Capítulo 33

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Como era de esperarse, una vez terminada la ceremonia recibimos las felicitaciones de nuestros invitados, o al menos los más cercanos que no pudieron esperar a llegar a la zona de la fiesta. Mis padres lloraban de felicidad mientras le pedían a David que me cuidara, incluso me regañaron diciendo, "¿¡por qué esperaste tanto!?", haciéndonos reír.

Hoy es un día muy especial, aunque como David tiene tres meses de embarazo, sus náuseas aún lo mantienen con un apetito especial, por ello, nuestra cena era totalmente diferente al de nuestros invitados, ya que como comeré al lado de David, no puedo comer carne ni nada que produzca un olor que le cause náuseas.

—Quiero helado de arándanos...—murmuró mientras yo lo miraba con cierto enfado.

—¿Es en serio? —le pregunté haciéndolo reír.

Como sé que le gustan los helados, compré varios sabores para sus antojos, sin embargo, él me dijo que no deseaba helado de arándanos justamente porque no le gustaba, ¡así que no lo compré!

—No soy yo, es el bebé...—me dijo tomándome de las mejillas con tal de robarme un beso.

—Si no fueras tan lindo, definitivamente lograría negarme— le aseguré atrapando sus labios antes de alejarme— regreso enseguida.

—Pero los invitados...—murmuró nervioso— espera, no es necesario que vayas ahora, puedo engañar al bebé comiendo arándanos.

—Sólo serán veinte minutos— le aseguré mientras él me miraba preocupado— ¡Atención por favor! —dije para ser escuchado por nuestros invitados— mi bebé quiere helado de arándano, así que pido disculpas por mi desaparición.

—No quiero quedarme solo...—me susurró David, avergonzado por la mirada de todos.

—Vendremos enseguida, pueden disfrutar de la fiesta por nosotros— añadí tomándolo de la mano antes de caminar hasta el auto.

Sin duda esto era algo divertido, no estaba en mis planes, pero ambos estábamos vestidos de una forma elegante e incluso se evidenciaba que éramos los novios de la boda, ya que, dentro del supermercado, éramos los más visibles. Normalmente cuando vas a un supermercado no te vistes de esta forma, así que mi amado estaba un poco avergonzado, pero feliz por conseguir helado.

No nos tardamos demasiado encontrándolo, más bien como la fila estaba enorme, tuvimos que esperar unos treinta minutos hasta que por fin logramos pagar y regresar a nuestra fiesta. Cuando recordemos nuestra boda, sin duda nos acordaremos de la inusual situación en el supermercado.

Una vez que llegamos, David se sirvió helado y mientras la gente bailaba e incluso conversaba entre ella, él disfrutaba con una sonrisa cada cucharada.

Por supuesto que la fiesta transcurrió como lo habíamos planeado, incluso bailamos el vals y disfrutamos de un romántico momento que me hacía olvidar lo avergonzado que me sentía antes. Era sin duda adorable el hecho de bailar con mi amado, su mirada resplandecía, nuestro momento era casi mágico y gracias a que había cámaras, sabíamos que podíamos guardar este momento por siempre.

Como era de esperarse, varios invitados me preguntaron por qué no envié a alguien más en busca del helado, sin embargo, a veces los antojos de David duran sólo un momento, por lo que me hace sentir mal el hecho de enviar a alguien a comprar cuando es muy probable que cuando lo traiga, David ya no lo quiera. Esto es algo que suele pasar, no es a menudo, pero es algo que ha pasado y él se siente igual de mal tras tener náuseas una vez que ve lo que tanto deseaba.

Como era de esperarse, la celebración de nuestra boda fue increíble, yo lo disfruté mucho, tuvimos la oportunidad de disfrutar con la gente que nosotros deseábamos tener en un momento tan especial como este, además el hecho de pasar nuestro día con nuestros amigos y mis familiares, era divertido, tanto que estuvimos celebrando hasta las cinco de la mañana.

Mi Omega [Bl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora