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Buenas, primero que nada, quiero darles una advertencia que el capítulo del día de hoy es subido de tono. Si no te gusta, puedes omitirlo. Si eres menor de edad será mejor que pases; aunque no me hagas caso.

Por otro lado, si ven algún error por favor márcame para poder saber e ir a corregir.

Espero que les guste y se les quiere.

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Desde que era una niña, siempre fui consciente que dentro del terreno de juego siempre estas expuesta a múltiples cosas, una de ellas son las lesiones que pueden llegar a ser; leves, moderadas o graves, algunas veces solo son golpes o contracturas, calambres, desgarro muscular. Y a mí, me toco un enorme moretón en mi pómulo.

—¿Te volviste loca? — dije mientras tenía mi mano sobre la zona afectada.

Mi mirada está fija en la otra jugadora que me observa con una enorme sonrisa, jamás en mi vida me había tocado algo así. Ni siquiera en mis tiempos como amateur.

—¿Qué demonios te ocurre?—Me acerco a ella y le grito muy enojada.

Y lo siguiente que hizo, fue responderme enviándome un beso y sin dejar de sonreír. Las cosas estaban pasando muy rápido, las chicas llegan corriendo y nos separaran. La árbitro que se encarga de nuestro partido saca su tarjeta roja y la coloca en frente de la cara de la nueva sensación del fútbol femenino.

La chica deja de sonreír y la mira enojada—¡No fue mi culpa! Fue sin querer.

—¡Tú solo me golpeaste! —Intento acercarme, pero mis compañeras de equipo no me lo permiten.

—¡Suficiente! —Me grita una compañera, evitando que sea la siguiente expulsada.

—Con intención o sin intención, cometiste una falta y será mejor que te vayas jovencita. —Le dice, a la recién expulsada del terreno de juego. —O tendrás serios problemas.

La mujer que sostiene la tarjeta en su mano toma la tarjeta amarilla y la coloca frente a mi cara—Pero, ¿Qué hice? —Le pregunto, furiosa.

No podía tener amonestación, no en este partido—Una más y estas fuera—me amenaza.

—Debes salir de la cancha—me informa una de mis compañeras—han pedido tu cambio.

—¿Qué?

—Es mejor seguir las reglas, no queremos una expulsada.

Suspiro—bien.

Salgo del terreno de juego bajo los aplausos de los aficionados y miro a mi compañera que me reemplaza, ella y yo chocamos nuestras palmas, camino y me ubico en uno de los asientos que estaban desocupados junto a una compañera.

—Lo hiciste bien, la próxima rómpele la cara a esa chica—me dice divertida.

Me río por su comentario—estás loca.

—Loca estás tú, por dejarte golpear de esa manera.

—Ya que, fue solo un altercado dentro de la cancha.

—Sí, puede que tengas razón. Pero recuerda, cada vez que esa perra quiera, te golpeara a propósito y tu tendrás que defenderte.

—Hasta entonces, me quedaré, así como estoy.

Asiente con su cabeza—solo recuerda lo que te dije, no te quedes con los brazos cruzados.

Suspiro y termino de ver el partido, nuestro resultado no fue el esperado habíamos quedado 2 a 1 a favor de las zorras golpeadoras.

What we thought was lostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora