La lista de invitados.

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Jennie había ido al cine ese miércoles, necesitaba que todo estuviera listo para su cita con Lisa al día siguiente. Para su fortuna, el dueño del cine era el padre de uno de sus amigos de infancia, así que no sería problema hacer lo que tenía planeado. Al llegar dio su nombre y uno de los empleados la hizo seguir a las salas disponibles. Su amigo se había encargado de que todo estuviera a sus disposición. Jennie las recorrió y escogió la más pequeña de todas, su capacidad era de 60 personas. 

- Es esta la que quiero.

- De acuerdo, señorita Kim - Dijo cordial el empleado que la estaba acompañando - ¿Qué desea que hagamos?

- Bien, deseo reservar esta sala para la función de las 8:00 p.m. de mañana. Es una película de amor ¿Verdad?

- Así es, señorita ¿Desea que le entreguemos todas las boletas o desea pasarnos una lista de invitados para confirmar la asistencia? - Preguntó el empleado abriendo la pequeña libreta que tenía en la mano y sacando del bolsillo de su saco de paño un lapicero -.

- Te dejaré los nombres de los invitados. Lisa Manoban y Jennie Kim.

El empleado se quedó mirándola con incredulidad durante algunos segundos. Al ver la cara inexpresiva de Jennie, que casi demandaba tomar nota, se inclinó un poco hacia adelante y escribió los dos nombre en la libreta junto con el número de la sala y la hora de la reservación.

- De acuerdo, señorita Kim ¿Desea agregar algo más a la reservación? Tal vez comida o alguna sugerencia para la logística - Dijo amable el hombre -.

- Por favor, que alguien esté esperando a Lisa al llegar y le diga que puede pedir lo que desee. Todo lo cargas a mi cuenta.

- De acuerdo, señorita Kim.

Jennie no estaba segura de si su plan saldría bien, pero deseaba ver a Lisa, deseaba volver a estar cerca de ella, volver a hablarle... Aunque fuera a través de su teléfono. Se fue del cine ansiosa y condujo en silencio a la universidad. Pensaba en las miles de posibilidades de aquel encuentro. Temía que Lisa se diera cuenta de su identidad y la rechazara, temía nunca tener el coraje de decirle quién era y dejar pasar por eso la oportunidad de conocerla. No podía apresurarse, tenía que vivir día a día, y ese día, ya había resuelto lo que le correspondía.




Lisa tomó su teléfono y escribió un mensaje:

"Necesito verte, por favor ven a casa".

Al enviarlo, sintió cómo su corazón latía fuerte y sus manos empezaban a sudar.  Joe iría a su casa y ella le diría la verdad, le confesaría que no lo amaba como él la amaba a ella. Por fortuna, Rosé seguía allí. Estaban tumbadas en la cama, así que Lisa se acercó a abrazarla.

- ¿Le escribiste? - Dijo Rosé abrazando a su amiga sobre los hombros.

- Así es.

- ¿Ya contestó?

- Acaba de hacerlo. Dice que estará acá en una hora - Respondió Lisa mirando la pantalla de su celular -.

- Entonces debes almorzar antes. Necesitas estar fuerte hoy ¿Quieres que me quede a dormir? - Dijo Rosé acariciándole la cabeza -.

- Sí, por favor. Eso me ayudaría mucho. Vamos a preparar el almuerzo.

Bajaron a la cocina y, mientras Lisa se sentaba en silencio a observar, Rosé preparó la pasta favorita de su mejor amiga. Una vez estuvo lista, la sirvió y llevó a Lisa de la mano a la mesa. Mientras comían, Rosé intentaba hablarle a Lisa de diferentes cosas para que se calmara un poco. Preguntó por sus padres, le contó lo feliz que estaba por haber podido tocar a la perfección parte de su recital frente a la clase, pero nada de eso parecía ayudar. Lisa continuaba ausente en sus pensamientos. Cuando terminaron de comer, Lisa levantó los platos y los lavó. Luego, fueron al baño, cepillaron sus dientes y regresaron a tumbarse en la cama. Permanecieron en silencio largo tiempo mirando el techo, hasta que alguien tocó la puerta. Lisa se levantó de golpe y se arreglo el cabello.

- Tengo que ir a abrir, regreso cuando Joe se vaya - Dijo nerviosa -.

- No te preocupes, es un gran hombre, Lili, va a entender.

Lisa bajó las escaleras en silencio y caminó a la puerta sintiendo que su corazón iba a explotar. La abrió y vio a Joe tan radiante como siempre. Lo invitó a seguir y se sentaron en la sala.

- ¿Quieres tomar algo? - Preguntó Lisa tratando de hacer algo de tiempo antes de decirle todo lo que sentía -.

- Está bien, amor, una soda estaría bien - Respondió Joe cariñoso -.

Lisa fue a la cocina caminando despacio, abrió la nevera y tomó la soda favorita de Joe. Siempre se fijaba en comprar algunas cuando iba al mercado pues sabía lo mucho que Joe las disfrutaba. Regresó igual de despacio y se sentó a su lado pasándole la soda.

- Hay algo que debo decirte - Dijo por fin mirando al suelo -.

- De acuerdo, puedes decirme lo que necesites - Respondió Joe poniéndole la mano en el hombro en señal de consuelo -.

- Lo último que quiero en el mundo es herirte, Joe. Durante el tiempo que hemos estado juntos me has dejado ver que eres un hombre maravilloso, entregado, talentoso, carismático. Admiro tanto tu profesionalismo en el escenario, tu facilidad para bailar como si la gravedad no te afectara y tu buen corazón. Además, adoro a tu familia y agradezco todo el tiempo que han estado conmigo y todo el apoyo que me han brindado. Y tú, Joe - Dijo poniendo su mano con delicadeza sobre la mejilla de Joe -, te mereces el mundo entero. Deseo que seas feliz, que bailes en todos los escenarios del mundo, que descubras todo tu potencial. Pero, sobre todo, deseo que te amen tanto como tú amas. Yo te adoro, te he adorado desde el primer momento, pero no estoy enamorada de ti. Por eso tengo que dejarte ir.

Joe se quedó en silencio un momento, estaba atónito, miraba a la nada sin hacer ningún movimiento. Luego de un rato, suspiró y dijo:

- ¿Estás segura de que no es algo que pueda arreglar? Yo me muero por ti, Lisa. Estoy enamorado de ti desde el momento en que te vi. Déjame arreglar las cosas, sé que puedes ser feliz a mi lado.

- No, Joe, no es algo que se pueda arreglar porque nada está dañado. Tú no has hecho nada malo. Sólo, no puedo engañarte y no puedo engañarme. Ni tú ni yo nos merecemos eso. Te amo, y siempre lo voy a hacer, sólo no como mi pareja.

- No te quiero forzar a nada, Lili. Yo te amo y por encima de eso no hay nada. Te amo y deseo que seas muy feliz, si tu felicidad no está conmigo, no te puedo obligar a que te quedes.

- Te amo, mi Joe. Siempre vas a estar en mi corazón y siempre voy a ser tu amiga.

Cuando terminó de decir eso, Lisa se puso de pie y lo abrazó fuerte. Joe se levantó de su asiento y tomó a Lisa por la cintura como solía hacerlo, la levantó del suelo y la abrazó. Caminaron juntos a la puerta y, antes de irse, Joe le dio un último beso a Lisa. Fue un beso profundo y triste.

Lisa regresó a su recámara donde Rosé la esperaba ansiosa. Luego de contarle todo lo que había sucedido, su mejor amiga la abrazó. Lisa lloró un poco, a pesar de todo, le dolía dejar a Joe, no porque creyera que se estaba equivocando, sino porque había construido una cotidianidad con él de la que no sería tan fácil desprenderse. Se aferró al abrazo de su amiga y por fin, después de mucho tiempo, pudo tomar el aire suficiente para llenar sus pulmones por completo. Ya nada la aprisionaba, ahora respiraba libre.

Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora