CAPÍTULO ONCE

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CAPÍTULO ONCE.

KAILANI.

Joder, ¿dónde carajos estará mi camisa? Recuerdo haberme deshecho de ella en la sala, pero ya he dado mil vueltas por el lugar buscándola y nada que la consigo.

Vislumbro a lo lejos algo azul y corro hacia él creyendo que es mi prenda, pero maldigo cuando la tomo y me doy cuenta que es de Bastian.

Si no salgo ahora no alcanzaré a llegar a tiempo a mi casa para arreglarme e irme a la prueba de vestuario, así que me coloco la camisa del italoamericano y salgo del apartamento con las pocas cosas que traje anoche, abordando el ascensor.

Los guardaespaldas se sobresaltan al verme con tanto apuro, pero ignoro sus miradas subiendo a la camioneta, no sin antes recordarle a Arrioja que no le mencione nada a nadie de mi familia.

●○

—Santa Kailani, te voy a rezar todas las noches para ligarme a un beisbolista sexy —dice Pilar en su típico tilde exagerado.

—Payasa —le acuso.

—Estoy hablando en serio —asegura —. Yo pensé que terminarías con un actor desabrido como Luke O'Sullivan, pero mira, me has sorprendido.

—Lo de Luke y yo era algo sin importancia.

—¿Era? Hablas en pasado y el tipo aún pregunta por ti —pongo los ojos en blanco.

—El desquiciado que está tras de mí y Luke hacen que quiera abandonar la ciudad y hasta el país —digo —, y si es posible, también el continente.

—Pero Bastian es quién te mantiene aquí —dice en un tono divertido.

No respondo. Me siento en el sofá guardando lo necesario en mi mochila, si salgo en diez minutos de mi casa llegaré a tiempo a mi compromiso.

—El que calla otorga —sigue.

—Mis papás, hermanos, tíos, primos y mejores amigos viven aquí —nombro —, ¿y tú crees que no me quiero ir a otro lugar por un hombre?

—Si, lo creo —dice muy segura. Bufo.

—Pensé que me conocías.

—Lo hago, amor.

—No parece.

—Pues si es así —se cruza de brazos —. ¿Qué vas a hacer con todo este embrollo del beso?

Suspiro. Había olvidado eso por completo.

—No lo sé, Tiffany se encargará, supongo —me encojo de hombros —. Todos piensan que estamos en una relación por su culpa.

—¿Y es que no lo están? —la miro.

—No, Pilar.

—¿Segura? —entrecierro los ojos en su dirección.

—Claro que si.

—Entonces, ¿solo cogen y ya? —vuelvo mi vista a mis cosas. Muerdo mi labio inferior disimuladamente.

—Solo ha pasado una vez...

—Pero tú quieres que se repita —afirma.

—La verdad es que si —no tengo porqué mentir.

—Así que, ¿sientes atracción por él? —vuelvo a mirarla.

—¿Esto es una clase de interrogatorio?

—Amor, solo quiero que me respondas ciertas preguntas para poder cantarte algo que escuché —dice reprimiendo una risa. Frunzo el ceño confundida.

HABACH: El precio de la fama. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora