Capítulo 11: ¿Ahora tú y yo somos...?

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Los minutos que faltaban me resultaron eternos, sentía que el tiempo transcurría más lento que antes debido a lo impaciente que me mantenía, pero a las diez de la mañana la reunión finalizó y como habría una reunión después que la nuestra, David y yo nos escabullimos para irnos directo a la salida.

Desde la empresa su casa es la más cercana, así que ambos nos metimos en su auto y como mi diversión aún no acababa, mientras conducía le iba subiendo considerablemente a las vibraciones haciéndolo suspirar y jadear en su auto.

–Haah...Jordán...–suspiraba moviendo sus caderas a medida que trataba de concentrarse en la carretera.

–Te ves tan sexy...–confesé.

Me resultaba encantador, sus mejillas sonrojadas, sus labios ligeramente separados debido a los suspiros que dejaba salir, además la forma en la que mantenía apretadas sus rodillas lo hacía ver muy estimulante.

–N-No puedo...–dijo bajando una de sus manos hasta su entrepierna– b-bájale... m-me voy a correr...

–¿Qué le suba? –pregunté manteniéndolo en las máximas vibraciones que humedecieron su traje muy cerca de su elegante departamento.

David jadeaba completamente caliente, una vez que llegamos a su departamento comenzó a quitarse la ropa dejándome ver cuán ansioso y mojado se encontraba.

El vibrador había logrado dilatarlo por completo, cuando llegamos a su cama él sólo deseaba tenerme dentro, así que con ayuda de sus dedos se quitó el vibrador y me rogaba para que me introdujera dentro.

Como soy un hombre de palabra, por supuesto que obedecí y una vez que me quité por completo mi traje, lo penetré con rudeza haciéndolo temblar de placer, de hecho, pronto comenzó a gemir por más a medida que se aferraba a mi cuerpo.

–¡nngh...! ¡ah...! Jordán... nnngh...! –gemía antes de tomarme de las mejillas para que lo viera a los ojos– que delicia...– me aseguró acercándose a mis labios.

–¿Te gusta más el mío...? –pregunté rozando sus labios con los míos.

–¡Ah... sí...!– me respondía con los ojos prácticamente en blanco– m-mi vientre hormiguea...–dijo dirigiendo sus manos hasta su abdomen– puedo sentirte aquí...–añadió mordiendo mi labio inferir– ¡nnngh...! J-Jordán... ¿p-puedo morderte...? –me preguntó acercándose a mi cuello.

–Pero no estás en celo...–dije estremeciéndome tras sentir como sus dientes se rozaban en mi cuello– sólo conseguirás despertar mi celo...–le aseguré.

–Sí...–dijo levantando la mirada– quiero eso...– me aseguró abrazándome– quiero que pases tu celo conmigo...

No pude evitar sonreír, la mordida de un omega sólo tiene efecto cuando ambos están en celo, por ello no tuve problema en aceptar, que me mordiera ahora no lo enlazaría a mí, de hecho, sólo me hacía sentir nuevamente mi ciclo de celo, algo que eventualmente traería sus consecuencias, de todas formas, mi mente se mantiene en blanco hasta que consigo satisfacer mis deseos, ahora mismo estoy prácticamente a su mereced y lo único que deseo es complacerme con ayuda de su cuerpo.

Las horas que pasan no tienen importancia, como él es omega y yo un alfa, podríamos hacerlo dos días seguidos sin ningún problema, a diferencia de los betas, quienes sólo pueden durar unos diez minutos o un poco más como máximo.

Claro que, como él no estaba en celo, lo de durar dos días no era posible, aunque haría mi mayor esfuerzo para disfrutar al máximo de este maravilloso placer que me hace sentir.

...Varias horas más tarde...

Se suponía que hoy debería de estar trabajando, me tomé varios días de descanso y sin duda hay bastante trabajo esperando por mí en la oficina, aunque supongo que sí estoy con el jefe no recibiré ninguna clase de castigo, de todas formas ¿Quién podría castigarme? David es el único que podría regañarme y literalmente se encuentra apegado a mi pecho luego de una intensa ronda de placeres.

Mi Omega [Bl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora