalo, y ese era traerle a su madre de vuelta.

-Hola, Teo -me atrevo a hablar.

Siento como el escolta pasa un blazer beige por encima de mis hombros cuando el viento sopla con fuerza. Sostengo mi vista en la imagen de mi mejor amigo.

-Wao, hay tantas cosas que contar -termino por sentarme en el césped -. Cuando, gracias a ti, pude escapar del cautiverio, conocí a una Svetlana de cinco años que se convirtió en una máquina parlanchina y extrovertida -sonrío, recordando -. Tenía miedo de conocerla, lo admito, pero más grandes eran mis ganas de ver a mi luz -confieso -. En enero pasado me casé con Bastian, y ya lo sabes, porque mientras caminaba hacia el altar, te vi sentado en la primera fila.

La imagen vuelve a mi cabeza y sonrío.

-El traje te quedaba excelente, déjame decirte -rio por lo bajo -. Sabía que no me ibas a abandonar en un día especial, porque siempre estuviste en los mejores momentos. Mi boda no sería la excepción -reconozco -. No se lo comenté a nadie. Todavía no lo he hecho. Quizás me podrían llamar supersticiosa, y no me importa, porque verte, así haya sido producto de mi imaginación, me dio las fuerzas para caminar con el mentón el alto -hago una pausa, reteniendo las lágrimas -. Gracias por estar ahí, Mateo.

Verlo allí, junto a Pilar, con una sonrisa en el resplandeciente rostro me hizo estremecer. Por un segundo pensé que estaba enloqueciendo, pero luego supe que él no podría haberse perdido tal evento de magnitud en mi vida. Ni siquiera muerto. Él claro que estaría ahí.

-Tu tocayo tiene un año y medio -sonrío, cambiando el tema -. Tomaré provecho de que no está Pilar acá para decirlo, pero ese niño es idéntico a su padre -admito -. Dios, parece que Pilar se quedó dormida mientras Cody lo daba todo allá dentro.

Tomo un segundo para reír de lo que he dicho, manteniendo la imagen de Teodore Bellinger en mi mente.

-Mi Teo es adorable. Tiene unos rizos castaños divinos, una sonrisa contagiante y da abrazos deliciosos -le cuento -. Pilar ha ganado tres Emmy y un globo de oro hace cinco meses y todavía los sigue festejando -rio -. Nuestra chica está triunfando, Teo -veo hacia otro lado, con la mirada perdida.

Le cuento todo. Sobre como fue mi regreso a la pantalla, mis planes para retomar la música, el nuevo puesto que ocupo en Cariecelli's Enterprises y cada cosa que pasa por mi cabeza. No dejo atrás la emoción que me causa decirle que Nemer venció la leucemia, que Shia está de novia con un chico maravilloso y de que Abdel junto a Kaley abrieron un pequeño centro comercial que poco a poco se va extendiendo.

HABACH: El precio de la fama. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora