capítulo 20

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Ángel

Saqué a Max a pasear, hace días que no lo sacaba, entre la universidad, las juntas con mi hermano y todo lo demás no he sacado tiempo para mi perro.

Mientras Max olfatea el pasto y juega con los insectos yo me dedico a leer uno de mis libros favoritos que se titula "La psicología de la vida".

Desde que ocurrió la pequeña discusión con Stephan en mi casa, no he vuelto a saber nada de él, han pasado dos semanas las cuales él no ha ido una sola vez a visitar la casa.

Las cosas con Sara cada día van peores, su actitud es una mierda, se cree superior por estar rodeada de adictos al alcohol y a las drogas, en cuanto a su embarazo hasta ahora todo va bien, tiene dos meses para ser exactos.

Trato de llegar al otro día a casa, no quiero recaer en las drogas ni en el alcohol, estoy pensando en pedirle a Sara que abandone mi casa, así las cosas no pueden continuar.

—¡Max ven aquí!— me levanté del banco y caminé hacia el perro con la correa en mano.

Lo amarré y caminé con mi perro hacia la casa, cuando llegué a la casa afuera había varios autos de lujo estacionados, de solo poner un pie en la puerta el olor a marihuana se apoderó de mis fosas nasales.

Max comenzó a ladrar como loco, entrené a Max cuando a penas era un cachorro, está capacitado para defenderme, sabe reconocer sustancias psicoactivas, es mi guardián por así decirlo.

Mi mirada se detuvo en Sara, ella estaba fumando pipa, sus ojos estaban rojos.

—¡Se acabó la fiesta!... ¡Todos fuera de mi casa!— grité molesta.

Uno de los chicos que era el dj bajó el volumen de la música, todos pusieron su atención en mí.

—Nadie se irá a ninguna parte, ahora es que la fiesta va a empezar.— se levantó Sara de las piernas de Alex.

—Eres una irresponsable, estás embarazada y tienes la desfachatez de consumir drogas.— mi tono de voz era elevado

—¡Cállate!— todos se quedaron sorprendidos por su reacción al igual que yo, nunca se había atrevido a hablarme de esa forma.

—Subiré a mi habitación cuando baje no quiero ver a nadie y en nadie me refiero a ti también Sara, recoge tus cosas y lárgate de mi casa, hablaré con tu padre acerca del contrato de alquiler.— subí a mi habitación, las ganas de gritar y decirle todo lo que pienso me respira en la nuca.

Pensarán que soy una aburrida... patética... todo lo que quieran. Pero no pienso permitir que mi casa se vuelva un acopio de drogadictos y alcohólicos.

Organicé mi habitación, no he tenido tiempo de limpiar, mañana será mi primer trabajo con mi hermano. Debo estar preparada para cualquier escenario. Me acosté sobre la cama, ya no se escuchaba nada. Asomé mi cabeza por la ventana, todos los autos se habían marchado.

Mi estómago comenzó a rugir, tengo mucha hambre, bajé corriendo por algo de comer a la cocina, después de echar a todos de mi casa ha pasado una hora, entro a la cocina, busco una barra energética y salgo nuevamente.

En la sala se encuentra Sara llorando, a su lado está Alex fumando un cigarro. Camino hacia las escaleras su voz detiene mi caminar.

—Lo siento...— hace una pausa.— la forma en la que te hablé no estuvo bien.— agacha la cabeza como siempre suele hacerlo cuando sabe que sus acciones son erróneas.

—Me cansé de perdonar tus inmadureces una y otra vez.— observé a Alex luego volví a mirarla.— ahora tendrás un hijo, una responsabilidad y tu deber es afrontarla.

Al lado de Alex había dos maletas, verlas me hicieron recordar el día en que se mudó aquí. No es momento para demostrarle que esto me afecta. Al contrario, ella debe ver que con sus actitudes está alejándose cada día de las personas que realmente la quieren.

—Prometo cambiar.— absorbió los mocos de su nariz y secó sus lágrimas.

—Eso está muy bien, pero en otro lugar porque mi casa no será un centro de diversión ni fornicación.— lo último lo escupí con desprecio.

No refutó más, tomó su equipaje y salió de la casa sin nada que decir. Antes de salir Alex dio una última mirada, como si quisiera decirme algo con la mirada.

Cuando sentí que la puerta se cerró todo el dolor que tenía comprimido salió a flote. Me duele abandonarla, más en estos momentos, pero no se puede ayudar a alguien que no se deja ayudar.

El sonido de mi celular me sacó del transe en el que estaba metida.

¿Sí? esperé a que la otra persona contestara.

Mañana es la vuelta, espero que estés en el almacén puntual. la voz de mi hermano se escuchaba cansada.

Seré puntual. puse los ojos en blanco.

Bien. colgó la llamada sin darme tiempo a decirle cualquier cosa.

Coloqué el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y subí nuevamente a mi habitación.

StephanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora