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 –Tae parecía tan confundido como nosotros –repitió Félix por centésima vez levantando su cabeza de los apuntes.

–Me da igual –repetí monótonamente como un disco rayado.

–Lo que digo... –empezó él.

–Lo que digo yo es que en una semana tengo examen y no dejas de interrumpirme con cosas que me – dan – igual –atajé yo dejando un espacio muy marcado entre las últimas palabras para dejar claro lo poco que me importaba.


"Claro que te importa"

"Cállate"

"Te importa y mucho"


Cerré el libro ofuscada con un golpe seco. Al momento miré alrededor por si había molestado a alguien pero la zona de los archivadores de la biblioteca solía estar vacía, por suerte para mí.

Me levanté y empecé a meter todo en mi bolsa.

–No consigo concentrarme. Me voy a casa, nos vemos mañana ¿vale?

Me despedí rápidamente de Félix y me fui porque ya que no iba a dar pie con bola por culpa de la maldita imagen de Tae con otra chica en mi cabeza, por lo menos estar tirada en la cama con helado

y una buena película. De vez en cuando no está mal sacar partido al drama.

El día invertido revolcándome en mi fango emocional había pasado rápido, por supuesto, y de nuevo me encontraba vistiéndome para otro día en mi encantadora universidad. Suspiré, y me miré al espejo.

–Se acabó –me dije a mí misma con decisión–. Voy a volver a ser quien era por muy mal que esté. Me niego a que Tae se dé cuenta de lo mucho que me ha afectado.

Me puse unos bonitos vaqueros ajustados y zapatillas, una camiseta que me sentaba bien y me peiné y maquillé un poco. No demasiado, pero comparado a como había ido a la universidad los últimos días parecía que iba a la gala de los MET.

No tardé en llegar y aparqué. Hoy Félix tenía una clase antes que yo, así que no había podido venir con él. Cuando llegué a la puerta me di cuenta de que algo inusual sucedía.

La gente se apelotonaba en los pasillos mirando algo y cuchicheaban entre ellos. Empecé a abrirme paso, al principio tenía que empujar un poco pero cuando veían que era yo curiosamente, se apartaban para dejarme pasar. Me di cuenta entonces de que la mayoría me señalaban y algunos me grababan con sus móviles.

Empecé a sentirme nerviosa pero intenté mantener la calma. Busqué a Félix pero no le vi. Avancé un poco más y me acerqué a un lado del pasillo donde el núcleo de gente era más concentrado.

Se echaron a los lados al verme llegar y ahí vi a Félix y Tae que estaban discutiendo a voces. Jungkook, Lisa y el resto estaban detrás de ellos. Todos tenían mala cara.

–¿Félix? –pregunté dubitativa.

Félix y palideció al verme y todos se giraron.

–Llévatela de aquí –le urgió Tae que parecía incluso más alterado que él.

Félix se acercó y me sujetó de la muñeca, comenzando a arrastrarme pero yo clavé mis pies en el suelo tercamente.

–No pienso moverme hasta que me digas qué está pasando –exigí.

–Te lo explicaré después, vamos –repuso él inquieto lanzando miradas furtivas al círculo de gente que nos rodeaba.

Observé también, muchos se reían y todos seguían señalándome. Fue entonces cuando vi que Tae sostenía lo que parecían muchos papeles arrugados en su mano al igual que Jungkook. Se notaba de lejos que ambos querían impedir que me acercase a la pared donde ellos estaban.

Me solté del agarre de Félix con un golpe seco y fui allí. En cuanto llegué, automáticamente Jungkook y Tae escondieron los papeles a sus espaldas.

–¿Qué es eso? –pregunté enfadada.

–Nada, vete a clase vas a llegar tarde –ordenó Tae.

Me abalancé sobre él e intenté quitarle lo que llevaba en la mano. Fue inútil porque tenía mucha más fuerza y además Jungkook le estaba ayudando pero en medio del forcejeo varios de esos papeles se cayeron al suelo.

Cogí uno y lo que vi me dejó tan noqueada como si alguien me hubiese partido la cara de un puñetazo. Alisé el papel con mis dedos temblorosos para asegurarme de que no estaba equivocada con lo que veía.

Era una foto mía y de Tae junto a un parque, de alguno de los días que habíamos salido por ahí. Yo tenía la espalda apoyada en un árbol y el tenía su mano debajo de mi falda, llegando a la ingle. Le abrazaba y nos besábamos con pasión. La foto era nítida y no había lugar a dudas de que éramos nosotros. Había texto impreso alrededor de la imagen que leí con la boca seca.


"Zorra"                "¿Para esto tienes novio?"                 "Te dejas de meter mano por cualquiera"

                    "Puta"                       "Eres una fácil"                      "El juguete sexual del fuckboy"

"¿Con cuántos más lo haces"                 "¿Se puede pedir hora?"

                                                     "PUTA"                                                                "Sidosa"


Las palabras danzaron en mi cabeza y para cuando levanté la vista del papel no sé cuanto tiempo había pasado pero las había memorizado todas.

Noté mis ojos empañarse mientras miraba a Tae que era incapaz de sostenerme la mirada. Me fijé entonces en que Sana y los otros se hacían también a un lado y la pared que hasta ese momento habían ocultado mostró una cantidad ingente de las mismas fotos impresas a diferentes tamaños.

Había esquinas con celo de donde parecía que hubiesen arrancado algunas, aunque lo arrancado era la menor parte.

Quien hubiese hecho aquello se había asegurado de empapelar bien la universidad.

–Vamos –repitió Félix arrastrándome.

Quería decir algo, quería hablar con Tae, quería gritar... Pero nada salía de mí. Como si alguien hubiese horadado mi pecho y todo mi interior se hubiese vaciado por aquel agujero.

Solo sentía la presión física de mi mano cerrada sobre el insidioso papel y mis pies golpeando la superficie del suelo para seguir el ritmo que Félix les exigía. 

EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora