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Al salir, todos me rodearon mientras hacían muchísimas preguntas. Aquello, estaba ocasionando que me diera un ligero dolor de cabeza.

—¡Silencio!—Dice mi abuela, haciendo que todos dejaran de hablar.—Ahora sí, ¿Vamos a comer? O quieren que les comience a pegar con la prótesis de ese anciano durmiendo en la silla—señala al señor que estaba sentado en una silla dormido.

—No lo haría—dice Julián, divertido.

—No me conoces jovencito—responde mi abuela con una ceja levantada.

—Créeme lo hará—dice papá.

—¿Por qué siento que da más miedo su mamá qué usted?—Pregunta Julián.

—Porque así es.— Responde mi papá.

No sabía si reírme o solo quedarme ahí intentando no hacerlo—mi querida abuela es alguien especial, muy especial.

—No se si tomarlo como halago o como si estuvieras hablando entre línea, la verdad es que no voy a prestarte atención, solo quiero salir de aquí y comer—dice caminando, al mismo tiempo que susurra insultos—juro que voy a golpear a alguien.

Todos van detrás de mi abuela, pero cuando quise caminar. Jimmy me toma de la mano sin venda—Si te molesta...yo...puedo...—Observó sus mejillas rojas, haciendo que mi corazón se acelerarse.

—¡No!—Me miró sorprendido.

—¿No?

—Digo no, está bien.

Simplemente no sabía comportarme frente a él, era cómo si fuera una adolescente de nuevo. Caminamos por el pasillo de la sala de urgencia hasta la salida, cuando vimos a mi familia y a nuestros amigos, rápidamente solté nuestras manos.

Jimmy me mira confundido—¿todo está bien?

—Si—digo nerviosa—¿Por qué?

"Genial Summer, sigue comportándote como una loca y perderás a Jimmy"—me digo mentalmente.

Nos acercamos a ellos—¡Genial! Los tortolitos llegaron, ahora sí: ¿Nos podemos ir?

Todos nos miran y yo intenté ocultar mi cara de todos, pues lo más probable era que estuviera roja.

—Es mejor darnos prisa o tu abuela nos matará—dice papá.

Subí al auto con mis abuelos—Entonces, Jimmy y tu...—miro a mi abuela, que elevaba sus cejas con una sonrisa.

—¿Jimmy y yo?

—Si ya son novios—dice mi abuela—la juventud de ahora—dice dramatizando.

—No, solo somos amigos.

—Los amigos no se besan en la boca—murmura mi abuela.

—¿Si sabes que te escuche, cierto?

Sonrió—cariño, no lo hice para que no me escucharas. Además, cada día me hago más vieja y no me quiero morir, sin haberte visto caminar tomada de la mano del quarterback castaño que sostenía tu mano antes de salir de urgencia—miro a mi abuela sorprendida—si linda, soy vieja, no ciega—me dice obvia.

—Cielo, deja a nuestra nieta. Ya la hiciste pasar por mucho está noche.

—¿Yo? Si solo digo la verdad, además ni siquiera pregunté si besa bien.

—¡Abuela!—digo avergonzada.

—¡Ves! Hasta esta roja—dice mi abuela—tranquila cielo, no llegó hasta allá.

—Gracias a Dios—digo negando con mi cabeza.

—¿Aún falta?

—No señora, ya estamos a 2 minutos.

What we thought was lostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora