CAPÍTULO QUINCE
BASTIAN.
Quinto inning.
El pitcher tiene la bola en la mano todavía, pero auguro su movimiento y declaran base robada cuando corro a segunda. El mánager del equipo contrario pide repetición pues no está de acuerdo con mi jugada. Cuando repiten la imagen se ve claramente que al momento de yo ir a mitad de camino fue cuando el pitcher lanzó la bola a mi compañero, quién le dan strike. De esa forma me dejan en segunda base.
Adbel batea y la pelota está dentro del cuadro, el árabe corre a primera pero logran atrapar ese elevado que se queda en campo corto, de tal manera es el último out del inning. Todos los jugadores nos vamos al dugout para prepararnos para la próxima ronda, donde seré jardinero.
Entro a la cueva con la mirada de algunos compañeros sobre mi, es un secreto a voces el que muchos de ellos no están de acuerdo con mi reintegración al grupo, pues opinan que no estoy del todo recuperado y eso podría perjudicar el juego.
Me siento bien, el doctor dice que estoy bien, en los entrenamientos lo hice bien, ¿cómo más quieren que les demuestren que estoy preparado? Si sintiera un mínimo de dolor o molestia yo sería el primero en decir Me voy, porque no se me da arruinarle el juego a mi equipo.
—Ya sabes —llega Abdel a mi lado —, si tienes alguna molestia es mejor que te retires, te puede perjudicar.
—Así que tú también —cruzamos miradas. El sabe a lo que me refiero.
—Bastian, creo en tu palabra, si dices que estás bien es porque seguramente es así —me asegura —, solo te doy un consejo, nada que ver con lo que hablan los demás.
—Te necesitan como pitcher —llega Cody. Lo miro extrañado y Abdel igual.
—¿Cómo?
—Brown no puede salir ahora y necesitan un lanzador para el próximo out —me dice.
Aprieto la mandíbula dándome cuenta de lo que hacen. Vi al mánager hablando con el entrenador, y estoy seguro que a pesar de haber demostrado que estoy listo, ellos no se sienten seguros conmigo, por ello me ponen en otra posición.
Acepto solo porque es mejor eso a que me dejen en el dugout. Me encamino al bullpen para comenzar a calentar mientras pienso en que ese maldito esguince me está cagando el partido.
Octavo inning.
El bateador estrella -como lo llaman- del equipo contrario se prepara en el bate. Kershaw capta las señas de Smith, el catcher, y tomando el debido impulso arroja la bola, haciendo el primer strike. Smith se la devuelve, repitiendo lo mismo, pero ésta vez se la pone en todo el bate porque logra darle y elevarla bastante, causando el griterío de la gente.
La bola se eleva tan alto y a tanta velocidad que todos los fanáticos del equipo contrario ya festejan el cuadrangular, pero yo no me voy a dejar meter un home run, por lo que voy en retroceso sin despegar la mirada de mi objetivo y cuando siento que va a salir hacia las gradas me impulso hacia arriba con todas mis fuerzas. Siento que me he elevado mucho del suelo pero vale la pena cuando logro capturar la bola y se siente la euforia del público porque nadie puede negar que fue una muy buena jugada que muy pocos logran hacer.
Cuando caigo choco contra la valla de una forma brusca. También siento un leve dolor en la rodilla donde tuve el esguince. Cierro los ojos un segundo pidiendo porque no me afecte en el resto del partido. El dolor como por arte de magia se va y siento que vuelvo a respirar.
El bateador parece sorprendido de que lo que ya todos veían como un home run haya sido el último out que lo dejó en el terreno. Una sonrisa ladeada aparece en mi rostro porque eso fue justo a mi ego.
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HABACH: El precio de la fama. ✓
De TodoHollywood no se reduce únicamente a la fama y el poder; también está impregnado de envidia y avaricia. La vida en este entorno no garantiza felicidad ni seguridad; en cambio, puede llevar a la infelicidad y a un constante estado de vulnerabilidad. K...