■7■
Ángel
—Ve a taparte esas ojeras.— le ordeno a Sara.— todo está listo, tu padre llegará en cualquier momento.
Obedece mi petición, va a taparse las ojeras, mientras ella hace eso yo termino de arreglar la mesa, estoy terminando de colocar la última copa cuando el timbre de la puerta suena.
Arreglo mi vestido de seda, me acerco a la puerta, el padre de Sara está bien vestido como siempre, a su lado su esposa, con una sonrisa les hago un ademán para que entren a la casa.
—Tiempo sin verte mi querida Ángel.— el señor James me extiende su mano, muy a gusto la estrecho.
—Siéntase como en casa, aunque esta ya lo es.— les indico que caminen hacia el comedor.
—¿Dónde se encuentra Sara?— pregunta María la madrastra de Sara.
—Se está arreglando, ya debe estar por bajar.— les sirvo vino a cada uno.
—¿Cómo van los estudios Ángel?—el señor James toma asiento en la mesa, al igual que su esposa.
—Ya estoy terminando la carrera, señor.— dejo la botella de vino a un lado de la mesa.
—Nada de señor, sabes que te veo como una hija.— sonríe.
Los pasos notorios de Sara se hacen presente en el comedor, se nota nerviosa, su mirada conecta con la mía, con mi mirada le dejo saber que no tiene que preocuparse.
—¡Mi chiquita!— Sara se acerca a su padre para abrazarlo.
—Te extrañé mucho papá.— sus ojos se cristalizan.
—Yo más.— ella se sienta a su lado.
Me dirijo a la cocina en busca de la carne horneada y los vegetales al vapor, el padre de mi mejor amiga le gusta mantener su figura, hace ejercicios y come todo bajo en grasas y calorías.
—Huele delicioso.— sonríe María.
Todos nos servimos del delicioso manjar y nos detenemos a disfrutarlo, el almuerzo es un total silencio, en varias ocasiones mi amiga me observa, pidiendo ayuda.
—¿Cómo va todo en la universidad?— él limpia la comisura de sus labios.
—Todo en orden.— sonríe sin mostrar los dientes.
—Debes ser buena, no pienso partirme el lomo trabajando para que tú desperdicies el tiempo.— da un sorbo a su vino.
—Papá hay algo de lo que debo hablarte.— sus manos tiemblan.
—Adelante te escucho.
—No sé como decírtelo, tengo miedo a como vayas a reaccionar.— limpia sus manos sudorosas en su pantalón.
—Habla de una vez.— eleva su tono de voz.
—Estoy embarazada.— intenta abofetearla, soy rápida y sostengo su mano.
—Ni se le ocurra.— mi tono de voz es amenazante.
—Eres una puta, como puedes decepcionar a la familia de esa manera, porque no puedes ser perfecta como Ángel.— siempre ha intentado compararla conmigo, acción que reconozco que molesta, nadie debe ser comparado, somos diferentes y punto.
—¿Cree que soy perfecta?— pregunto ofendida, mi amiga está sumergida en llanto.
—Mírate, tienes una casa que has conseguido tu sola a base de esfuerzo y sacrificio, eres buena estudiante, trabajas, tu padre debe estar orgulloso de ti, en cambio, Sara...
No lo dejo terminar.
—Sara ha cometido un error, eso no quiere decir que sea la peor del mundo, al contrario, su hija tiene cualidades que usted no se ha detenido a observar, es inteligente, eficaz en todo lo que hace... ¿Sabe por qué no es buena en la carrera que estudia?... por la simple razón de que no le gusta, su hija siempre ha querido portar un arma y uniforme, algo que no me cabe duda de que hubiera sido la mejor del ejército.— mi mirada se detiene en Sara.
—Sara siempre ha hecho lo que le da la gana, esas son las consecuencias de vivir una vida loca.— observa a su hija con decepción.
—Su deber es apoyarla, quizás si mi padre me hubiera apoyado no viviera una vida tan vacía como la que vivo.—me observa con confusión.—No compare a su hija conmigo, yo estoy dañada y podrida, ojalá tener la familia que Sara tiene o parte de ella.— salgo del comedor con ganas de llorar.
No sé cuanto pasó, me quedé dormida sobre mi cama, al despertar observo como se desvanecen los pequeños rayos de sol.
Deduzco que deben ser las 6 de la tarde, me levanto de la cama, la notificación de mensajes hace que tome mi celular y decida responder.
El primer nombre que leo, es el de Nathan, él fue mi novio, lo conocí cuando llegué a Londres, lo amé con toda mi alma, las cosas cambiaron cuando él terminó la carrera de administración de empresas, comenzó a creerse superior por ser graduado y yo no, nunca dejé de quererlo, pero entendí que no merezco estar con alguien que me haga sentir menos.
Nathan: hola nena.
Yo: espero que te encuentres bien. ¿en qué puedo ayudarte?
Nathan: extrañaba hablar contigo, regresé hace dos días de Rumanía, quiero verte.
Yo: claro, estoy de vacaciones en la universidad, avisame el día que puedas y nos vemos.
Apago el móvil y salgo de la habitación, la casa se encuentra en total oscuridad, seguramente el padre de Sara se fue, me dirijo a la habitación de mi mejor amiga y la encuentro sentada en el suelo llorando mientras observa sus fotos familiares.
—Lamento que no todo haya salido bien.— absorbe sus mocos, es algo asqueroso, pero mientras lloras es necesario.
—No es tu culpa, tu padre lo entenderá, la información es difícil de procesar en estos momentos, con ayuda del tiempo, te apoyará.— me acerqué a abrazarla.
—He pensado en la posibilidad de abortarlo.— la miro sin poder comprender lo que acaba de decir.
No permitiré que cometa el mismo error que yo, ese bebé no tiene la culpa de nada, ella debe asumir su responsabilidad.
—No permitiré que lo hagas, si quiere yo puedo hacerme cargo, pero no cometas un error del que te puedes arrepentir toda tu vida.— mis ojos se cristalizan de solo recordar.
—Tienes razón, el bebé no tiene la culpa de nada.— recoge las fotografías y deja caer su cabeza sobre mi hombro.
—Siempre estaré aquí pase lo que pase.— acaricio su espalda.
—Yo también.— susurra.
Siempre estaré para ella, pase lo que pase, los amigos son para eso y más.
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Stephan
ActionÁngel Mancini, hermosa joven italiana, tras crecer en un mundo lleno de perversiones, drogas y enemigos, decide huir y radicarse en Londres, por culpa de los traumas del pasado no es capaz de enamorarse, todo cambia cuando Stephan llega a su vida de...