En la habitación.

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La mañana llegó y con ella las ganas de Lisa de llevar a su novia nuevamente a su casa, a su hogar. Despertó temprano y sin hacer ruido se bañó y lavó sus dientes. Tomó prestada una blusa tipo camisa y una falda de Jennie, que combinó con los Nikes negros que había llevado. Salió de la habitación y se dirigió a la recepción.

- Buen día, Claudia. Qué gusto verte ¿Cómo amaneces?

- Buen día para usted, señorita Manoban. Estoy muy bien ¿Y usted?

- Bien, Claudia. Necesito tu ayuda. 

- Dígame ¿Cómo podemos complacer a una de nuestras mejores clientes?

- Verás. La señorita Kim no se ha despertado, pero en cuanto lo haga, nos dirijiremos al restaurante a tomar el desayuno. Sin embargo, este es el último día que permaneceremos hospedadas en el hotel, por eso me gustaría que ese desayuno fuera especial.

- Entiendo.

- Cuando lleguemos a la mesa, deseo que nos sirvan un desyuno continental traicional. Es el favorito de Jennie.  Sin embargo, asegúrate de que lleve tocino y que el cereal venga acompañado de yougur, fruta y galletas.

- De acuerdo.

- Adicionalmente, deseo que el piano tenga un ramo de flores. El más grande que puedas conseguir ¿Tienes alguna tarjeta que me regales?

- Claro, aquí tiene - Respondió la recepcionista extendiéndole una tarjeta con el logotipo del hotel.

- Perfecto - Lisa escribió una pequeña nota en la tarjeta -. Acá está. Necesito que las flores tengan esta tarjeta. 

- Está bien, señorita Manoban. Tenga por seguro que sus requerimientos serán cumplidos al pie de la letra.

- Gracias, Claudia. Por gente como tú amo este lugar.




De regreso en la habitación, se desvitió, dejó su ropa doblada a un lado y se volvió a meter entre las cobijas. Jennie seguía durmiendo tan plácidamente que se podía adivinar la falta de sueño de los días anteriores.

Pasaron un par de horas más en las que las dos durmieron profundamente hasta que Lisa sintió el delicado tacto de Jennie en su abdomen desnudo. Permaneció con los ojos cerrados disfrutando de aquel despertar. Jennie le dio un beso en la frente y se dirigió al baño a lavar sus dientes. Lisa sonrió y fue tras ella. Al verla entrar al baño completamente desnuda, casi escupe la crema con la que se estaba cepillando. Abrió los ojos y la contempló, luego escupió en el lavabo y le dijo entrecerrando un poco los ojos, con una mirada felina:

- Te ves preciosa. Deberías ponerte ese atuendo más a menudo cuando estás conmigo.

Lisa, que se había empezado a lavar los dientes apenas, sonrió un poco apenada, agachó la mirada y se acomodó el cabello tras la oreja en un gesto de timidez.

Al terminar, regresaron a la cama y se recostaron.

- Me encanta verte desnuda paseándote por nuestra intimidad. Me hace sentir que decides ser mía. Que lo disfrutas. Que te sientes orgullosa de eso.

- Todo eso es verdad. Soy tuya, lo elijo, lo disfruto y me enorgullece.

Jennie se acercó a besarla despacio.

- Sin embargo - Dijo interrumpiendo el beso - Me surge una duda ¿Por qué estás desnuda si anoche nos acostamos con pijamas?

- ¡Oh! - Dijo Lisa algo sobresaltada por lo sorpresivo de la pregunta - Sentí calor al amanecer, así que desperté y tomé un baño, por eso volví a la cama así. No quería incomodarte.

- Nunca me podría incomodar tener a la mujer que amo desnuda junto a mí. Tomaré un baño también.

Jennie se retiró al baño, no tardó más de lo necesario pues añoraba el tiempo con Lisa. Al salir, la encontró tendida en la cama esperándola. Su delicado cuerpo parecía tallado. No podía creer la fortuna que tenía de haber dado con una mujer tan preciosa por dentro y por fuera. Se acercó despacio y se arrodilló en la orilla de la cama. La contempló un instante más y se acercó gateando. Al verla, Lisa abrió las piernas para que el cuerpo de Jennie encajara en el suyo, sin embargo, Jennie se detuvo. Apenas con los hombros entre sus piernas empezó a besarla desde la rodilla derecha, bajando por su muslo hasta su ingle. Estaba segura que nada ni nadie en el mundo podría despertar en ella ese deseo tan primitivo y ardiente que le provocaba Lisa. Estaba completamente enamorada. 

Continuó el recorrio con su boca por la tersa y delicada piel de Lisa, mientras esta daba continuos suspiros cargados de excitación y sensualidad. Lisa estaba húmeda y Jennie la recorrió con su lengua, saboreando aquel elíxir que tanto frenesí le producía. Aquella sutil señal de que a Lisa también le despertaba el más íntimo de los deseos, encedía las ganas de Jennie. La saboreó varias veces, recorriendo con su boca y sus labios cada rincón hasta detenerse en su clítoris. Siguió besándola lentamente mientras levantaba la mirada para observar las reacciones de su novia, que arqueaba su cuerpo hacia atrás soltando pequeños gemidos de placer y ofreciéndole la excitante vista de sus senos libres con sus pezones erectos.

Jennie no pudo resistir y mientras su lengua continuaba jugueteando con el clítoris de Lisa, estiró su brazo derecho y apretó el seno izquierdo de su novia. Al sentir la mano de Jennie apretándola, Lisa gimió fuerte por el placer y extendió su brazo derecho para acariciar el cabello de Jennie, que seguía besándola.

Los lenguetazos y besos de Jennie se sentían desesperados, era como si no pudiera tener suficiente de su novia. Como si sintiera una sed insaciable de Lisa que no podía controlar. Acercándose al clímax, los gemidos de Lisa eran constantes y sus caderas se movían al ritmo de los desenfrenados besos que Jennie le daba. Jennie apretó el seno de Lisa con un poco más de fuerza y empezó a succionar su clítoris pues la conocía, sabía que estaba a punto de tener un orgasmo. La mano de Lisa que antes acariciaba el cabello de Jennie, ahora presionaba con un poco más de fuerza su rostro contra su pubis. Jennie la besaba con viveza hasta que Lisa dio un grito final y el movimiento de su cadera empezó a hacerse lento.

Jennie recorrió una vez más cada rincó con su lengua, deseaba conservar su sabor, la volvía loca. Después se recostó al lado de Lisa, quien la besó despacio pero con pasión. Suficiente para mantener la excitación de Jennie viva.

Después de tomarse un momento para reponerse, Lisa se levantó de la cama, tomó a Jennie de la mano y la levantó con ella. Estando las dos de pie, la llevó contra la pared y tomándola por el cuello la besó despacio. Su lengua enfurecida pero cautelosa se paseaba por la boca y los labios de Jennie haciéndola soltar pequeños gemidos. Poco a poco se acercó a ella y gimió al sentir que sus senos se juntaban. Apretó con un  poco más de fuerza su cuello en ese instante. Después, con su  mano libre acarició despació la pierna izquierda de Jennie subiendo por sus gluteos que se formaban en una delicada curva que se antojaba irreal. Deslizó su mano con delicadeza hacia el frente y Jennie abrió un poco las piernas, dispuesta a permitir que Lisa hiciera lo que quisiera. Sintió la humedad en sus dedos y esto le produjo más excitación aún, así que apretó con fuerza el cuello de Jennie y la besó despacio mientras sus dedos la acariciaban con suavidad, disfrutando de saber que esa humedad era la clara señal de que Jennie sentía lo mismo que ella.

Poco a poco intridujo su dedo corazón y su dedo anular cuidando de no hacerle daño a su novia. Una vez dentro empezó a presionar, primero suave y despacio y subiendo la intensidad después, sin dejar de besar a Jennie, cuyos gemidos se intensificaban conforme los movimientos de Lisa se hacían más bruscos. Después de pasar algunos minutos así, Lisa apretó con fuerza el cuello de Jennie y le lamió los labios mientras ella gemía desinhibidamente por el placer que aquel lado feroz de Lisa le hacía sentir. Sacó sus dedos y se los llevó a la boca. El sabor de Jennie la volvía loca. Se arrodilló de prisa y la recorrió con su lengua. Aquella humedad llevaba al límite su deseo. La besó con vehemencia, dando largos lenguetazos primero para después hacer pequeños y rápidos movimientos al rededor de su clítoris, mientras Jennie le empuñaba el cabello con ambas manos, dejándola saber que estaba desbordando de placer. Pasados algunos segundos, Jennie dio un último grito de placer, levantó a Lisa con delicadeza pero aún empuñando su cabello y la besó con ferocidad y pasión.

Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora