■2■Ángel
Esta es la última cesta de ropa sucia que bajo al área de lavado, he pasado toda la mañana y parte de la tarde lavando mi ropa, el tiempo no me ha dado en la semana, por eso he dejado juntar toda esta pila de ropa.
Entro la última pieza de ropa en la lavadora y dejo la cesta sobre esta, de reojo veo como Sara se recuesta en la entrada del área de lavado, me observa impaciente, como si quisiera hablarme de algo.
—¿Pasa algo Sara?— organicé los detergentes en las gavetas correspondientes a estos.
—Mi padre vendrá a visitarme en dos semanas.— llevó su dedo a la boca y comenzó a comerse las uñas.
—Me parece bien, hace mucho no nos visita.— sonreí sin mostrar los dientes.
—No, Ángel, no es para nada bien, no mis notas en la universidad siguen siendo la misma mierda.— se nota a leguas que todo esto la tiene frustrada.
—Si dejaras las fiestas, el sexo casual y estudiaras, podrías mejorarla.— salí del cuarto de lavado.
—No es eso, estoy estudiando algo que realmente no es lo mío, todo porque mi padre quiere que sea una gran abogada en el futuro.— seguía mis pasos por toda la casa.
—Ese es el problema Sara, estás estudiando algo que no te gusta, estudia lo que realmente quieres, al final eres tú quien lo va a ejercer.— recogí los cojines que estaban en el suelo.
—Mi sueño fue siempre portar un uniforme, pero mi padre siempre ha dicho que eso de pertenecer al ejército es para hombres.— soltó un suspiro.
Organicé los muebles de la sala de estar, tomé el plumero y comencé a limpiar el polvo escondido que estaba en la televisión.
—¿Alguna vez se lo dijiste a tu padre?
—No tiene caso, él no lo aceptará.— tomó una bolsa de frituras que estaba sobre el sofá y comenzó a comerla.
—No puedes saber algo que no has intentado.— dejé el plumero a un lado.
—¿Cómo reaccionó tu padre cuando le dijiste que querías ser psicóloga forense?
—No tuvo ninguna reacción porque no se lo consulté, simplemente lo hice, mi padre solo quería que estudiara algo para su conveniencia, nunca le importó lo que yo quisiera realmente.— de solo recordar la hermosa familia que tengo me da repulsión.
— No es justo.— se cruzó de brazos.
—Nada en esta vida es justo.
—¿Y Maximiliano? ¿Cómo está?— se sentó en uno de los muebles.
— No sé nada de él, lo último que supe fue que se casó, ni siquiera se molestó en invitarme a su boda, desde que conoció a su esposa se ha alejado de mí, ya no es el mismo de antes.
— Eso estuvo mal por él, aunque tu hermano está como quiere y yo loca porque quiera cogerme.— mordió sus labios.
No lo puedo negar, mi hermano tiene sus encantos, sacó el cabello rubio como mamá, cuerpo tonificado, nariz perfilada y pequeña, labios carnosos. Es un Ken y no el de Barbie.
—Tú y tus putas hormonas sexuales.— la señalo con uno de mis dedos mientras suelto una risa burlesca.
—En fin, no sé que haré con mi padre.— alborotó su cabello.
—Haremos un delicioso almuerzo y enfrentarás lo que venga como la adulta madura que eres.
—Te amo.— se acercó a abrazarme.
—Yo también.— di un beso en su mejilla.
Subí a mi habitación a arreglarla, esto parece una pocilga, no he tenido tiempo ni para mi misma, cuando te vales por ti mismo, las cosas cambian por completo.
Organicé mis libros en su estante, doblé la sábana de la cama, limpié un poco, ahora sí siento que estoy en una habitación y no un basurero, estaba organizando unas copias cuando sentí que tocaban la puerta de mi habitación.
—Adelante.— dejé las hojas sobre mi escritorio.
—Saldré con Alex a tomar algo, vuelvo en una hora.— Sara estaba arreglada.
— Diviértete, si tu padre llama le diré que estás en la biblioteca de la universidad o haciendo cualquier trabajo.— guiñó un ojo.
—Gracias.— cerró la puerta, dejándome sola.
Dormiré un rato, ahora que no tendré que escuchar sus gemidos, estaré en paz por unas buenas horas, conociendo a Sara sé que no saldrán solamente a tomar algo. Me acuesto en la cama, enciendo el reproductor de música, dejo que la hermosa voz de Ariana Grande me guie hacia el camino del sueño, rato después quedo profundamente dormida.
Me despierta la alarma de mi móvil, la tengo programada para que me avise a que hora tengo que darle de comer a Max, mi perro, observo por la ventana, me doy cuenta de que ha oscurecido, al ver la hora noto que son las 7 de la noche.
Apago el reproductor de música, salgo de la cama, tomo mi celular, salgo de la habitación, bajo las escaleras, me dirijo hacia la despensa donde guardo la comida para mi perro, tomo su plato, hecho la cantidad de comida correspondiente y me dirijo hacia el jardín para alimentarlo, antes de salir a la parte trasera de la casa, escucho como tocan el timbre.
A regaña dientes me volteo y camino en dirección a la puerta con el plato de comida de Max en mano, mi sorpresa al abrir la puerta es encontrarme a Stephan con unos libros en mano.
— Vine a traerle estos libros a Sara.— está hermoso, esa maldita chaqueta de cuero le queda de maravilla.
— Salió hace unas horas con tu hermano Alex.— dejé el plato en la mesita que está al lado de la puerta.
—¿Puedo dejarlos contigo?— sonrió, este tipo me va a volver loca, fóllame si quieres, no me preguntes si puedes dejarme unos malditos libros.
—Por mí no hay problema.— me tendió los libros, a gusto los tomé.
—Dile que vendré en la semana a ayudarla a salvar el semestre.— su novia estaba en la camioneta, tocó bocina insistiendo para que se fueran.
—Le diré, no te preocupes.— se despidió y subió a su auto.
No soy cursi, ni el tipo de chica que piensa que el amor existe ni nada de esas cosas que tengan que ver con el romance, pero sí sé reconocer cuando un hombre es lindo, en este caso ese bombón lo es. Saqué de mi mente esos pensamientos, tomé el plato nuevamente y me dirigí hacia el jardín para alimentar a mi perro.
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Stephan
ActionÁngel Mancini, hermosa joven italiana, tras crecer en un mundo lleno de perversiones, drogas y enemigos, decide huir y radicarse en Londres, por culpa de los traumas del pasado no es capaz de enamorarse, todo cambia cuando Stephan llega a su vida de...