Capítulo 05

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Stephan en multimedia.

Stephan

Iba a competir en las carreras ilegales, no pude competir por razones laborales, mi padre necesitaba que estuviera pendiente de un cargamento y eso hice.

Cuando terminé el trabajo me dirigí hacia el punto de encuentro donde termina la carrera, mi mirada se detuvo en ella, en Ángel, se veía dominante con ese atuendo, decidí seguirla a ella y al idiota que la perseguía, mi ira aumentó cuando vi que ambos entraron a un callejón, tuve que irme porque la policía me estaba pisando los talones.

—Stephan cariño, despierta, tu padre te necesita en el comedor.—la dulce voz de mi madre se hizo presente en mi habitación.

—Cinco minutos más y prometo bajar.—me cubrí nuevamente con la cobija.

—Sabes que a tu padre no le gusta la impuntualidad.—levantó la cobija, provocando que el frío del aire acondicionado golpeara mi piel.

Me levanté de la cama a regañadientes, olvidé que no traía bóxer puesto, mi miembro estaba como siempre buscando señal.

—Que te haya traído al mundo no significa que deba verte desnudo todo el tiempo.—protesta.

Caminé hacia el baño sin darle importancia a lo que había dicho mi madre, en estos momentos, el agua caliente golpea mi piel, me relajo mientras el agua se hace cargo de lo demás.

Me envolví la cintura con una toalla, lavé mis dientes y salí del baño, tomé una chaqueta negra, unos vaqueros y bajé a desayunar.

—¿Para qué me necesitas padre?— pregunté malhumorado.

—Tienes una entrega que chequear.— mordió un tronzo de fruta.

—¿Por qué no lo hace Alex?—serví fruta en mi plato.

—Tu hermano es un inepto, lo único que le importa es el dinero, las putas y las fiestas, no pienso arriesgar lo que con tanto esfuerzo conseguí.—dejó el tenedor sobre el plato.

En eso tiene razón, Alex siempre ha sido mimado por mi madre, ella le ha alcahueteado muchas cosas, mi hermano no tiene los cojones para manejar este negocio.

—¿Dónde será?— limpié la comisura de mis labios.

—En mi almacén.—los pasos notorios en la escalera nos hicieron mirar hacia la escalera.

— La niña de la casa ha decidido levantarse.— dijo mi padre sarcásticamente.

—Por favor Mateo.—dijo mi madre con los dientes apretados.

Mi hermano se sentó a mi lado, en su plato se encontraba una pastilla para la resaca y un vaso de agua.

—Por esas razones siempre seguirá haciendo lo que se le dé la gana.— me levanté molesto de la mesa.

Tomé las llaves de mi deportivo, subí al auto y salí con destino al almacén, estaciono cerca del almacén, bajo del auto y camino hacia el local.

—Buenos días señor.—me saluda uno de los hombres de mi padre.

—¿Ya todo el pedido está en orden?— me coloqué mis lentes de sol y caminé hacia el puerto de carga, donde salen los cargamentos.

—Si señor.—siguió mis pasos.

—Bien, mi padre vendrá más tarde, espero que todo esto de buenos resultados.

Saludé a los chicos y salí del almacén, debo ir a la universidad, hoy tengo clase, subo a mi auto y conduzco hacia el campus. Hoy solo tomaré una materia y es derecho civil, observé el estacionamiento de motos, no vi la moto de Ángel, lo más seguro es que hoy no asistirá a clases.

Entro al salón de clases, veo el asiento vacío de Sara, me resulta extraño, ella nunca falta, saco mi cuaderno, comienzo a apuntar todo lo que dicta el profesor, la hora de clase pasa volando.

Recojo mis cosas y salgo de la universidad, en la puerta del copiloto se encuentra Ámbar la hija del decano recostada. Estoy cansado de decirle, que lo de nosotros fue sexo casual, ella no lo procesa aún.

—Quiero presentarte con mis padres hoy.—se acerca a mí.

—No se va a poder.— saco las llaves de mi auto, las cuales se encontraban en el bolsillo derecho de mi pantalón.

—¿Y eso por?—acorrala mi cuello con sus brazos.

—Por la simple razón de que no somos nada, lo nuestro fue sexo casual, y creo que fui claro la primera vez que follamos.— me solté de su agarre.

—Mi amor, podemos intentar tener algo.—por esas acciones es que odio emborracharme y follar con el primer coño que a mi polla le resulta atractivo.

—Lo único que puedo ofrecerte, es un buen polvo, si sigues insistiendo, no tendrás ni una cosa, ni la otra, tú decides.—subí a mi auto.

—Está bien, un buen polvo, lo acepto.— sonreí a mis adentros, me gusta que sean inteligentes, no solamente la cabeza se utiliza para peinarse.

Sin despedirme de ella salgo de la facultad, conduzco hasta llegar a casa, estoy cansado, quiero dormir hasta que mi cuerpo le duela estar acostado.

Estaciono en la entrada de la casa, dejo mis cosas en el auto, entro a la casa, el ambiente en mi casa está bastante tenso, a leguas se nota que mi padre está dándole buenos sermones a la joyaque tengo por hermano.

—¡Eres una mierda!—espetó mi padre furioso.

—Mateo, todo tiene una explicación.— intervino mi madre, como siempre.

Camino por toda la sala, ignorando la discusión de los tres, me acerco al mini bar. Me sirvo un trago de whisky, necesito algo de alcohol para disfrutar esta novela que mis ojos están resenciando.

—Papá, te juro que nunca llegué a pensar que ese hijo de puta podría ir a hablar con la policía.—por la cara que carga mi hermano, sé que se está cagando.

—Ese es el maldito problema, que no debes pensar, debes actuar por impulso y después si queda tiempo piensas, ahora por tu imprudencia tengo a la policía jodiéndome las bolas.—dejó su vaso de whisky a un lado.

—¿Qué sucede?— intervine, para salvarle el culito de pasa que tiene mi hermano, siempre se lo vivo salvando al maricón ese.

Me acerqué a mi padre para darle más ranquilidad y entienda que estoy en esto junto a él.

—Tranquilízate, mañana tendrás la cabeza de ese soplón en tus pies.—bebí todo el líquido que tenía en mi vaso.

—Con el único que puedo contar es contigo, esto da vergüenza.— salió de la sala de estar hecho una furia, mi madre me observó en silencio.

—Te estoy salvando el culo, porque no me conviene tener a papá de mal humor, otro día no cuentes con mi intervención para nada.—salí de la sala dejando a mi madre con él.

Desde pequeño he sabido que mi padre dejará todo su imperio para mí, Alex arruinaría todo el negocio en menos de una semana, mi hermano siempre ha sido consentido por mi madre y ese ha sido su grave error.

Desde pequeño he sabido que mi padre dejará todo su imperio para mí, Alex arruinaría todo el negocio en menos de una semana, mi hermano siempre ha sido consentido por mi madre y ese ha sido su grave error

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