Capítulo 38

1K 126 31
                                    

El suave sonido de la máquina que revelaba el ritmo de sus pulsaciones de David me ponía nervioso, sobre todo porque la habitación se mantenía silenciosa.

A David lo trajeron a una habitación espaciosa y privada donde podía recuperarse mientras la cuna de nuestro hijo se mantenía al lado de su cama, ya que era evidente que David querrá tenerlo cerca una vez la anestesia deje de tener efecto.

Nuestro bebé, luego de mantenerse irritable debido al malestar que sentía, se durmió, logrando detener sus lágrimas que evidenciaban el dolor de su inocente cuerpo.

Él no debería estar aquí, ¿Quién está tan enfermo como para atropellar a una persona que lleva a un bebé? Los oficiales no me han dicho quién ha sido el responsable de toda esta situación, pero puedo hacerme una idea.

Estoy triste, enojado, preocupado, siento como la impotencia se desliza a través de mis venas, expandiéndose a lo largo de mi cuerpo.

Mi esposo está tendido en una camilla de hospital, ¿Cómo debería sentirme con respecto a esto? Hace apenas unas horas lo tuve entre mis brazos, pude ver su sonrisa, sentir su alegría en el tono de su voz, además pude ver a mi hijo sano, luciendo como un bebé saludable y bendecido.

Esto se siente como una pesadilla, una que me tortura con la incertidumbre de no saber lo que ocurrirá.

Ahora mismo no deseo hablar con nadie, ni siquiera le he avisado a mis padres sobre la situación, simplemente soy un cuerpo que se deja llevar por la situación, sin detenerse a pensar en lo que pueda sentir.

Sólo tengo mente para David y nuestro hijo, ahora mismo no me importa nada, mi mente sólo se centra en ellos, en su bienestar.

No me quiero alejar de ninguno, mi mente sólo piensa en lo que podría llegar a sentir mi esposo al despertar en un lugar como este sin tenerme como compañía.

Realmente no deseaba moverme de su lado, pero una enfermera me sugirió traer sus cosas para que pudiera cambiarse una vez pueda irse, añadiendo también que mi bebé necesita ropa limpia y pañales.

Había olvidado que debía cambiarlo de ropa, como David ahora mismo lleva puesta una bata de hospital, también necesitaba un nuevo cambio que lo hiciera sentir más cómodo.

Me alejé sólo con ese objetivo, armando un bolso con cosas para ambos, dándome cuenta de que necesitaría un bolso exclusivamente para nuestro bebé y otro para David.

En el bolso de David puse algunas cosas mías, de ese modo podría cambiarme allí y permanecer a su lado sin tener que alejarme de nuevo, al menos no hasta que le den el alta.

Estaba poniendo los bolsos en el carro cuando por la espalda sentí un pinchazo en el cuello, haciendo que de modo inmediato me llevara la mano al cuello, visualizando un pequeño dardo que me hacía sentir el cuerpo pesado, incluso mi vista se tornaba borrosa y distorsionada.

No sabía qué estaba pasando, simplemente perdí las fuerzas en mis piernas, cayendo sentado en el suelo donde pronto vi una sombra saliendo de entre los arbustos.

Gracias a lo borrosa que se volvió mi vista no fui capaz de ver quién era aquella persona que se acercaba, sin embargo, a pesar de que sentía mi cuerpo inmóvil, trataba de no dormirme.

No lo conseguí.

Mi cuerpo dejó de funcionar y finalmente mis ojos se cerraron, dejándome completamente indefenso en las manos de aquella persona.

...Narra David...

Desperté por los rayos de sol que entraban por la ventana, al principio no comprendía qué estaba ocurriendo, es evidente que no reconocía el lugar donde me encontraba.

Mi Omega [Bl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora