—Iré al almacén, Sebastián se maltendra al tanto de ti, por si deseas cualquier otra cosa.— abrazo a mi hermano y bajo de la camioneta acompañada por Sebastián.
Camino por la hermosa entrada de la casa, esta conecta con la enorme puerta de la mansión, la mano de Sebastián me detiene a medio camino.
—¿Quieres cenar conmigo?— está nervioso, lo deduzco por la forma en que mueve sus dedos de las manos.
—Gracias, prefiero descansar, prometo compensarlo luego.— asiente.
—Está bien, descansa.— noto cierta tristeza en su tono de voz.
Entro a la casa y subo a mi habitación, me deshago de la ropa que llevo puesta y coloco una más comoda, me acuesto sobre la cama, no dejo de pensar en mi casa, en todo lo que he tenido que dejar atrás por culpa de los hermanos Ferrara, trato de conciliar el sueño, me resulta imposible hacerlo, llevo horas moviendome en la cama de la a lado, en busca de sueño y no consigo nada.
Decidida me levanto de la cama con cierto toque de molestia, me coloco las pantuflas y observo la hora en el reloj, son las dos de la madrugada, salgo de la habitación, entro a la cocina en busca de algo de comer, tomo un vaso de leche y decido caminar por los pasillos que conducen a las habitaciones del servicio.
La puerta de una de las habitaciones se encuentra media abierta, el olor a nicotina se hace presente, meto la cabeza para ver de quien se trata, Sebastián está semi—desnudo, se encuentra recostado del barandal de metal, sus músculos se notan relajados, su respiración calmada, sin hacer mucho ruido entro a la habitación.
—¿No puedes conciliar el sueño?— pregunta sin mirarme, da una calada y expulsa el humo.
Sonrío con gracia, salgo hasta quedar a su lado, me detengo a observar el hermoso tatuaje que cubre su espalda, llevo mi mano hacia su piel y disfruto de su suavidad, se tensa al sentirme, pero no hace el intento de apartar mi mano de su espalda.
—Adivinaste.— con mis dedos continuo trazando cada línea de su tatuaje.
Termina de fumar y avienta el cigarro a lo lejos, se voltea y me acerca a él.
—Te conozco más de lo que crees, aunque no me des la oportunidad de acercarme a ti, he observado y analizado cada una de tus acciones.— lleva su mano hacia mi cintura, siento una energía electrizante tras su tacto, suelto un leve gemido.
—No es eso.— me encuentro acorralada entre su cuerpo, verlo desnudo de la cintura hacia arriba, me pone, ver su redondo culo en esos boxers también me pone, todo de él me pone mucho, más de lo que imaginaba.
Sus manos continúan descendiendo por mi cintura, cierro los ojos, por primera vez después de siete años puedo disfrutar de las caricias de un hombre sin necesidad de recordar mi doloroso pasado, disfruto de sus suaves manos, caricias que me llevan a la perdición de mi cordura.
—¿Qué es entonces?— acercó sus labios a los míos, siento su respiración sobre mis labios, estamos tan cerca, en cualquier momento perderé la poca cordura que me queda y lo besaré.
—Estaba procesando todas las emociones que me haces sentir.— sonríe con ternura, su mirada baja hasta detenerse en mis labios.
—¿Cuáles son esas emociones?— me apega más a su cuerpo, puedo sentir su erección en mi vientre, esta situación me pone caliente, mi zona comienza a humedecerse, con solo su olor y respiración.
—Yo...no lo sé.— lo último lo digo en un susurro.
Sin esperar más respuesta une nuestros labios, siento sus suaves labios acariciar los míos, una de sus manos sujeta mi cabeza, su beso es apasionado, exigente, imponente, su lengua y sus labios buscan controlar los míos y llevarlos a un vaivén de emociones inigualables.
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Stephan
ActionÁngel Mancini, hermosa joven italiana, tras crecer en un mundo lleno de perversiones, drogas y enemigos, decide huir y radicarse en Londres, por culpa de los traumas del pasado no es capaz de enamorarse, todo cambia cuando Stephan llega a su vida de...