El amor es más fuerte.

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Jennie se despertó entusiasmada, pero no tenía nadie con quién hablar de eso, pues Max nunca tenía tiempo en las mañanas. Permaneció en la cama un largo rato después de haber despertado, bajo las cobijas. Miró las novedades en las redes sociales, se estiró un par de veces y se quedó recostada con la mirada perdida en el techo de la habitación. No terminaba de comprender la situación que estaba atravesando. Se suponía que el amor era el sentimiento más puro y especial que alguien podía tener, se suponía que el amor era el fin último del hombre. Entonces ¿Cómo era posible que ella fuera castigada por amar y por ser amada?

Jennie pensaba en eso todo el tiempo y no encontraba la verdadera diferencia entre la relación que pudiera tener con un hombre y su relación con Lisa ¿Por qué una era correcta y la otra no? Fue entonces, recostada en la cama mirando al techo, que decidió que nadie le podía decir qué era lo bueno y lo malo. Ella sólo podía decidirlo y desde ese momento en adelante, eso era lo que iba a hacer. Se levantó de la cama y bajó al comedor a desayunar lo que Max había preparado para ella. Esta vez era una taza de cereal con leche, chocolate frío y espumoso, algo de fruta y unos huevos. Seguramente iba tarde a su trabajo, porque Max siempre elaboraba muchísimo más sus preparaciones. Comió y regresó a su habitación.

Pasó toda a mañana pensando en un regalo que estuviera a su alcance y le pudiera dar a Lisa aquella tarde, así que empezó a examinar su habitación, detalle por detalle tratando de identificar algo que tuviera un valor especial para ella. Miró algunos de los juguetes que conservaba de su infancia, pero ninguno la convenció; pensó en darle uno de sus libros, sin embargo, si le fuera a dar algo a Lisa para leer, seguramente debía ser algo que ella misma escribiera; finalmente, llegó a su guardarropas, lo abrió y empezó a pensar en cada una de las cosas que tenía allí, cuál de ellas podría quedarle bien a Lisa o cuál podría gustarle, hasta que llegó a la blusa que había usado el primer día en que fueron almorzar, el 28 de Marzo. En cuanto la tuvo en sus manos no lo dudó por un instante, ese era el regalo perfecto para Lisa.

Una vez escogido el regalo, Jennie se sentó sobre la cama, sacó la pluma que Lisa le había regalado y en una hoja en blanco empezó a escribir una carta. 

"Esta es la blusa que llevaba puesta el día que nos conocimos, aunque, con lo observadora que eres, creo que no necesitabas esa aclaración. A partir de ese día, mi vida no ha sido la misma y nunca lo será, por fortuna. Llegaste a mostrarme un mundo nuevo que no me había imaginado ni en mis sueños más locos. Agradezco cada segundo a tu lado, has traído color a mi existencia y me has llenado de amor, felicidad, confianza, tranquilidad.

Sé que tal vez ahora no se nota mucho lo de la tranquilidad, pero cada vez que estoy a tu lado, siento que no hay nadie más en el mundo y que todo lo malo desaparece. Me das paz.

Todo lo que está pasando parece terrible, parece que no vamos a poder enfrentarlo y que hay fuerzas mucho más grandes que nosotras, pero el amor es más fuerte.

Te amo profundamente".

Al terminar de escribir, puso la carta dentro de un sobre, dobló la blusa, la puso en su mochila y se fue a bañar. Las horas se tornaban eternas, Jennie estaba muy ansiosa; no podía arreglarse mucho porque su madre sospecharía así que tenía que ir con un estilo casual. Lo único que se hizo de especial, fueron un par de trenzas en el cabello, las cuales había decidido adornar con pequeñas pinzas plateadas. Su atuendo consistía en zapatillas deportivas blancas, unos vaqueros ajustados y una camisa blanca. 

Llegadas las 4:30 p.m., Jennie se dirigió a donde estaba su madre y le dijo:

- Mamá, voy a ir a casa de Rosé con Sophie ¿Está bien?

- ¿Quién es esa tal Rosé? No creo haber escuchado de ella antes - Respondió la señora Kim en tono firme.

- Es una nueva amiga de Soph, la conoció este semestre y ensayaban todo el tiempo juntas porque la profundización de Rosé también es en guitarra clásica - Dijo Jennie lo más serena que pudo.

- De cuerdo ¿A qué hora debes ir?

- Ahora, ma. Le dije a Sophie que pasaría por ella.

- De acuerdo, toma tus cosas y vamos por Sophie.

Jennie rodó los ojos, muy en el fondo guardaba la esperanza de que su madre la dejara ir en su auto. Tomó la mochila que había preparado con la blusa y la carta para Lisa, su celular y corrió al auto de su madre. Condujeron a casa de Sophie y una vez estuvieron todas en el auto, la señora Kim empezó a hacerle una serie de preguntas a Sophie sobre Rosé para comprobar si la información que había dado Jennie era cierta.

Cuando llegaron a la casa, Rosé fue a buscarlas al auto, para que la señora Kim la viera y, cuando el auto estuvo en marcha nuevamente, las 3 chicas entraron a la casa. Jennie se sentía algo decepcionada, pues al parecer, Lisa no había llegado aún, pero justo cuando había perdido la ilusión, Rosé se acercó a ella y le dijo al oído:

- Hay alguien esperándote en mi habitación.

Emocionada, Jennie subió las escaleras aún con su mochila en la espalda. Abrió dos puertas antes de dar con la habitación de Rosé y, al encontrarla vio a Lisa que había construido un refugio con sábanas dentro del cual había un computador reproduciendo música, golosinas y comida. Lisa corrió a la puerta y abrazó a Jennie con fuerza para luego besarla entre lágrimas.

- Estoy tan feliz de verte de nuevo - Dijo Lisa sollozando.

- Yo también, princesa, te he extrañado tanto. Dime ¿Qué es todo esto? - Agregó Jennie señalando el refugio.

- Pensé que te podía dar un lugar seguro dónde escondernos sólo tú y yo y que nadie nos pueda encontrar.

- Es hermoso, es la mejor cita del mundo. Entremos.

Cuando estaban dentro del refugio, Jennie sacó de su mochila la blusa y la carta y se las dio a Lisa quien, conmovida al ver la blusa lloró de nuevo. Una vez terminó de leer la carta, miró a Jennie a los ojos y tomó sus manos entre las suyas para decir:

"El amor es más fuerte".

Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora