Unos días para que yo cumplo veinte años. Señores y señoras, soy vieja. Al fin tomé la decisión de a dónde iríamos. Clearwater Beach, es una playa entre Florida y el golfo de México. En realidad la otra opción era Acapulco, según mi amiga la bella mexicana, dijo: "Ustedes y sus playas, sin duda como Acapulco ninguna, es una playa excelente".
Por un momento iba a aceptar ir, pero cuando tenía seis años mi mamá me llevó ya que ahí en específico se enamoró de papá. Desde niña soñé con encontrar el amor ahí, que equivocada estaba. Yo encontré el amor en Gotham y sorprendente floreció en Arkham. Jamás creí que así sería mi historia de amor. Mi historia de amor planeada era así:Chico pelinegro de ojos cafés busca chica que sorprendentemente se enamora en un restaurante y bailan una canción lenta, mientras que el sol se apaña. Después se hacen novios y se aman siempre. Un amor de quince años.
Pero mi historia de amor real es así.
Chica va a hacer un trabajo de fotografía, conoce a un chico pelirrojo y se acuestan, después ella lo frecuenta y descubre que mató a su madre. Lo visita en un hospital psiquiátrico y se encariñan. Lo ve morir y revive. Se vuelven a encariñar y ahora ella se enamora en cuatro paredes del hospital psiquiátrico. Con diecisiete y diecinueve años.
Creo que cada que pienso en esto me parto de risa. Ahora estoy acostada, en unas horas tengo que visitar a Jerome, pero ciertamente ahora es un maldito niño berrinchudo.
Estoy sentada enfrente de Jerome mientras él solo está acostado viendo el techo. Se tronó los dedos y suspiró. Me levanté y me senté a lado de él.
—Es de verdad Jerome, no me hablaras. -dije molesta-.
Él alzó los hombros y siguió viendo el techo.
Eso no es todo lo intente de mil maneras, pero Jerome es algo idiota.
Era lo mismo de todos los días de visita, el estaba acostado o viendo su libreta. No me prestaba atención. Ahora estaba acostado jugando con su pelota. Me harté y me acerqué a él. Le di un beso en el cuello. El no me miró, rodé los ojos y me subí encima de él. Me senté en su cadera. Besé sus labios y él siguió el beso. Pero cuando acabó él me miró y miró a otro lado. Me fastidie, tome mis cosas y salí.
Sin duda Jerome es un niño berrinchudo, del que me estoy molestando un poco. Estoy acostada en mi cama sin ninguna preocupación. Mire mi reloj, aún no es hora. Mire mi lámpara de la mesa de noche y vi la foto más importante de mi vida. Me levanté y la sujeté con ambas manos. Me recosté mientras la veía.
Lo que veía era a una mujer delicada, pero fuerte, una mujer hermosa, una mujer de cabello corto ondulado, sus cabellos eran castaños como los míos, sus ojos cafés que eran lindos. Una sonrisa discreta pero amable y cálida. Vestida con un vestido princesa hasta la rodilla color violeta. A lado de esa mujer se encontraba un hombre muy alto con un traje estilo americano color negro y una corbata roja. El tiene tiene el cabello corto peinado hacia atrás, su vestimenta era impecable. Siempre es impecable. Un reloj en la muñeca derecha. Mostrando una sonrisa encantadora, muy amplia. En medio de ambos se encontraba una niña de seis años, la niña tenía un vestido muy bonito, era muy ampon y era de color rosa. Tenía un suetercito blanco y una linda diadema de diamantes. Esa niña sostenía la mano del señor. Ella sonreía mostrando los dientes. El fondo de la foto era el jardín de afuera. Estaba soleado y se lograba ver un árbol de durazno. Se veía el amor, se veía nuestro amor. Éramos muy felices, a los seis años todo era genial. No había nada que no fuera genial. Mis padres se amaban, mis pequeños amigos eran amables y jugaban conmigo. Mamá me acompañaba al cine o al circo. Papá me ayudaba con mis clases de violín y las de piano. Leímos juntos "La odisea" de Homero. Me contaban cuentos e historias graciosas. A los siete tocaba ambos instrumentos, no con habilidad, pero lo intentaba; mamá me llevaba a pasear y me malcriaba. Aunque también eran demasiado estrictos en base a mis lecciones y mis modales. Mamá siempre decía "Hazlo como una dama" y es lo que hago. Cómo una dama. Debía ser una buena niña. Saludar, despedirse, mantener conversaciones y ser cordial como toda una dama. Recordar incluso sus regaños.
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ONE BAD DAY
Fanfictiontrata de esa hermosa chica, millonaria y alegre, y ese psicópata, asesino obsesivo.