Cuidarse y conservar su relación.

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La noche había sido maravillosa, luego de salir de la ducha, habían bajado al restaurante del hotel a cenar, y al regresar a la habitación habían cepillado sus dientes. Justo cuando Jennie se estaba cambiando para ponerse la pijama, Lisa la había llevado a la cama mientras la besaba, la había terminado de desvestir y había esperado la señal de Jennie. Cuando esta susurró en su oído "Soy tuya", Lisa empezó a acariciarla. Con el tiempo esa se había convertido en su señal de aprobación, las dos siempre esperaban a que la otra lo dijera antes de hacer cualquier cosa. Además se habían aprendido a conocer, así que Lisa sabía exactamente qué hacer para complacer a su novia.

En algún momento de la noche estaban tan cansadas que se habían quedado dormidas. Cuando Jennie despertó, Lisa la abrazaba mientras seguía sumida en un profundo sueño, la contempló durante largos minutos, realmente estaba enamorada y Lisa la hacía muy feliz. Pasados unos 15 minutos, Jennie empezó a acariciar las mejillas de su novia, que no daba ninguna señal de querer despertar pronto, pero la hora de entregar la habitación se acercaba. Cuando sintió las delicadas manos de Jennie pasar sobre sus mejillas, Lisa apretó los ojos, no deseaba moverse, pero luego escuchó una dulce voz que decía: "Vamos, preciosa, despierta, ya casi debemos entregar la habitación", seguido de un beso en su frente. Abrió los ojos, abrazó más fuerte a Jennie, que le hacía mimos en la cabeza y dijo: "Te amo, buen día".

Se levantaron, tomaron una ducha y se vistieron, tenían justo el tiempo suficiente para entregar la habitación y desayunar antes de regresar a casa. Bajaron al restaurante, comieron fruta, cereal y huevo con dos grandes tazas de café, usaron el baño del vestíbulo para cepillar sus dientes y al salir, el valet tenía su auto listo en frente de la entrada del hotel. Lisa le agradeció y, justo antes de subir, sintió cómo Jennie la abrazaba por la espalda y le decía con voz tierna: 

- Sé que estás cansada, mi vida ¿Por qué no me dejas conducir a mí esta vez?

- Tienes razón, amor, creo que es lo mejor - Lisa se volteó, le dio un beso a Jennie y caminó a la puerta del copiloto. 

Las dos subieron al auto y Lisa empezó a poner la música que le gustaba a Jennie para escucharla cantar. Se pasaron las 4 horas de viaje cantando, a veces sólo disfrutaban de su compañía mientras escuchaban la música, a veces Lisa acariciaba la cara de Jennie mientras la contemplaba. Llegaron a casa al rededor de las 2:00 p.m., así que Jennie tomó su teléfono y ordenó algo para almorzar mientras Lisa llamaba a Rosé para agradecerle por haber cuidado a Louis durante los días que estuvieron fuera.

Mientras la pizza que Jennie había ordenado llegaba, subieron a la habitación a deshacer las maletas para poner a lavar la ropa. Limpiaron la caja de arena de Louis y jugaron con él hasta que escucharon que llamaban a la puerta. Jennie recibió la comida y puso la mesa, cuando todo estuvo listo, llamó a Lisa y las dos se sentaron a comer. Hablaron un poco de lo bien que la habían pasado y de lo cansadas que estaban, y Lisa aprovechó cada oportunidad que tuvo para dejarle saber a su novia lo orgullosa que la hacía sentir todo lo que estaba logrando.

Al finalizar, lavaron los platos, fueron a la habitación, cepillaron sus dientes y se recostaron en la cama, estaban agotadas por todo lo que habían hecho durante el viaje, así que se quedaron dormidas casi de inmediato. Casi a las 5:00 p.m., las despertó el sonido de la puerta ¿Quién podía ser? No esperaban a nadie. Tal vez Rosé o Sophie que venían a saludar, tal vez alguna de las dos se había enterado de las noticias en la tele y venían a felicitar a Jennie. Ambas se levantaron de la cama de prisa y bajaron a abrir la puerta. Para su sorpresa, cuando abrieron se toparon con los señores Kim.

- ¡Mamá, papá, qué sorpresa! Pásen, por favor - Dijo Jennie con el corazón latiéndole como si se le fuera a salir del pecho.

- Buenas tardes, Jennie. Buenas tardes, Lisa - Dijo la señora Kim haciendo una pequeña reverencia al entrar. Su voz no sonaba tan imponente como de costumbre, más bien sonaba algo condescendiente y quizá amigable.

- B... Buenas tardes, señora Kim - Respondió Lisa tartamudeando.

- Buenas tardes para las dos - Dijo el señor Kim repitiendo la acción de su esposa.

- Buenas tardes, señor Kim - Respondió Lisa aún intimidada.

Los invitaron a pasar a la sala y Jennie fue un momento a la cocina a preparar café para los 4. Un silencio muy incómodo llenó el espacio durante todo el tiempo que Jennie no estuvo. Cuando regresó con las tazas en una bandeja, Lisa de inmediato se levantó a ayudarla. Mientras daban los primeros sorbos a su café, la señora Kim tomó una gran bocanada de aire y un poco nerviosa dijo:

- Jennie, sé que nuestra visita te toma por sorpresa, pues no tuvimos oportunidad de avisar. Max fue quien nos trajo hasta aquí - Se acomodó el cabello detrás de la oreja con la mirada en el suelo, sentía miedo de no usar las palabras correctas y volver a pelear con su hija -. Vimos en la televisión que te concedieron un cupo en la orquesta nacional y queríamos venir a felicitarte y desearte lo mejor en este nuevo comienzo - Mintió.

- ¡Ah! Es por eso que vinieron - Respondió Jennie, su tono era algo triste, por un momento había pensado que sus padres querían hacer las pases con ella -. Pues gracias, mamá, también espero que me vaya muy bien. Me pone algo nerviosa sentir tanta presión, pero seré muy dedicada y persistente en mis ensayos.

- No me queda duda de que serás la mejor, no sientas miedo, te ofrecieron ese cupo porque te lo mereces - Las palabras de la señora Kim sonaban impetuosas -. Jennie, hay algo más por lo que tu padre y yo hemos venido hoy - Agregó con tono serio.

- De acuerdo, mamá ¿Qué es? - Dijo Jennie curiosa.

- Durante el tiempo que has estado lejos, Jennie, nos hemos dado cuenta de varias cosas, entre ellas, que ya eres una adulta y no dependes de nosotros - Lisa y el señor Kim sólo escuchaban en silencio -. Para mí ha sido muy difícil aceptar que te hayas ido y que ya no seas mi pequeña. Todo lo que hice, Jennie, fue porque quería protegerte. El mundo es muy hostil y lo último que quiero es que alguien tenga la oportunidad de incomodarte o discriminarte por quien eres. Actué desde el miedo de una madre que no quiero que su hija salga herida. Sin embargo, he estado leyendo varios libros e investigaciones hechas por psicólogos que me han ayudado a entender que la equivocada era yo. Si tú has decidido estar con Lisa, es algo que voy a respetar porque te amo, pero sobre todo, porque fui yo quien te crió y estoy segura de que hice un buen trabajo, sé la mujer fuerte, inteligente y talentosa que eres. Así que hemos venido hoy a pedir perdón por la forma en que nos comportamos contigo. No queremos perderte, Jennie, eres nuestra bebé.

- Así es, Jennie, no queremos perderte - Dijo tímido el señor Kim sin hacer ningún tipo de contacto visual.

- En cuanto a ti, Lisa - Finalizó la señora Kim dirigiendo su mirada a Lisa, que estaba sentada al lado de Jennie -, he escuchado de Max y de Sophie que eres una gran persona, además de que tienes un impresionante talento para bailar. Pero lo más importante que me han dicho de ti y que hoy puedo comprobar, es que te preocupas por mi hija y no la has dejado sola desde que están juntas. Así que sólo quiero que sepas que eres bienvenida en nuestra familia y en nuestro hogar, y que te vamos a amar como otra hija.

- Señora Kim, yo... - Lisa estaba muy nerviosa, no sabía qué decir, no esperaba nada de lo que había pasado - Estoy muy honrada de ser parte de su familia y soy muy afortunada de tener a Jennie a mi lado.

- Las dos son muy afortunadas, deben cuidarse y conservar su relación - Dijo la señora Kim.

Jennie lloraba en silencio, muchos sentimientos la abarcaban y no sabía cómo responder a todo lo que su madre acababa de decir. Pensó que ese día nunca llegaría. La señora Kim se levantó de su asiento al darse cuenta del estado de Jennie y se sentó a su lado. La abrazó para consolarla y permaneció allí acariciando su cabello. Cuando Jennie por fin retomó el aliento, respondió:

- Mamá, papá, gracias por hacer todo esto por mí. Entiendo que para ustedes no he sido una situación sencilla, pero aprecio todo lo que han hecho para poder estar aquí hoy diciéndome esto. Los amo, los he echado mucho de menos.

El señor Kim, por fin se levantó de su asiento y se acercó para que los 4 se fundieran en un abrazo.

Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora