37

138 6 40
                                    

—¿Cómo que te casas y ni una llamada?—Pregunta mi abuela, al mismo tiempo que golpea a mi padre con su periódico—me tengo que enterar por una noticia que mi bebito se casa.

—A decir verdad, cómo dicen los mexicanos: por una pinche noticia Alejandro.

—No ayudes hermanita.—Le respondo sarcástica.

—De nada—dice Rosie, sonriendo.

—¿Quién es Alejandro? Bueno no importa. ¿Por una pinche noticia? —Dice, un poco extraño.

—¿Desde cuándo sabes español?

—No estamos hablando de mí—de nuevo lo golpea.

—Lo siento mamá, te íbamos a decir apenas llegaras.

—¿Cuándo llegara? —Mira a Maite.

—A no, no me mire como cazador viendo a su presa. Miré que le dije muchas veces; tienes que decirle a tu madre, pero no, el señor dijo que quería darle una sorpresa.

—Gracias amor, eres un Sol. —Responde mi padre, en sarcasmo.

—Te pasa por comerte mi tostada con mermelada—Responde Maite, cruzándose de brazos.—Y eso me recuerda que dormirás en el sofá hoy.

—Mi cielo, ya deja a nuestro hijo. Esta bastante...

—¡No te metas!—golpeo el brazo de mi abuelo.

—Tu familia es un poco violenta—susurra Rosie, haciendo que contenga las ganas de reír—digo, no es que nosotras no seamos un poquito salvajes, pero tu abuela, es la campeona.

—¡Escuche eso!—Golpeo a Rosie en el brazo.

—¡Eso dolió abuela!

Sonríe mi abuela—bienvenida a la familia Rosemary.

—Pero que bienvenida tan hermosa—dice sarcástica, al mismo tiempo que comienzo a reír.

Esta vez fui yo la que recibió un golpe de la abuela—¡Auch! ¡Abuela! ¿Y a mí, por qué me pega?

—Pues, por ocultar el compromiso de tu padre, por reírte... ¿quieres que siga?

—Lo siento abuela.

—¿Es que acaso no importo? —Dice triste, como si contuviera las ganas de llorar—¿Tengo que ser la última en enterarme de todo? Ahora falta que Summer me oculte que está embarazada.

Entonces, intervine en su momento de drama—Wow, espera un momento. No estamos hablando de mí, sino de tu hijo.

—Pastelito, no ayudes.

—Silencio—golpea una vez más a mi papá.

—¡Auch!—Se queja—mamá.

Suspira—¿Quién tiene hambre? Porque yo sí. —Caminando a la cocina.

—Y me dices loca a mi—Maite le habla a mi papá.

—Aún estas a tiempo de salir corriendo—bromea mi abuelo.

—¿Y dejar mi visa? Digo, vida.—Simuló estar nerviosa.

Todos reímos por su comentario—también te quiero—responde mi papá.

Maite se acerca y besa su mejilla—vamos, antes de que tu madre comience a lanzarnos los platos en la cabeza.

Fue durante la comida que entendí que mi familia siempre estuvo completa, que a pesar de que no estemos todos en la misma mesa compartiendo; mi familia son todas aquellas personas que me amaron, que me hicieron sonreír y que estuvieron ahí todo el tiempo.

What we thought was lostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora