El álbum.

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Jennie no terminaba de entender lo que había pasado, Lisa estaba en la cocina preparando la cena y ella recorría la sala perdida en sus pensamientos, reviviendo el beso que se habían dado minutos atrás. Se acercó a la biblioteca que ocupaba una de las paredes de la sala, encontró varios libros de historia del arte, de música, de percusión, algunos pocos de danza, pero uno entre los demás llamó su atención. Lo tomó y regresó al sillón. Se sentó y puso el extraño libro en su regazo. La cubierta estaba forrada en cuero marrón y el lomo tenía detalles dorados, lo único que se podía leer en la parte de afuera era "Lisa Manoban".

Jennie abrió el libro con cuidado, observó la primera página en blanco, continuó y, desde la segunda página, encontró diferentes fotos pegadas, debajo de cada foto había escrito a mano un lugar, una fecha y un nombre en aquellas en las que salía alguna persona. Las fotos eran increíbles. Parecían muy viejas, pero las fechas eran recientes, seguramente las habían tomado con una cámara antigua. Se detuvo en una foto de Lisa y sus padres. Ella parecía algo más joven, tenía el uniforme de alguna escuela y estaba de pie sosteniendo un gato blanco. Sus padres estaban de pie, uno a cada lado de Lisa y los 3 tenían grandes sonrisas.

- La cena está servida - Dijo Lisa desde el comedor. 

Jennie puso el libro a un lado sobre el sillón y paso a cenar. Lisa había preparado lomo saltado, se veía delicioso. Ambas se sentaron a comer.

- Está delicioso, gracias - Dijo Jennie algo tímida - ¿Qué más sabes cocinar?

Lisa se sintió extraña. Por lo general, nadie le preguntaba cosas sobre ella, todos asumían que sabían todo de su vida, pero la única que realmente la conocía era Rosé. Se tomó un momento, bebió un poco de vino de su copa y respondió:

- Me gusta experimentar con diferentes sabores. Me encanta la pasta, la hago todo el tiempo y me gusta acompañarla con diferentes carnes y verduras. También me gustan los platos con mariscos y el sushi me fascina.

Jennie sonrió, parecía que Lisa sí era igual de apasionada para todo lo que hacía.

- Gracias por cocinar para mí, es muy especial... Quiero decir, para las dos.

- Lo hice para ti, no tengas miedo de decirlo. Me alegra mucho que te guste, no suelo cocinar a menudo, aunque lo disfruto mucho. Casi siempre estoy sola, así que prefiero comer fuera.

Jennie se sonrojó con el comentario de Lisa ¿A caso siempre era tan tierna? Dejó los cubiertos de lado y bebió un poco de vino de su copa para esconder su cara. Lisa se percató de que Jennie se sentía apenada, se levantó de su asiento y se paró tras ella, cruzó los brazos frente a su pecho y la abrazó mientras le daba un tierno beso en la cabeza. El cabello de Jennie era tan suave y olía a flores ¿Siempre olería así?

- Quiero que te sientas cómoda - Susurró Lisa en el oído de Jennie para luego darle un beso en la mejilla.

Lisa regresó a su lugar y vio que Jennie tenía una sonrisa apenada y tierna en su rostro. Ella también sonrió y empezó a comer de nuevo. Un rato después, Jennie dijo con una voz más serena:

- Quiero hablarte sobre algo que encontré en la sala.

- De acuerdo, dime.

- Cuando estaba mirando la biblioteca, me topé con un libro lleno de fotos.

- ¡Ah! Debe ser el álbum familiar. El libro azul ¿Verdad?

- No, tenía tu nombre. Es un libro marrón lleno de fotos muy hermosas. Tiene fechas y nombre de personas y lugares.

- ¡oh! - Dijo Lisa un poco intimidada. Permaneció en silencio algunos segundos y luego bebió de su copa nerviosa.

- ¿Qué pasa? ¿Dije algo que te incomodó? - Preguntó Jennie tomándola de la mano.

- No, en absoluto - Dijo Lisa y apretó un poco la mano de Jennie -. Verás, esas son las fotos que he tomado con la cámara de mi abuelo desde que él murió cuando yo tenía 15 años. A veces son de lugares que visito, de gente que encuentro en la calle, de mis seres amados, pero nunca nadie las había visto, sólo mis padres algunas veces antes de irse. Me gusta mucho tomarlas, me hace feliz, pero nunca había tenido el valor de mostrárselas a nadie.

- Lisa, son preciosas, tienes buen ojo. No tengas miedo de mostrarlas, cualquiera que las viera las amaría.

Lisa se sentía algo apenada, así que se cubrió la cara con la mano libre y apretó un poco más la mano de Jennie.

- Gracias por decirme eso, no pensé que nadie nunca las vería.

- Además de eso, vi una que llamó especialmente mi atención - Dijo Jennie con voz tierna -.

- ¿Qué foto era?

- Bueno, estabas con el uniforme de tu escuelas y tus padres estaban contigo. Y había un gatito en tus brazos.

- Leo. Fue mi mascota por muchísimos años. Lo extraño mucho. Murió poco después de la muerte del abuelo.

- Lamento mucho escuchar eso.

- No te preocupes, sólo tengo recuerdos hermosos y amor para ellos dos, no debes sentirte mal.

Jennie sonrió.

Terminaron de cenar y Lisa levantó los platos y los llevó a la cocina, Jennie la siguió y cuando vio que estaba a punto de lavarlos, se acercó y con delicadeza los quitó de sus manos.

- Tú cocinaste, yo lavo. Es lo justo.

Lavó los platos con calma mientras hablaba con Lisa de cómo había creado su blog y cómo había conseguido mantenerse anónima durante tanto tiempo. Al finalizar, secó sus manos y miró a Lisa que estaba sentada en la barra de la cocina mirando sus zapatos. La barra era alta, así que sus pies no tocaban el suelo y los balanceaba como una niña pequeña, esperando con paciencia que Jennie terminara. Jennie permaneció en silencio pensando cómo era posible que Lisa fuera tan tierna y delicada, y al mismo tiempo tan feroz y apasionada como cuando la besó. Era muy hermosa y Jennie no pudo resistir, no quiso resistir; se acercó a ella y se paró en medio de sus piernas, puso una mano sobre el muslo de Lisa y la otra sobre su mejilla y, sin mediar palabra, la besó. 

Este beso fue diferente al primero, esta vez, Jennie besó a Lisa despacio, con delicadeza, con consciencia de cada sensación. Deslizó la mano que tenía en la mejilla de Lisa hasta su nuca y sintió su cabello suave, después la deslizó despacio por su espalda y la abrazó por la cintura. Lisa cruzó los brazos sobre los hombros de Jennie y las piernas al rededor de su cintura. El beso se tornó más apasionado, Lisa se movió un poco hacia el borde de la barra y acercó a Jennie hasta que no hubo espacio entre ellas; tomó la cara de Jennie y dirigió a su mejilla y luego a su cuello. Jennie besaba el cuello de lisa con delicadeza y pasión, apoyó sus manos sobre la barra y se inclinó un poco más sobre ella. Lisa soltó la nuca de Jennie y apoyó sus manos en la barra tras su espalda, pero justo cuando hizo ese movimiento, se escuchó el ruido de un cristal roto.

Jennie se separó de Lisa algo alarmada y miró al rededor. Habían roto una copa que estaba sobre la barra. Se miraron por unos segundos con la respiración aún agitada y se echaron a reír. Lisa bajó de la barra con un pequeño salto y tomó a Jennie de la mano.

- Vamos, quiero que veamos el álbum juntas.


Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora