Capítulo 17

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17

 Ángel

Hoy quedé de verme para crear el plan y poder entrar al club Ferrara, son las 4 de la tarde, bajo con las llaves de mi auto en mano, después de la discusión con Sara por las compras, pues tenemos varios días sin pasar palabras, soy orgullosa y más cuando la otra persona es quien está en falta.

No hay nadie en la planta baja de la casa, salgo como siempre con mi arma, subo a mi auto y conduzco hasta la casa de mi hermano, antes de salir del garaje un carro negro con los cristales tintados llama toda mi atención, ignoré el auto, ya que, puede ser cualquier persona.

Desde que recibí la nota estoy paranoica, estaciono en la entrada de la mansión de mi hermano, le entrego la llave del auto a uno de sus hombres, camino pacientemente hasta la casa, mi hermano me esperaba en su despacho así que corté camino y me dirigí directamente a su oficina.

—La puntualidad siempre ha sido a tu nombre.— habló mi hermano al sentir mi presencia, estaba sentado sobre su escritorio limpiando su arma.

—Quedé contigo a esta hora, entiendo que no soy dueña del tiempo de los demás y tú tienes otros asuntos que atender.— caminé hacia uno de los muebles y me senté en uno de ellos.

—Bien... ¿Cuál es tu plan?— dejó su arma a un lado, se cruzó de piernas y me observó detenidamente.

—Me haré pasar como un cliente cualquiera, estaré armada hasta el tuétano, necesito a varios de tus hombres para que estos me cubran la espalda.— lo demás lo desarrollaré sola cuando esté en el club.

 —¿Cuándo tienes pensado asistir al club para ejecutar el plan?— desabrochó los botones de las mangas de su camisa.

—No lo sé en una semana.— necesito tiempo para realizar todo esto.

—No, conseguí una entrada para la fiesta de esta noche, esta noche se realizará una subasta de damas de compañía, esta noche es tu oportunidad para encontrar a la chica que estas buscando.—sacó de uno de los cajones de su escritorio una tarjeta de invitación.

—Está bien, avísale a tus hombres, iré a casa a prepararme.— caminé hacia la puerta de la oficina con la invitación en manos.

—Toma.— me pasó una mochila negra pesada.

—¿Qué es?— la coloqué sobre mi hombro.

—Son armas, te servirá para esta noche y para parte del trabajo que debes realizar.—asentí.

—Entiendo.— tomé el pomo de la puerta para abrirla.

—Quiero que te cuides, te amo y lo sabes.— caminó hacia mí y depositó un beso sobre mi frente.

—Después hablaremos de muchas cosas tú y yo.— salí de su oficina.

—¡Mis hombres pasarán por ti a las 10!— gritó mientras me alejaba.

Subí a mi auto, dejé la mochila en el asiento del copiloto, conduje hasta mi hogar nuevamente, estacioné frente a la entrada de mi casa, el auto seguía en el mismo lugar que lo dejé, cuando tenga tiempo investigaré sobre ese auto y su dueño.

Ya es de noche, no tarde de la noche, pero está oscuro, coloco la mochila sobre mi hombro, el olor a cigarrillos y a marihuana es lo primero que impacta mis fosas nasales, la casa está llena de hombres y varias mujeres, al parecer amigos de Alex, Sara está sentada sobre las piernas de Alex, este está con un cigarro en la boca y una botella de cerveza en manos, en una esquina se encuentra Stephan hablando con una chica.

No siento ni una pizca de celos, si no estuviera con tanto afán los echaría a todos de mi casa incluyendo a Sara, pero tengo el tiempo encima, subo las escaleras sin detener mi mirada en ninguno, estoy bajo tentación, no puedo volver a recaer, entro a mi habitación, desesperadamente busco entre los cajones de mi peinadora una cajetilla de chicles, cuando la encuentro llevo uno a mi boca.

Busco entre mi clóset un vestido elegante para la ocasión, me decido por un vestido mangas largas corto color plateado de brillo, es elegante y su escote en los senos deja mucho a la imaginación, unas plataformas azul, unos aretes pequeños, labial rosa palo, mascara, pinto mis cejas y me encuentro lista.

Tomo la mochila, echo todo el contenido de la mochila sobre la cama, hay varias armas como TPH, P5, SP22 M2, SP22 M3, entre otras más, navajas, dagas, elijo la P5 y la coloco en mi muslo de la pierna izquierda, en la pierna derecha  coloco una navaja, cuando iba a tomar la daga Stephan entró a mi habitación, al ver lo que tenía sobre la cama cerró la puerta rápidamente.

—¿No sabes tocar?— coloqué la daga al lado de la navaja y guardé lo demás en la mochila otra vez.

—¿A dónde vas con todo eso?— señaló mi pierna.

—Follamos una vez, eso no te da derecho a indagar sobre mi vida... ¿Entiendes?—dejé la mochila debajo de mi cama.

—Me preocupo por ti... ¿Qué tienes pensado hacer con esas armas?— no puedo decirle nada a nadie o mi plan se iría a la mierda.

—Prometo contarte después, hoy no puedo, me están esperando.

—¡Ángel!— gritó cuando salí de la habitación.

Bajé bajo la atenta mirada de Sara y Alex, Alex no dejaba de comerme con la mirada, ignoré sus actitudes y salí de la casa, afuera me esperaban los hombres de mi hermano en una camioneta negra, quien manejaba la camioneta no era nada más y nada menos que Sebastián.

—¡Me están jodiendo!— dije entre dientes antes de subir a la camioneta.

Adentro de la camioneta había cuatro hombres, todos armados, vestidos de manera elegante, el plan es hacer creer que participarán en la subasta, en el camino Sebastián de vez en cuando chocaba mirada con la mía por el espejo retrovisor.

Estacionamos en la calle que queda al frente del club, los hombres bajaron del auto menos Sebastián, me quedé dentro de la camioneta, necesito una explicación, no quiero trabajar con conocidos, no me perdonaría si le llega a pasar algo.

—¿Qué haces aquí?— mi mirada se detuvo en sus hermosos ojos.

—Trabajando, no pensé que fueras la hermana de mi jefe.— relamió sus labios, mi mirada se detuvo en sus labios, mierda se ven tan apetecibles.

—No entrarás conmigo, te quedarás aquí a esperarnos.— acomodé mi vestido para bajar.

—¿Por qué?— me sostuvo del brazo para que no bajara del auto sin darle una razón creíble.

—Porque no quiero que te pase nada por mi culpa.— sonrió dulcemente.

—Este es mi trabajo, pertenecí al ejército, sé defenderme, mi deber es cuidar de ti.— mi mirada volvió a detenerse en sus carnosos labios.

Me acerqué a él y lo besé, llevé mis manos hacia su nuca, mis manos fueron descendiendo hasta llegar a su pelo, tiré de su pelo mientras mordía sus suaves labios, su lengua acariciaba mi lengua, era un beso necesitado por ambas partes, con él es diferente, es más deseo sexual que otra cosa.

Me separé de él, por suerte el labial que llevo puesto es resistente, no se remueve sin desmaquillante, sus labios está hinchados y rojos.

—Es para la suerte.— mordí mi labio sensualmente, me refiero al beso, se lo di a entender.

Bajé del auto, antes de entrar al club volví a hablarles del plan nueva vez para que no haya errores, entré primero para no crear sospecha, luego todos fueron entrando por separado, esta noche será estresante lo presiento, pero te encontraré Luna.

Lo prometo.




StephanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora