Capítulo 43

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Stephan

Amar a una persona no quiere decir que debas estar con ella, hay diferentes formas de amar, el amor desde la distancia es el más verdadero para mí, porque a pesar de que no estás con la persona que amas, decidiste alejarte para que sea feliz con alguien más, eso es lo que hice con respecto a Ángel, he decidido dejarla, ella debe florecer, sin mí, sin esos recuerdos que han hecho de su vida una miseria.

Me coloco una chaqueta al salir del aeropuerto, sostengo dos maletas y Agata por igual, ambos caminamos por el estacionamiento del aeropuerto. Dejo los equipajes en el maletero del auto que hemos alquilado, antes de subir al auto observo el aeropuerto.

—¿Te arrepientes de esto?— Agata me observa en espera de una respuesta, veo cierta pizca de tristeza, por más que trate de disimular, es notable.

— Para nada, estaba despidiéndome de mi antigua vida, para poder darle paso a esta nueva etapa.— relaja las fracciones de su cuerpo al escucharme.

— Gracias, por intentarlo conmigo, por darme la oportunidad de estar a tu lado.

Subimos al auto, Alemania es hermoso, ambos optamos por la opción de vivir aquí, mi madre es la única que sabe hacia donde fui, pero le pedí que lo ocultara, es mejor así, me contó que le entregó la carta a Ángel, que sufrió al saber que me fuí con Agata, aunque no lo demostró del todo, ella es fuerte, sé que esto lo superará y podrá salir adelante sin mí.

Estaciono frente a una pequeña casa, es lujoso, pero pequeña, la escogimos así porque solo somos dos, tiene dos niveles, una pequeña piscina, enorme jardín, dos habitaciones y tres baños, todo lo necesario para nosotros dos.

—Iré a dejar nuestros equipajes arriba.— Agata toma nuestras maletas y sube hacia la que será nuestra habitación.

Cambié de celular, redes sociales no tengo por el momento, hice un traslado de universidad, ya no queda nada de mí en Londres, toda mi vida está enterrada, ahora soy Stephan Ferrara en Alemania, así será hasta que entienda que deba regresar al lugar donde pertenezco.

—¿Piensas en ella?— Agata se acerca a mí.

—No, pienso en Alex, en su terrible desenlace, a pesar de haber sido una mala persona, lo quiero con toda mi alma, su ausencia me duele,  extraño escuchar sus peleas con mi padre, las fiestas improvisadas en la casa, tener que despertarlo para irnos al almacén, ver películas de terror juntos, tomar cerveza hasta emborracharnos.— seco mis lágrimas.

—También extraño a Alex, después de todo, éramos buenos amigos, conmigo nunca tuvo indiferencia, siempre me trató con respeto.

—Lo voy a extrañar toda mi vida, no importa el daño que haya hecho, eso no quitará el cariño que siento por él.— tomo una fotografía de nosotros dos cuando pequeños.

—Prepararé algo de comer.—  deja un beso en mi mejilla y va hacia la cocina a preparar algo de comer para ambos.

Ángel 

Las cosas con mi madre siguen igual desde el día en que me fui de la casa al descubrir la verdad, ella sabe que mi padre está vivo, ha venido a verme para pedirme perdón, no es que sea mala persona, sé que ella sufrió por no haberme protegido, pero eso no quiere decir que deba perdonarla, no me siento preparada para eso, he estado asistiendo a terapias, mi avance es asombroso, ya he aceptado ciertas cosas, dentro de poco tiempo le daré una oportunidad para que hablemos y logremos soltar lo que nos queremos decir.

Sara se encuentra en un psiquiatrico, no está loca, sin embargo la muerte de Alex le ocasionó algunas lesiones, está en tratamiento, ha pedido verme, desea pedirme perdón, que escuche por qué hizo las cosas, iré a verla, después de todo necesito que me vea, que entienda que luchó contra la persona menos indicada.

Entro al hospital psiquiatrico, una enfermera me indica donde está Sara, nos separa un cristal, no es que ella sea peligrosa, ni esto sea una carcel, pero en este lugar hay muchas personas que tienen todo tipo de adicciones, ellos solo evitan que cualquiera de sus visitas puedan darles drogas o cualquier cosa a la que ellos sean adictos.

—Pensé que no vendrías a verme.— Sara toma asiento del otro lado del cristal.

—Solo vine a escuchar lo que tienes para decirme.— hago una señal a la enfermera, esta asiente y se retira un poco de nosotras.

—Esto es sorprendente, ninguna de las dos logró imaginar que estaríamos en esta situación, pensar que de ser mejores amigas, ahora somos enemigas.— ríe sin gracia.

—La única que no lo llegó a imaginar fui yo, por ser ciega contigo, por confiar en el cariño que te tenía, que al final no sirvió de nada, yo soy la única sorprendida con todo esto.— la observo, no demuestro nada, no le daré el gusto de verme destruida una vez más en su vida.

—Te pido perdón, el amor que siento por Alex no permitió que viera el daño que te estaba ocasionando, hoy en día me arrepiento.— sus ojos se cristalizan.

—Y lo seguirás haciendo por el resto de tu vida, toda la vida te reprocharás, siempre lamentarás el haber perdido una hermana por un hombre que nunca conoció el significado de cariño, al que nunca le importaste, ni como mujer, mucho menos como persona.— escupo con rabia.

—Lo sé Ángel, me duele estar aquí encerrada, después de todo fui una víctima de él.— suelto una carcajada al escuchar su estupidez.

—Cuando estabas embarazada de él eras su víctima, en el momento en que decidiste darle una oportunidad a lo que tú creías que tenían, dejaste de serlo para convertirte en una villana más de esta historia.— me levanto de la silla y tomo mi bolso.

—¡Ángel por favor escucháme!— coloca sus manos en el cristal con desesperación.

—No tengo nada que escuchar, tú decidiste a que bando irte, yo solamente estoy respetando tu desición.— hago una seña a la enfermera para que entienda que he dado por terminada la visita.

—Pero yo sí, yo sí quiero estar de tu lado, formar parte de tu vida, no hagas esto Ángel.—sus lágrimas corren por sus mejillas, a decir verdad no creo en nada de sus palabras, siempre ha sido buena para mentir, me lo demostró el día que Alex me secuestro.

—Eso debiste de pensarlo antes, ya es tarde para arrepentimientos.— la veo por última vez y salgo del hospital, no siento nada, ni lastima, ni dolor, simplemente es nada, eso fue lo que ella se ganó, no puedo cambiar la historia.

StephanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora