Sin promesas.

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La noche había caído y era hora de salir a cenar. Las chicas habían pasado lo que restaba del día desnudas en la cama, hablando de sus vidas, de sus sentimientos, de sus deseos. De lo felices que estaban de poder volver a estar juntas. Los besos fueron generosos al igual que las caricias y las miradas de amor. Al rededor de las 7, Lisa besó a Jennie con ternura y le dijo:

- Debemos levantarnos, princesa. Debes comer algo... A decir verdad, yo también debería comer algo, llevo varios días sin tener una comida real.

- No me gusta que no comas bien y lo sabes, mi amor. Por favor, no lo vuelvas a hacer.

Jennie se levantó y se quedó de pie a un costado de la cama, su cuerpo desnudo era delicado y perfecto. El delgado cuello que terminaba en clavículas que se marcaban y daban paso a un par de pechos cuya sutil caída parecía desafiar la gravedad. Su abdomen plano y su sensual obligo contorneados por la preciosa y diminuta cintura le daban una apariencia especialmente femenina. Los brazos se posaban suavemente a lado y lado de la ancha cadera que daba paso a unas gruesa y firmes piernas sostenidas por unos delicados y pequeños pies. Lisa la contempló un momento y agradeció en su mente por poder estar con ella. No sólo era preciosa, sino también su lugar de paz.

Al cabo de algunos segundos, Jennie extendió su mano y llevo a Lisa a la ducha. Tomaron un baño, se vistieron y fueron al restaurante a cenar. Por fin había llegado el momento de poder recomendarle un plato del menú a Lisa.

- Buenas noches, señorita Kim, qué gusto verla - Dijo con amabilidad el mesero.

- Buenas noches, Carlos, qué gusto verte a ti. Te presento a Lisa Manoban, aunque es probable que ya la conozcas.

- Señorita Manoban, por supuesto - Dijo el mesero haciendo una pequeña reverencia a la que Lisa respondió inclinando un poco su cabeza -. Habían pasado algunos meses desde su última visita, qué alegría tenerla de nuevo por acá.

- Así es, Carlos, gracias por la bienvenida.

- ¿Qué les puedo traer esta noche?

- A mí me puedes traer un plato de pasta carbonara de la casa, quiero celebrar - Dijo Jennie con una sonrisa que no ocultaba su alegría y su paz -. Me  gustaría recomendarte algo para celebrar ¿Puedo?

- Claro que sí - Respondió Lisa con algo de sorpresa -. Veo que eres una experta en el menú.

Jennie sonrió sutilmente y dijo:

- A la señorita Manoban puedes traerle un rib eye con vegetales. Vamos a acompañar la cena con una copa de Chardonnay y otra de Cabernet para la señorita Manoban. Gracias, Carlos.

El mesero se retiró al terminar de tomar la orden y, mientras estaba la comida, las chicas hablaron de cómo era que Jennie se había vuelto una conocedora del menú y de todos los platillos que había probado durante su estancia en el hotel. Disfrutaron de la cena con calma, cada una pidió una segunda copa de vino una vez terminaron de comer y hablaron por un rato más. Después de pasar una velada agradable, Jennie llevó a Lisa de la mano hacia el piano y la sentó a su lado. Con dulzura empezó a tocar una melodía de notas menores que la hacía sonar bastante triste. Luego de unos segundos, cantó con su voz sutil, casi susurrando la letra que hablaba de la falta que le había hecho y de lo inmensamente feliz que estaba porque estuviera de vuelta. Ninguna de las dos pudo contener las lágrimas, así que, al terminar la melodía, Lisa tomó las manos de Jennie entre las suyas y las llevó a su boca para besarlas con un amor tan profundo que casi se podía palpar.

Terminado el recital privado que Jennie le ofreció a su novia, ambas se dispusieron a dar un pequeño paseo por el verde prado que adornaba los alrededores de la construcción, para terminar en aquel mirador en que se habían sentado a hablar la primera vez que salieron. Jennie se sentó, abrió las piernas e invitó a Lisa a sentarse en medio, sin pensarlo mucho, ella accedió de inmediato. Jennie la abrazó fuerte por la cintura y disfrutó del delicado aroma de su cabello mientras le susurraba al oído que la amaba. El mirador era un sitio mágico desde el que podía observar la luces de la ciudad, cuyo caos una vez más se sentía lejano y ajeno a aquel momento idílico que parecía detener el tiempo.

- Lisa - dijo Jennie sin despegar la mirada de las luces lejanas y apretando un poco más el abrazo con el que parecía proteger a su novia - quiero decirte algo.

- Cualquier cosa - respondió recostando un poco la cabeza contra la mejilla de su novia.

- Nunca antes había sido tan feliz ni había experimentado tanta paz. Eres el regalo más grande que he recibido y no quiero pererte. Por favor, quiero que me hagas una promesa. Dime que siempre vas a estar a mi lado y que siempre vamos a encontrar la forma de solucionar cualquier problema que tengamos.

Hubo unos segundos de silencio, Lisa levantó su mano y la llevó hacia atrás para acariciar la mejilla de Jennie. Luego la llevó a su nuca y la atrajo para sella sus bocas con un beso delicado y profundo.

Después de pasar otro rato sentadas contemplando el paisaje, se levantaron y regresaron a la habitación. Jennie se puso uno de sus pijamas y le ofreció otro a  Lisa. Ambas se cambiaron en silencio y se acostaron. La mente de Jennie sólo se paseaba por aquel sospechoso silencio de Lisa cuando le pidió prometer que estaría a su lado siempre. Sin embargo, la actitud de Lisa parecía no haber cambiado en absoluto. 

Se acostó al lado de Jennie y la abrazó para luego llenar sus mejillas de tiernos besos y caricias.

- Eres preciosa, Jennie. Soy tan afortunada de que seas mi novia.

- Te amo, mi Lisa. Y aunque no me quieras jurar tu eterna compañía, te voy a amar con toda la intensidad hasta que tú me lo permitas. 

Lisa se limitó a sonreir y se levantó un poco para besar a Jennie con delicadeza y un amor que se podía sentir. Era el amor de su vida, pero no quería hacer ese tipo de promesas. Al menos no así.

Después del beso las dos permanecieron abrazadas hasta quedarse dormidas. Por primera vez en varios días, parecía que ambas iban a poder conciliar el sueño y dormir profundamente en los brazos de la persona que amaban.

Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora