CAPÍTULO TREINTA Y UNO.
KAILANI.
—.... me dijo que era un fan, yo le creí hasta que sentí el arma en mi vientre y luego me llevó hasta su auto —trago —. Justo le había pedido a los escoltas que me dejaran sola porque me sentía asfixiada, y supongo que él lo notó porqué sacó provecho.
—¿Que pasó luego? —el detective toma notas.
—Una vez en el auto le pedía que me dejara ir, le dije que no lo echaría de cabeza, pero él ni siquiera habló. Minutos después llegamos a la construcción abandonada, él me dejó allí y se fue por unas cuatro horas, hasta que regresó y se sentó frente a mí, fue entonces cuando habló.
Su mirada penetrante me hace temblar, aún así esté a unos metros de mi es como si pudiera sentir su aliento en mi cuello.
—Eres hermosa.
—Por favor, no me hagas daño, te juro que no iré a la policía. Cuando pregunten diré que necesitaba un tiempo a solas y por eso me les escapé a los guardaespaldas pero—alza la mano para que me calle. Hablé tan rápido que me quedo sin aire.
Sólo pienso en lo que tengo en el vientre. En mi bebé que debe estar sintiendo todos mis miedos, nervios y preocupaciones.
—¿Quién dijo que quiero herirte? —cuestiona —. Jamás haría eso.
—Pero tú... ¿tú eres el del atentado?
—¿Por eso me recuerdas? —ladea la cabeza —¿Y qué de la carta tan divina que te hice? Me gustaría que me recordaras por eso.
—Enfermo... —susurro con desprecio.
—¿Enfermo? —suelta con cierta burla.
—Mataste a todas esas chicas —comienzo —, actrices, modelos, presentadoras. Eres un jodido psicópata.
—Ah, si, que buenos momentos aquellos —hace como si recordara. Esta desquiciado.
—¿Que quieres?
—¿De ti? De ti quiero mucho, खूबसूरत महिला —frunzo el ceño con lo último. Desconozco el idioma —. Bella dama —dice al entender mi gesto —, eso eres, una hermosa mujer digna de admirar.
Me estremezco con la forma en la que me mira. Tiene los antebrazos sobre sus piernas y su cabeza fija en mi dirección sin dejar de verme.
Ojeo el lugar y no sé ve ni una puta ventana. Me hizo tapar los ojos en el camino, así que no sé dónde coño estoy, pero por lo que tardamos en venir, calculo que no hemos salido de Los Angeles.
—No sé que me pasa contigo pero... —hace una pausa —, no eres como las demás.
Aprieto el agarre en la mano de Bastian, quien me da una mirada reconfortante. Sigo:
—Después me empezó a hablar de cualquier cosa, me dijo su nombre, no me hacía sentido nada —recuerdo —. Nada con relevancia, la verdad —me quedo callada pensando —. Aunque mencionó algo sobre que él no era la única bestia.
—¿Eso le hace sentido? —cuestiona el director Hootstein.
—El me dijo algo así a mi también —agrega Bastian —, que esperaba que me diera cuenta a tiempo y mantuviera a salvo a Kailani.
—Así que, ¿tenemos a otro criminal? —habla el primo del italiano.
—Eso parece —el detective sigue haciendo anotaciones.
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HABACH: El precio de la fama. ✓
AléatoireHollywood no se reduce únicamente a la fama y el poder; también está impregnado de envidia y avaricia. La vida en este entorno no garantiza felicidad ni seguridad; en cambio, puede llevar a la infelicidad y a un constante estado de vulnerabilidad. K...