capítulo 18

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Observé el lugar, a decir verdad es un club exclusivo, las personas que visitan este club nocturno mayormente son funcionarios, políticos corruptos, mafiosos, empresarios, personas sin escrúpulos y cochinas.

Observo a cada uno de mis hombres, frente al escenario donde bailan las mujeres en el tubo, hay asientos bien decorados, esta noche no cabe una persona más en este lugar.

Me percato de que hay un asiento vacío, camino entre la multitud y me siento en medio de dos importantes políticos del país, ambos repasaron mi cuerpo con todo el descaro del mundo, les mostré una sonrisa coqueta.

—Nunca imaginé ver a una mujer tan hermosa como usted en una subasta de mujeres.— se refirió a mí uno de los políticos.

— Tengo mis fantasías.— mordí mis labios.

Comenzaron a acomodar a las chicas en el escenario, todas llevan puesta ropa que no deja nada a la imaginación, es repugnante ver como para estas personas las mujeres son un objeto sexual nada más.

Busco a Luna con la mirada, me resulta imposible encontrarla, ya que ella no está en el escenario, la subasta comienza y todos los hombres empiezan a apostar.

Es repulsivo ver tal acción, aprovecho que todos están entretenidos con la subasta y me levanto de mi asiento, con la mirada ubico a mis hombres, estos se dan cuenta y se ponen en alerta.

Entro por unos pasillos, al parecer son camerinos o las habitaciones donde tienen a las chicas retenidas, esta es la parte menos transitada del club, es la parte negra como dicen en el bajo mundo.

Levanto la falda de mi vestido y saco mi arma, entro a la segunda habitación, sin pensarlo apunté a una sombra.

—¡Quien sea que seas sal ahora o dispararé!— ejercí fuerza en el arma.

La chica salió, estaba asustada, su cabeza estaba hacia abajo, su pelo negro azabache no me permitía distinguir su rostro.

—Levanta tu cabeza.— ella estaba temblando, con temor subió su cabeza lentamente, era Luna, sonreí internamente al saber que la había encontrado.

—¿Qué quieres?— lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.— no me hagas daño.—  negué con la cabeza.

—He venido a llevarte con tu padre.— me acerqué a ella.— ¿Estás bien?... ¿Te han hecho algo?— toqué su rostro.

—No, al menos por ahora.— la tomé por el brazo.

—Debemos salir de aquí.— caminé con ella hasta la puerta, cuando iba a abrir la puerta ella puso resistencia para salir.

—¿Cómo sé que lo que dices es cierto?— se echó hacia atrás.

—Si quieres quedarte aquí y servirle a estos hijos de puta como objeto sexual es tu problema, no tengo tiempo para darte explicaciones, primero salimos, luego te cuento.— la miré fijamente a los ojos esperando su respuesta.

— No me quedaré aquí.— secó sus lágrimas y se posicionó detrás de mí.

Salimos de la habitación caminaba con cuidado, salimos del primer pasillo, antes de entrar a este club estudié el plano de las instalaciones, sé donde está ubicado cada parte de este local, la sacaré por la parte trasera obviamente.

Cuando íbamos a entrar al pasillo que nos lleva a la puerta trasera sentí la presencia de alguien detrás de nosotros, por inercia giré mi cuerpo, quedando cara a cara con la persona.

—¿A dónde la llevas?— ¡Mierda! Stephan me estaba apuntando con un arma, al verme su cara era más que un poema.

En el otro extremo del pasillo, estaba uno de mis hombres apuntando a Stephan, sin dejar de apuntar a Stephan miré al chico.

StephanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora