La fiesta.

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Lisa estaba sentada en el asiento del copiloto del lamborghini de Joe, esperando que la luz roja cambiara. Llevaba un vestido negro, corto, de lentejuelas, tacones altos, negros también, había arreglado su cabello con un par de pinzas de perlas a cada lado de su cabeza, su flequillo estaba, como siempre, perfectamente organizado en su frente y completaba el atuendo con una pequeña cartera de mano negra.

Joe la tomó de la mano, estaba muy guapo. Había peinado su cabello oscuro hacia atrás, llevaba una camisa rosa pastel y pantalones grises, además de zapatos ejecutivos que le daban un toque extra de elegancia.

- ¿Qué piensas, princesa?

- Me distraje, mi amor, no pienso nada. -Mintió Lisa-.

En la parte de atrás iba Rosé, impactante, como siempre. Había peinado su largo cabello rubio con una media cola desordenada, llevaba un vestido rosa corto, desajustado y cómodo para bailar. Sus tacones eran negros y tenía una pequeña cartera blanca.

- Anímate nena, esta noche es tuya. -Dijo poniendo su mano sobre el hombro de Lisa en un gesto de consuelo.

Cuando llegaron, Joe aparcó el auto fuera de la discoteca y ayudó a bajar, primero a Lisa y luego a Rosé. Los tres se dirigieron a la entrada. Como era de esperarse, la discoteca estaba llena de gente de la universidad. Una vez entraron, un reflector iluminó a Lisa y un hombre en el micrófono empezó a cantar "Feliz cumpleaños". Toda la discoteca se unió en una voz y, finalizado el canto, empezó a sonar la música.



Jennie miró a Sophie, rodó los ojos y le dijo:

- No sé qué hacemos aquí, yo no conozco a nadie y en un rato, te irás a beber con el resto de tus amigo y terminaré regresando sólo a casa como cenicienta, a media noche.

- ¡Vamos, Jen! ¡Anímate! Era mi deber como mejor amiga traerte al evento más importante del semestre. Además, puede ser que hoy conozcas a alguien especial. Toda la universidad está acá, a Manoban todos la adoran.

- Ni siquiera sé quién es Manoban y no entiendo cómo pueden adorarla, no creo que todos la conozcan.

Sophie rodó los ojos, tomó a Jennie de la mano y la llevó a la barra. Pidió una cerveza para cada una y se sentaron mientras sonaba la primera canción. Jennie dio un par de sorbos a la cerveza mientras miraba la pista de baile llena. Luego, se inclinó hacia su mejor amiga y le dijo tomándola de la mano:

- ¡Vamos! ¡Invítame a bailar!

Las dos se levantaron tomadas de la mano, con las cervezas en la mano libre y se incorporaron a la multitud de la pista. Jennie sólo conocía a Sophie, así que había decidido que esa noche la iba a disfrutar como nunca antes y que no iba a pensar en lo que nadie opinara, al final, todos eran extraños. Jennie puso sus manos en los hombros de su amiga y empezó a bailar al ritmo de la música. Sophie la tomó de la cintura y bailaron juntas toda la canción. Cuando esta finalizó, volvieron a la barra por otra cerveza y de camino a la pista nuevamente se encontraron a los amigos de Sophie.

Las dos saludaron a los chicos, pero Jennie se sintió algo incómoda, reconocía ese momento. Estaba a punto de perder a su mejor amiga el resto de la noche. No sabía por qué aceptaba siempre salir con ella si la historia se repetía una y otra vez. Así que decidió huir un rato.

- Voy a baños, Soph. Diviértete mientras regreso.

- Dalo por hecho.

Jennie atravesó la discoteca hasta llegar al baño de mujeres, estaba vacío, pues la fiesta recién comenzaba. Se paró frente al espejo, observó el vestido que estaba usando, era un vestido corto y ajustado, rojo, su cabello estaba suelto y se había maquillado para la fiesta. Esa era su noche y la iba a disfrutar aunque Sophie no la acompañara. Iba a bailar hasta que cerraran la discoteca aunque tuviera que hacerlo sola.

Mientras pensaba todo eso, otra chica entró al baño. Era delgada, más alta que Jennie, tenía un impresionante vestido de lentejuelas negro. Se veía preciosa. Jennie se quedó mirándola unos segundos y pudo ver que no estaba bien. La chica se inclinó con las manos en el lavabo y se miró en el espejo. Luego, pasó sus manos por su cara en un gesto que denotaba angustia. Jennie esperó que se fuera, para percatarse de que no necesitara nada y salió tras ella. Cuando regresó, no pudo encontrar a Sophie, así que decidió ir por otra cerveza y bailar sola.



Lisa había ido al baño, se sentía algo abrumada por toda la atención. Regresó a su mesa con Rosé, Joe y el resto de sus amigos luego de calmarse un poco y decidió que pasaría el resto de su noche bailando con su novio, así que tomó a Joe de la mano y lo llevó a la pista.

- ¿Quieres opacar al resto de la universidad? No me parece justo con ellos que nos paremos a bailar desde ya - Dijo Joe divertido -. Va a ser un poco humillante para los demás, mi vida, los dos estudiamos danza.

- Digamos que no cuenta, porque tú te especializas ballet y yo en danza contemporánea. No estamos bailando nada de eso ¿O sí?

- Eres tan audaz - Dijo Joe mientras se acercaba para besarla.

Bailaron juntos el resto de la noche y, cuando llegó el momento de cerrar la discoteca, buscaron a Rosé para regresar a casa. Al final, la noche no había ido tan mal para Lisa, se divertía con Joe, además de que era un excelente bailarín, pero no dejaba de pasar por su cabeza que debía decirle cómo se sentía. Sabía que no podía permitir que se prolongara más su relación, por el bien de ambos. Él no merecía estar con alguien que no correspondía su amor, y ella no merecía estar con alguien de quien no estaba enamorada simplemente por comodidad. Todo el trayecto a casa pensó en ello.



Jennie bailó con todos los que se acercaron a ella, al final, no los conocía y no le interesaba lo que pensaran al día siguiente, lo más probable es que no lo recordaran. Bebió una cerveza tras otra, no se sentó en toda la noche, en realidad estaba disfrutando la fiesta. Al rededor de las 2 de la madrugada, Sophie la encontró entre la multitud, Jennie había bebido de más y estaba besándose con algún estudiante desconocido. Al ver esa escena, Sophie la tomó de la muñeca y la llevó afuera con ella.

- ¿Estás bien, Jen? Tú jamás besas a desconocidos.

- ¡Estoy pasándola genial! - Gritó Jennie, levantando la cerveza que sostenía en la mano.

- Te pasaste de tragos hace mucho. Nunca te vuelvo a dejar sola.

Sophie volvió adentro tomando a Jennie de la mano, recogió sus cosas y las de su amiga y, sin soltarla de la mano, salió con ella de la discoteca.

- Esta noche te quedas a dormir en casa, voy a llamar a tu mamá a avisarle.

- ¡Vamos a seguir la fiesta en tu casa! - Gritó Jennie.

- ¡Shhh! No hables, voy a llamar a tu mamá.

Sophie sacó su teléfono y marcó el número de la señora Kim.

- Señora Kim, buenas noches. Sé que es tarde, pero te llamo porque sé que estás esperando que Jennie llegue a casa. Ha sido algo complicado encontrar un taxi, así que decidimos pasar la noche en mi casa, un amigo nos dará un aventón.

Después de un silencio corto, Sophie terminó:

- Gracias, señora Kim. Feliz noche para ti también. También te queremos.

Por primera vez. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora