El insistente sonido de la alarma es el responsable de que despierte, estrujo mis ojos con las manos, me percato de que son las 10 de la mañana, es tardísimo, busco a Sebastián, no está por ningún lado de la habitación, me levanto de la cama, tomo mis pantuflas y mi playera.
Me visto y peino frente al pequeño tocador, siento la puerta abrirse, observo de reojo, Sebastián está con una bandeja y vestido con su hermoso traje como siempre, deja la bandeja con desayuno sobre la cama y se devuelve a cerrar la puerta.
—Te traje algo de desayunar, todos ya desayunamos en la mesa, como no te gusta hacerlo sola decidí acompañarte desde la comodidad de la habitación.— sonríe con ternura.
Me acerco a él, dejo un beso en su mejilla y voy directo hacia el baño a lavarme los dientes, no pretendo hablarle con tremendo infierno en la boca, lavo mis dientes y vuelvo a salir.
—Gracias, muy bonito de tu parte.— me acomodo en la cama y tomo el plato de frutas.
—No hay nada que agradecer, esto lo hago con buena intención.— sonrío con la boca llena por culpa de toda la fruta.
—Trago los restos de comida para poder responder.— De todas maneras no está mal agradecerte.
—Bueno.— se acerca a la puerta y toma el pomo con una de sus manos.— Debo irme, cualquier cosa que necesites Lucca se quedará al pendiente.
—Sobre lo que sucedió anoche... yo.— me interrumpe.
—Cuando estés preparada lo hablaremos, por ahora no hay prisa.
—Pero es que...— vuelve a interrumpirme.
—¿Te sentiste bien conmigo?— asiento.
—Me sentí de maravilla.— sonríe.
—Pues con eso me basta, no te quiero presionar, todo a su tiempo.— se acerca y deja un casto beso sobre mi frente.— tu hermano me espera, no me gusta hacerlo demorar.— se despide y sale de la habitación.
No sé que siento realmente por él, desde el primer día que lo vi en las carreras ilegales algo estremeció en mí, al principio pensé que era una atracción sexual, pero anoche cuando estuve entre sus brazos sentí seguridad y por más cursi que suene llegué a sentir una pizca de cariño.
Desayuno y bajo con la bandeja en manos hacia la cocina, en el camino me encuentro con una de las chicas del servicio, esta lleva la bandeja por mí, cuando voy a subir por las escaleras veo a mi cuñada sentada con un libro en manos.
—No cenaste con nosotros anoche, hiciste falta.— deja el libro sobre sus piernas.—¿todo bien?
—Todo en orden, estaba cansada y preferí dormir.—muestro mi mejor sonrisa.
—Sebastián pidió que te preguntara si todo estaba en orden, se preocupó mucho al no verte en la mesa.—asiento y dando por terminada la conversación subo hacia mi habitación.
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Stephan
—Pensé que estabas en la entrega junto a Alex.— dice Agata mientras entra a la oficina de mi padre.
Giro la silla quedando frente a ella.
—Preferí atender todo desde aquí, Alex hará todo lo ordenado, no tiene de otra, así mi padre se lo ha pedido.— sigo dando vueltas en la silla.
—Te notas cansado.— se acerca sentandose a ahorcajadas sobre mí.
La observo con una pequeña sonrisa.
—Te aseguro que no es nada.— lleva sus manos hacia mi nuca.
—¿Es por ella?— sus manos continuan desendiendo hasta llegar a mi cabello, se detiene ahí y frota su mano sobre ellos.
—¿Quién es ella?— pregunto con confusión, a decir verdad no entiendo de qué me habla.
Suelta un suspiro con pesadez y pone los ojos en blanco.
—Ángel Mancini, a ella me refiero.— suena molesta.
Hago silencio por un momento, no entiendo a las mujeres, las mujeres son como un puzzle, complicadas y dificiles de entender.
—Si pienso en ella.— la observo con firmeza.— ¿a ti qué?
La levanto de mis piernas y camino por toda la oficina, me detengo frente al enorme ventanal de cristal, desde aquí puedo observar como trabajan los hombres de mi padre y trasladan la mercancía de un lado a otro.
— Quieres a una mujer que te odia, no hace falta recordarte el motivo de su odio hacia a ti.— camina hasta detenerse a mi lado.
— De eso se trata lo que siento por ella, no entiendo lo que siento, tampoco sé como llamarlo, pero lo que sí sé es que no importe cuanto me odie, si tengo que dar mi vida por la de ella, la daré.— paso mis manos por mi cabello alborotandolo al instante.
—Estás siendo egoísta.— recrimina.
—¿Egoísta?
—Sí, por quererla a ella, por no importarte lo que sienta yo, yo que he estado para ti toda la vida.— sus ojos comienzan a cristalizase debido a las lágrimas.
Suelto una risa seca.
—Me conociste hace 5 años, eso no es toda la vida, debo recordarte que dos años atrás de conocerte, Ángel ya había marcado mi vida.— suelto sin cortesía, me cansé de sus celos absurdos, no somos nada para celarme y querer controlar mis sentimientos y hacia quien se dirigen.
—¡Vete a la mierda junto con ella!— escupe con rabia.
Suelto una fuerte carcajada sin nada de gracia.
—¿Qué crees cariño?... en la mierda estoy desde hace tiempo.— grito con furia.
Salgo de la oficina con mil demonios dentro, no quería hablarle de esa manera, mucho menos ofedenderla, pero me saca de mis casillas, me toca los cojones y eso me sobresalta de manera anormal.
Subo a mi deportivo y conduzco hacia la casa, todo el trabajo ha terminado por el día de hoy y los hombres de mi padre se encargaran de lo demás, estaciono en el frente de la casa y entro, pongo un pie en las escaleras, la voz de mi madre proviene del comedor.
—Stephan cielo, ven a cenar con nosotros.— lleva una copa de vino hacia la boca.
Me dentengo en la entrada del comedor, observo a los integrantes de la mesa, mi padre está en su lugar como siempre, mi madre a su lado y Sara al lado de mi hermano.
—Lo siento, pero no comparto la mesa con traidores.— los dejo con la palabra en la boca y subo hacia mi habitación.
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Stephan
ActionÁngel Mancini, hermosa joven italiana, tras crecer en un mundo lleno de perversiones, drogas y enemigos, decide huir y radicarse en Londres, por culpa de los traumas del pasado no es capaz de enamorarse, todo cambia cuando Stephan llega a su vida de...