Las nubes que no dejaban que la luna se viera en su máximo esplendor me indicaron que llegue a Gotham. Otra vez aquí. Suspiré, después de bajar del avión y llamar a un taxi para llegar a la mansión Harris, intenté ver a Bruce. Pero es algo tarde será mañana, quiero ver a Jerome pero mi culpabilidad me dice que no. Llegué a casa algo triste y pensativa. Tal vez visite a Oswald mañana. Sería genial hablar de esto con alguien.
Cuando abrí la puerta ví a mi padre hablar con Olga y Marcus. Me acerqué y saludé, papá está aquí.—Buenas noches. —Solté de sorpresa a lo que todos voltearon—. Padre de mis amores que milagro.
—Mi princesa, se supone que iría por ti al aeropuerto cuando llegarás.
—Quise llegar de sorpresa, genial; arruine la mía. —me burlé, abracé a mi papá por el torso—.
—Olga sirve la cena, quiero conversar con mi niña seriamente.
—¿Me metí en problemas?
—Nada de eso. Ahora sé que estás cansada pero solo cena conmigo ahora.
Asentí y me senté en el comedor que solo se usaba en las cenas de navidad y cumpleaños.
Llegó Marcus con el vino.
—Señor. —sirvió la copa de papá—. Señorita Harris.
Le ofrecí mi copa y papá me miró extrañado, pregunté el por qué de su comportamiento y él respondió:
—Mi niña creció rápido, ya bebe alcohol.
Reí escandalosamente.
—Te ríes como la señora Harris.
La cena transcurrió entre pláticas de su empresa y su novia, él quería que hablara de mi viaje, le conté las partes buenas.
—Sé que suena grosero. —deje los cubiertos en el plato—. Lo amo más que a nada, pero es raro que usted me visite.
Dejo igual los cubiertos y me tomo las manos.
—Hace tres noches soñé con mi muerte. —se veía concentrado—. Dejaba a Sandy llorando y a ti peor. No sabía qué hacer, cómo no he organizado nada por si algo me pasa trato ahora de hacer todo bien por qué no sé cuando me suceda. En mi casa con Sandy todo está bien ahora, la empresa la planeó dividir en tres, algo para mí aprendiz, algo para ti y lo último será para nuestro nuevo socio. Claro que lo tuyo es más, esta casa será tuya. Parte de lo demás es para Olga y así con lo más pequeño.
—¿Usted llegó hasta aquí solo para comentar su testamento?
Negó.
—Te quiero presentar al nuevo socio.
—Presentar de manera…
—Solo te lo presentaré, depende de ti su lazo. Pero quiero que se lleven bien para que no tengan problemas.
Lo mire molesta.
—No Ana, tu no viste lo que yo. Él es un buen muchacho, claro es un poco especial en la vida social. Digo la sociedad lo toma por un joven solitario, pero quiero que tengan algo aunque sea bueno.
Asentí, por lo que entiendo mi papá me quiere presentar a un pretendiente, como le explicó que acabo de rechazar a uno justamente en la mañana; entre platicas y reclamos míos sobre el por qué no me visita, me sentí en casa nuevamente como en las cenas de mi cumpleaños.
—Cuenteme algo interesante. —le dije mientras mi mentón lo acomodaba en mi puño—.
Los ojos de mi padre se cristalizaron.
—La señorita Harris, ahora es una mujer hermosa. —sus ojos se cerraron dejando caer una lágrima, sujeto mi otra mano y la beso—. Cuando dejaste de ser mi niñita llorona y escandalosa. Algo interesante, pues… Ya sé, la última persona en la que piensas al dormir es la razón de tu felicidad o dolor.
Abrí mis ojos sorprendida, papá es un lector de poesía y de infinidad de libros de romance. Siempre dice poemas o frases que nunca entendí, está si la entendí. Por qué pienso en él.
—Ese dato es algo parecido a la frase: A veces, el mayor acto de Amor, equivale al más grande dolor; Amar y decir adiós. —sonrío feliz—. Del poeta A. Kundera. Nuestro último pensamiento es para eso, dolor o amor.
Le di un beso de buenas noches, me fui a acostar, pensando en él. Nuevamente en el, me abracé debajo de las cobijas como cuando tenía miedo a la noche. Poco a poco entre pensamientos me gano el sueño.
—Despierte señorita, su padre espera en el comedor. —dijo Olga.
Me puse mi bata y baje a desayunar.
—Eres una perezosa. —dijo mientras sorbía de su taza de café y leía el periódico—. Se supone que ya debería estar cambiada y arreglada.
Es cierto, mamá y papá tenían una regla, a la mesa siempre arreglados. Me duchaba muy temprano para ir al colegio así que siempre desayunaba bien cambiada y peinada.
—Hace años que desayuno en pijamas y sin retocar mi cabello, ya no me va eso. —tome de mi taza mientras veía la ventana—.
Sentí su mirada pero la ignoré. ¿Con qué derecho me reprocha?
—Así que eso ya no le va. Creí que sería una costumbre. No importa, mi invitado llega a las veinte horas, te necesito presentable. Anoche comentaste que saldrías.
—Si a visitar a un amigo.
Desayunamos entre una charla sobre mi madre. Ahora entiendo que ninguno de nosotros va a superarla ni dejarla ir. No lo haremos, yo no al menos.
Me fui arriba a cambiarme. Hoy daré mi maldita cara de hipócrita con Jerome. Ya me imagino: "No Jerome no conocí a ningún muchacho". Dios santo cuando fui tan idiota. En serio no me creo que hice eso en más de dos semanas. Pero ya no hay vuelta atrás. Me ducharé en silencio… ya veo por qué nunca lo hago en silencio, es aburrido.
Escogí un conjunto
Baje, papá leía un libro y bebía té, eso fue tan nostálgico. Cuando hacía eso mamá leía a su lado. Ambos se comentaban sobre el libro del contrario entre besos, roces de naríz y caricias en la mano. Ambos voltearon a ver a una niña en el patio jugando al columpio en un árbol. Sonreí y me conmoví. Papá apartó la vista del libro y me miró.
—"La belleza solo sirve para marear un par de ojos, pero para estremecer un alma, se necesita más que eso". Andrés Ixtepan. —dijo en su asiento alzando la voz de forma agradable—. Tú puedes hacer ambas. Eres hermosa, mi princesa.
Lo abracé y me despedí. Pedí un taxi y fui a ver a Jerome.
Holis, aquí está el capítulo. Ya estoy escribiendo el otro.
Tengan linda noche y disculpen.
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ONE BAD DAY
Fanfictiontrata de esa hermosa chica, millonaria y alegre, y ese psicópata, asesino obsesivo.