Sebastián en multimedia.
■12■
Después de salir de casa de mi hermano, conduzco hasta llegar a mi dulce hogar, sigo molesta con Sara, tal vez muchas cosas entre nosotras cambien, después de nuestra pequeña discusión, entro a casa, de reojo observo a Sara, esta está metida en su laptop.
Dejo mis llaves sobre el estante donde se colocan las cosas de la calle y todo lo demás, camino hacia la cocina, abro la alacena y tomo un paquete de galletas de chocolate, una botella de bebida energizante y me dirijo hacia las escaleras.
— ¿No piensas hablarme?— sube sus lentes a la altura de su frente.
—Escogiste a tu novio antes que a mí, no tengo que seguir perdiendo el tiempo contigo, porque eso fue lo que ice todo este tiempo, perderlo contigo.— acomodé las cosas que tenía en mis manos para que no se cayeran al suelo.
— Las cosas no son de la forma en la que la planteas, tenía que hablar con él, escucharlo, darle una oportunidad, intentarlo de nuevo.
— ¿Sabías que tu noviecito estrella pertenece a la mafia italiana?— su boca se puso en forma de vocal o.
— ¿Cómo lo supiste?— se levantó del suelo.
— Esa mierda no importa, lo peor de todo, es que estas conviviendo con un monstruo y tu justificas cada cosa que hace.
— Se saldrá de ese mundo, lo prometió, por nuestro bebé que viene en camino.— llevó sus manos hacia su vientre.
—Me da pena, ver como eres tan idiota, ese tipo nunca saldrá de ese mundo, ya no me molesta que venga a la casa, ya no me importa que mierda pase con tu vida de ahora en adelante.— subí varios escalones más, antes de llegar al último ella volvió a hablar.
—¿Qué hacías con un arma esta mañana?... habla o tendré que denunciarte con la policía.
—Pues tendrás que denunciarlo a él también, hasta donde sé él tampoco es una blanca paloma, como lo quieres pintar.— caminé hacia mi habitación y cerré la puerta de un portazo.
Desde que conocí a Sara no he echo más que ayudarla y darle consejos, pero a mi entender lo hago en vano, porque no los entiende, está creyendo en un cretino que no tiene nada de bueno, es malo, su aura dice todo de él.
Ahora que recuerdo el día de la carrera no cobré el dinero que gané, al llegar la policía tuve que salir corriendo, tomé mi arma, iré al bajo mundo, ahí no puedes ir desarmado, tu vida corre peligro desde el momento en el que entras, en mi caso no me asusta porque soy conocida, nadie se atreve a meterse conmigo, ni yo con ellos.
Tomo las llaves de mi auto y bajo nuevamente, ignoro las amistades de Sara, salgo y subo a mi auto, corro por las calles marginadas de Londres, aquí ves la droga como si fuera un dulce, bandas criminales, todo un mundo del crimen, la persona que no está acostumbrada a este tipo de mundo podría aterrarle tan solo mencionar estas calles.
Estaciono mi auto frente a la casa de Ben, él es el que lleva la contabilidad y se queda con las ganancias de los jugadores, bajo del auto, el frío de la noche golpea mis pechos, provocando que estos se pongan erectos, lo único malo de no usar sostén es que suceden este tipo de cosas.
Camino hacia la puerta de la casa de Ben, toco la puerta con mis puños, espero unos segundos, hasta que un hermoso cuerpo abre la puerta, inspecciono el hermoso y definido cuerpo hasta que mis ojos se detienen en esos labios, es el tipo que besé la noche de la carrera, no lleva playera puesta, solo tiene unos pantalones desabrochados, medias y el cabello despeinado.
—El destino volvió a ponerte en mi camino nuevamente.— inclinó su cuerpo a un costado de la puerta.
—No cariño, fue el dinero quien me puso en tu camino otra vez.— guiñé un ojo y sin que él me dijera nada, entré a la casa.
Todo estaba desordenado, ropa interior de chicas por todos lados, botellas de alcohol, se nota a leguas que este par ha aprovechado el fin de semana al máximo.
—¿Dónde está Ben?— veo como él cierra la puerta y comienza a recoger las botellas de cerveza.
—Está en su habitación, soy tú y espero a que termine su sección de sexo.— puse cara de asco, de solo imaginarlo me asqueo.
—Tengo prisa, es tarde y no pienso salir de estas calles tarde de la noche.— camino hacia la escalera.
—Se molestará si es interrumpido.— camina hacia mí.
—Me importa lo que le moleste, he venido por mi dinero.— subo varios escalones hasta llegar a la planta de arriba.
—¿Cuál es tu nombre?— deja descansar su mano en el pasamanos de la escalera.
—Cuando sepa el tuyo te lo diré.
—Me llamo Sebastián.— sonreí, estaba de espalda a él, no podía verme.
Caminé hacia la habitación de Ben, desde el pasillo se escuchaban los gemidos... ¡que asco!... vuelvo y repito que asco, sin tocar entro a la habitación, en la posición que los encontré fue cómica, la chica inmediatamente se cubrió con las sabanas, su cara pasó de ser excitación, a mal humor en fracción de segundos.
—¿Qué coños?— se acerca hacia la orilla de la cama agarrando la sabana para cubrirse.
—Contuve las ganas de reírme.— He venido por mi dinero... ¿Dónde está?— agarré el pomo de la puerta.
—Está en ese maldito cajón, enserio, no pudiste esperar a que terminara.— hizo un ademán con las manos.
Caminé hacia el cajón, abrí la gaveta, tomé el dinero, volví a dejar todo como estaba antes, caminé hacia la puerta con el fajo de dinero en manos.
—No, no pude, pueden seguir en lo que estaban.— salí con una sonrisa ladina.
Bajé las escaleras, caminé hacia la puerta, Sebastián estaba limpiando la sala, es raro ver a un hombre utilizando kit de limpiezas.
—¿Vives aquí?— entré el fajo de dinero en mis bolsillos.
—Me estoy quedando con Ben hasta que encuentre departamento, me mudé hace unas semanas.— pasó un paño sobre la barra de la cocina.
— ¿Son familia?
— No, Ben es mi mejor amigo, para mí es como un hermano.— sonrió.
Se ve sexy con ese atuendo, dan ganas de besarlo.
— Bien, debo irme, fue un placer verte de nuevo.
— Lo mismo digo diabla.— sé que muere por saber mi nombre.
— Ángel.— me mira confundido.— ese es mi nombre.
Abro la puerta y salgo de la casa, subo a mi auto y vuelvo a conducir a casa, es bueno conocer a nuevas personas, en especial si esas personas te hacen sentir bien, te hacen experimentar nuevas emociones jamás vividas.
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Stephan
ActionÁngel Mancini, hermosa joven italiana, tras crecer en un mundo lleno de perversiones, drogas y enemigos, decide huir y radicarse en Londres, por culpa de los traumas del pasado no es capaz de enamorarse, todo cambia cuando Stephan llega a su vida de...