Capítulo 39

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Ángel

El grito desgarrador de mi cuñada provoca que despierte de mi sueño profundo, a toda prisa me levanto de la cama y cubro mi cuerpo con una bata de seda, son las tres de la mañana, lo más seguro es que se le haya adelantado el parto, pero mientras más me acerco a las escaleras me doy cuenta de que sus gritos son de miedo.

Me agacho y observo por el barandal de la escalera, hombres armados apuntan a los hombres de mi hermano, uno de ellos está apuntando con un arma la cabeza de mi cuñada mienstras la sostiene fuertemente por la nuca.

—¿Dónde está Ángel?— ejerce presión con su arma sobre la cabeza de ella.

Sebastián apunta al hombre que tiene en su poder a mi cuñada, echo la cabeza hacia atrás, no tengo un arma, estoy entre la espada y la pared, vuelvo a asomar mi cabeza, mi cuñada logra verme, con la cabeza asiento para que ella hable, pero esta con la mirada me da a entender que no lo hará.

—Si vuelvo a repetir la pregunta juro por tu Dios que volaré tus sesos con una bala.— escupe con ira.

Salgo de la nada en la escalera, subo las manos para darle a entender que no estoy armada.

—Aquí me tienen, suéltenla, le hacen daño.— bajo las escaleras con la mirada de todos sobre mí.

—Vale.— la suelta de golpe.

Dos de sus hombres corren hacia mí y en un corto tiempo los tengo sujetándome y apuntándome con sus armas, me llevan lejos hacia la salida de la casa, puedo divisar las camionetas que nos esperan.

—¡No!— grita mi cuñada.

—Cálmate, eso no le hace bien a la bebé, ellos vienen por mí, tranquila, estaré bien.— sonrío para tratar de calmarla.

—¡Ángel!— Sebastián continua apuntando a los hombres que me sujetan, veo desesperación en él, frustrasión, le afecta verme en peligro y no poder ayudarme.

—Todo estará  bien.— una lágrima escapa por mi mejilla.

—Dile a tu jefe que Alex le envía saludos.— habla uno de los que me sujeta.

Salimos de la casa de mi hermano, me suben a la camioneta, uno de ellos me tapa la nariz con un pañuelo lleno de cloroformo, tardo varios segundos en responder y termino quedando rendida en un sueño profundo.

════ ◦❁◦ ════

Despierto desorientada, mi boca está seca, siento ganas de vomitar, examino toda la habitación, es vieja, el olor a humedad es insoportable, en una esquina hay un enorme sofá negro de leder, una mesita de luz con una lámpara, busco una salida o algo que me pueda ayudar escapar de aquí, hay una pequeña ventana, es muy estrecha, puedo ver el cielo, está en el techo de la habitación, las paredes están cubiertas por leder.

Estoy atada de pies y manos por cadenas, siendo molestia cada vez que intento moverme, el metal lastima mi piel, sigo vestida con mi bata de seda y bragas, recuesto la cabeza sobre la pared, no tiene sentido que siga intentando safarme de estas cadenas, no puedo gastar la poca energía que tengo en el comienzo de la pelea.

La puerta se abre interrumpiendo mis pensamientos, Sara entra a la habitación con una sonrisa triunfante, trae en sus manos una bandeja con lo que deduzco es comida, deja la bandeja en la mesa de luz y se acerca hacia mí.

— Hasta que por fin despiertas bella durmiente.— se acerca con una enorme sonrisa en los labios.

Suelto una carcajada cargada de dolor, de todas las personas en el mundo, ella era la que menos esperaba que pudiera hacerme esto.

StephanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora