Capítulo 25

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■25■

Las personas borrachas se tambaleaban, algunas chocaban conmigo por los pasillos de las habitaciones, esta casa es tan grande que tuve que verme en la obligación de desviarme por otro pasillo para poder esquivar al flujo de personas que tomaron hasta perder la cordura.

Al final del pasillo que conduce a la segunda escalera escuché quejidos por parte de una chica, se escuchaban susurros de voces masculinas, por el ruido de la música no pude escuchar con claridad sobre que se trataba, cuidadosamente llevé mi mano hacia la parte baja de mi espalda donde se encuentra mi arma.

Siempre llevo mi pistola conmigo, abro la puerta sigilosamente, hay tres chicos fuertes sin camiseta y una indefensa chica tirada sobre una cama sin ropa, de solo ver esta imagen, recuerdos llegan a mi mente, las lágrimas amenazan con salir, reúno fuerzas y entro a la habitación de golpe logrando captar la atención de los tres muchachos.

—Veo que alguien más quiere unirse a la fiesta.— camina hacia mí uno de ellos, este es alto, pelo cobrizo, tiene pecas alrededor de sus hombros y en su rostro, tiene buen cuerpo.

—¡Dejen a la chica!— exclamé, lo observo, este no se detiene.

En el estado en que ella está deja dicho que la han drogado, balbucea las palabras, no tiene fuerzas para sostenerse, son unos asquerosos por recurrir a semejante acción solo por sexo.

—¿O si no qué?— pregunta el rubio que sostiene su erección sobre la tela del pantalón.

—Saco mi arma y apunto al pecoso que se acerca a mí, este se detiene al instante.— o si no me veré obligada a acabar con la insignificante vida de cada uno de ustedes.—los observo con repulsión.

—Veo que a la nena le gusta el peligro.— sonríe el castaño, tiene todo su brazo derecho tatuado.

Disparé detrás del rubio, la bala destrozó una lámpara que estaba sobre la mesita de luz, los tres abrieron los ojos más de la cuenta, el miedo los embarga, lo noto, sus rostros lo reflejan.

—Me gusta que cuando ordeno algo lo cumplan sin protestar, no juego y creo que ustedes no lo han entendido.— volví a apuntar al peli—rojo  que todavía sigue inmóvil.

—Podemos negociar.— habló el pecoso nueva vez.

—¿Sabes que negociaremos?... ustedes se vestirán y saldrán de esta habitación, le pedirán una  disculpa pública a la chica cuando esta vuelva a la cordura y se irán de la fiesta.

Uno de ellos quería protestar, el castaño fue inteligente y con la mirada le ordenó que me obedeciera, me hice a un lado todavía apuntándoles, salieron de la habitación, los seguí, todos abajo estaban inmóviles, escucharon el disparo que había provocado hace unos momentos.

El rostro de Marcos y Marcus es un poema, ambos me observan con terror, nadie se mueve nadie dice nada.

—¡Esta tipa está demente, nos quiere asesinar!— gritó el castaño.

Le disparé en el muslo de su pie izquierdo, el grito desgarrador de dolor se hizo presente, los otros dos me observaban con horror.

—Las escorias como tú, no merecen compasión.— me giré y observé a todos en especial a Marcus y Marcos.— para todos ustedes pareceré la villana, la mala de la historia por portar un arma y haberle disparado a su querido amigo, pero esta mierda que ven aquí que en estos momentos se está quejando como marica de dolor, esta porquería que se hace llamar hombre ha drogado en conjunto de estos dos.— señalé a cada uno con el arma.— a una chica, a tal grado de dejarla inconsciente e intentar violarla.

Algunos llevaron sus manos hacia la boca en modo de asombro, otros estaban horrorizados, algunos sentían asco.

—Ve con tu papi y mami, llama a la policía y encarcélame, si tu me jodes, yo te jodo el doble.— levanté la mirada y observé a los otros dos que observaban la escena con temor.— y eso va para ustedes dos también.

Volví a meter mi arma detrás de la espalda, saqué mi móvil, marqué a emergencias, cuando la operadora contestó ordené una ambulancia.

—¿De qué se quejan guapos?— los observé con diversión.— les doy el servicio completo, balazo con ambulancia incluida y todo.— entro mi móvil al bolsillo de la chaqueta.

—Ángel... tú.— Marcos no podía articular una sola palabra.

—Si después de esto no quieres acercarte a mí lo entenderé.— me acerqué a él y dejé un dulce beso en su mejilla.

Sin esperar respuesta abandoné la mansión, ordené un taxi, entré a casa y dejé las llaves sobre el pasamanos de la escalera, ha sido una noche muy estresante, así la llamaría.

___♡___

Stephan

El insistente sonido del timbre hace que me levanté de la cama de mala manera, había decidido dormir en mi departamento por la sencilla razón de que necesito descansar, no quiero molestias ni nada que afecte mi descanso.

Enciendo la luz de la sala, abro la puerta, Sara está toda golpeada, su rostro está empapado de lágrimas, lleva una maleta pequeña, al parecer trae su ropa en esta, la hago pasar, ella se sienta en uno de los sofá de leader de la ante—sala.

—¿Qué sucedió? ... ¿Cómo diste con mi dirección?— me acerco al mini bar, sirvo un poco de agua y le tiendo el vaso.

Sus jipíos no permiten que ella pueda articular una sola palabra, la estrecho contra mi pecho en busca de tranquilizarla, en su condición no es bueno que esté de tal manera, siento su respiración más calmada, me separo de ella, da un sorbo al vaso de agua y me observa con tristeza.

—Siento haberte despertado, pero eres la única persona que pensé que podía ayudarme.— con manos temblorosas dejó el vaso sobre la mesa de cristal decorativa.

—¿Quién te hizo esos golpes?— seco sus lágrimas con uno de mis dedos.

Baja la cabeza y más lágrimas vuelven a salir.

—Fue Alex, se volvió loco, me golpeó, estaba drogado, me molesté porque estaba con una puta en nuestra habitación, frente a ella y a tu madre me golpeó.— cerró los ojos con fuerza.

Me acerqué a ella y volví a abrazarla, como mi hermano puede ser tan hijo de puta, yo sería incapaz de ponerle la mano a una mujer de esa forma, las mujeres son el ser más hermoso que la vida y Dios pudo crear, es la madre de su hijo, que corazón tan podrido tiene.

—Iré por el botiquín de primeros auxilios, hay que curarte esas heridas.— intenté separarme de ella, sus manos me lo impidieron.

—Por favor no le digas a Alex que estoy aquí.— sostuve sus manos.

—Mientras estés cerca de mí nadie te hará daño, cargas a mi sobrino en tu vientre, eres mi familia.— sonreí sin mostrar los dientes.

Busqué el botiquín y lo dejé sobre la mesa de cristal, saqué algodón con alcohol, desinfecté las heridas de su rostro, eché todo lo usado a la basura y volví a sentarme a su lado.

—Tendremos que ir al hospital, un doctor debe tomarte ecografías, debemos asegurarnos de que el feto esté en perfecto estado.— ella asintió entre lágrimas.

—Gracias por todo.

—¿Quieres avisarle a Ángel?— negó.

—Ella me lo dijo, me advirtió sobre esto y yo no lo quise ver, creo que sería a la última persona que ella querría ver.— secó sus lágrimas.

—Ella debe estar dormida, te llevaré al hospital, pero mañana a primera hora le avisaremos, eres su mejor amiga, siempre te recibirá con los brazos abiertos.— asintió.

— asintió

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