CAP 40

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Él estaba encima mío, veía su torso y su abdomen marcado lleno de una capa de sudor, sentía sus embestidas. Mire su rostro él bajó la mirada, se veía malditamente hermoso, su cabello cubría sus ojos, mientras que de su cara el sudor le recorría, lanzó una sonrisa pícara y volvió al morderse el labio mientras daba otra embestida, su mano la tenía a lado de mi cabeza apretando la sábana. La otra la tenía en la cabecera de la cama apretando y moviendo bruscamente al ritmo de la embestida. Soltaba gruñidos tan sensuales y eróticos. Sus brazos se marcaban de venas. Sentí otra embestida y de repente…

Me levanté de golpe. Sin pensarlo salí de la cama, me caí en el proceso. Llegué al baño. Me quité el vestido y examiné mi cuerpo. Estaba intacto. Entonces ¿Todo fue un sueño?
Aunque puede que no lo sea, digo tal vez sea el recuerdo de lo que pasó ayer. Pero no tengo marcas, ni en la cadera. Tampoco me siento diferente. Con Jerome me duele la cadera o los senos de tanto que los aprieta. Tal vez si fue un sueño o que Max es dulce en el sexo. No, no puede ser. Me metí a la ducha.
Recordé el sueño, sus dedos tocando mi piel y su boca besando la mía. Negué con la cabeza.
Mentalmente le fui infiel a Jerome, un sueño erótico es el deseo del subconsciente de querer el aprecio y sentir amor de esa persona.
Yo no busco eso en Max. Bueno quien sabe. Me duche con la cabeza llena de dudas. Pero de momento solo tengo algo seguro, quiero regresar a Gotham.
Salí de la ducha me envolví en una toalla. Vi a Max viendo la foto de nosotros. Esperen, ¿Él estaba aquí? ¿Eso significa…? Él estaba aquí, ¿Si dormí con el?

—¿Qué haces aquí?

—Ah, Ana buenos días, que linda foto. —me miró y bajó la mirada. —No sabía que te duchabas, lo siento mucho. ¿Cómo estás después de ayer? Estoy algo adolorido.

¡¿Qué?!

—¿Qué?

—Bueno te colgaste de mi cuello, eso lastimo algo mis hombros. —se acarició el hombro izquierdo. Con ese brazo movía la cabecera.

Esto es…

—O… oye. —tartamudee. —Tu y yo… ya sabes, tuvimos algo anoche.

El me miró confundido.

—¿Algo, como?

Bufé y apreté más la toalla.

—Tuvimos… ya sabes, sexo.

Él soltó una risa.

—No creí que tuvieras ese recuerdo. Fue tanto para ti. —soltó.

Lo miré sorprendida y aterrada.

—Por supuesto que no tuvimos sexo, ayer tomaste y te embriagaste. Tu amigo me ayudó a traerte, cuando te dejamos en tu cama salimos y regresamos al bar a cuidar a Diana. No me aprovecharía de una mujer en estado de embriaguez, no soy ese tipo de hombre. Una mujer en vulnerabilidad debe ser cuidada,  no abusada. No lo haría así contigo.
—me explicó. —Solo que entre a verte por qué ayer ya no te veías bien. Aproximadamente hace cinco minutos. Tranquila, tu amigo tampoco hubiera permitido que entrara aquí. Puedes estar tranquila. Me retiraré para que te cambies.

Sonrió y salió.
Tomé mi teléfono, lo abrí y llamé.

—El vuelo más pronto a Gotham por favor.

Segundos después contestaron.

—Sale a las ocho de la noche.

—Excelente, necesito un boleto.

Sonreí, voy por Jerome. Se que no debería tener el descaro de hacerlo puesto que le declare amor a otro hombre. Pero se lo prometí, prometí que regresaría. Llevo más tiempo aquí del que tenía planeado. Me acostumbré al sexo con Jerome que tan solo soñar que lo hice con otro hombre no llenaba expectativas. Jerome, ese pelirrojo sexy que tiene las manos muy grandes, esas manos que enloquecen mi ser. Su sonrisa es tan pícara que con verla se que me desea y de la misma forma yo también lo hago. Su torso marcado y lleno de cicatrices. Sus labios hacen maravillas en mi cuerpo. Recordar cómo teníamos sexo me calentó un poco. Sabía que lo necesitaba y ahora más que mi cuerpo subió la temperatura y pidió caricias. Me levanté y cerré con seguro, me acerque y cubrí la ventana. Me recosté en la cama, me quité la toalla, comencé a masajear mis pezones con los dedos índice y pulgar. Los retorcía como lo haría él, de un lado a otro sin lastimarme. Los acaricie con la palma de la mano completa como lo haría él, los apreté y solté el primer gemido. Los pellizque y jale un poco. Baje mi mano por mi abdomen y toque mis muslos acariciando solo con las yemas de los dedos como lo haría él. Podía recordar sus jadeos y gemidos, incluso sus leves insultos que para mí eran eróticos. Soltaba gemidos a medida que mis manos masajeaban mis muslos, tentandolo a qué ya subiría mi mano más, pero era un juego que Jerome tenía conmigo; hacerme rogar. Así que no subí mi mano, mientras la otra masajeaba ya bruscamente todo mi seno. Subí la mano y comencé a masajear mis labios lentamente, los abrí un poco y comencé a masajear los internos. En este punto Jerome diría: "¿Quieren qué comience? O ¿Seguimos jugando?" Mientras lo acompañaba con una risa al final, la cual claramente era para burlarse de mí. Asentí bruscamente como si él estuviera viendo esta acción. Solté una petición al aire y comencé a masajear mi clítoris de un lado a otro. De un momento a otro termine con ese nudo y esa presión llegando a un tan preciado orgasmo.
Ahora me siento algo extraña. Me puse un vestido y acomodé mis maletas. Tomé la cámara instantánea y fui a mi balcón tomando fotos de medio día y del mar. Jerome tendrá fotos. Tome fotos de casi todo así que saldrá bien.

ONE BAD DAY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora