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 –¡¡Te parecerá bonito tu comportamiento de anoche!! –escuché gritar a mi madre asustándome tanto que casi me caigo de la cama.

Abrí los ojos confusa y la vi plantada en mi cuarto ya vestida y con mirada furiosa. Me incorporé un poco y miré la hora, aún faltaban veinte minutos para que me sonase el despertador para ir a la universidad.

–No sé de qué hablas. Estaba cansada y subí a dormir –respondí secamente mientras me levantaba y abría el armario para escoger la ropa de clase.

–Por el amor de Dios, la fiesta acababa de empezar. No sé ni para qué me molesto si solo eres una niñata malcriada que hace lo que... –empezó mi madre.

–Lo único que te molesta es no haber podido exhibirme ante tus invitados como a un poni en una feria –la atajé molesta.

–¡Esa fiesta era para ti! ¡Para tu bienvenida, y desapareciste apenas media hora después de que empezase!

–Si de verdad hubiese sido para mí habrías invitado a algún conocido mío –solté enfadada–. Admite que solo querías la oportunidad de cerrar nuevos negocios. Y ahora déjame, que tengo que prepararme para la universidad –agregué finalmente harta de la conversación.

No me di la vuelta en ningún momento. Sabía que mi madre quería seguir discutiendo pero para ella que yo fuese la alumna perfecta era lo más importante y nunca se arriesgaba a que llegase tarde no importaba el motivo. En una ocasión incluso me insistió para que fuese con treinta y nueve de fiebre a clase hasta que Lee la hizo entrar en razón.

Por suerte para mi salud mi madre casi siempre escucha a Lee, él siempre ha sido su ojito derecho. Aunque como a menudo suele recordarme él eso tampoco es ningún chollo porque le presiona casi más que a mí.

Escuché el sonido de sus tacones sobre el parqué mientras salía y por fin me quedé sola.

Me vestí y bajé a desayunar mientras no dejaba de dar vueltas en mi cabeza a lo que había pasado la noche anterior. No sabía como enfrentarme a Chris ni como le iba a explicar lo sucedido.

"¿Qué mierda se supone que debo hacer?" –pensé amargamente mientras daba vueltas con la cuchara en mi tazón del desayuno y veía a los cereales hundirse en la leche. Esos cereales tenían más suerte que yo.

–¡¡Por fin estás aquí!!

Lisa me abrazó con fuerza tanta fuerza que casi me asfixia. Mientras me retenía en ese cálido abrazo vi por encima de su hombro que Félix me sonreía justo detrás saludándome con la mano.

Félix y yo nos criamos juntos desde el jardín de infancia y a Lisa la conocí cuando teníamos doce años. Alegre y enérgica pronto nos hicimos inseparables. Ellos han estado siempre ahí en mis buenos y malos momentos, incluso en los dos años que estuve fuera nuestra amistad siguió creciendo. No hay nada aparte de Lee que agradezca más en el mundo que tener a esas dos cabras locas a mi lado.

–¡Que ganas tenía de veros! –dije mientras Lisa se separaba para mirarme con su amplia sonrisa.

–Pues no se nota, no me creo que hayas llegado ayer y haya tenido que esperar para verte en clase – señaló molesta.

Me reí ante su fingido enfado.

–Mi madre organizó una de sus maravillosas fiestas, ya sabes.

–Ahora entiendo que no estuviésemos invitados.

Me acerqué a Félix y le abracé también.

–Vamos anda, o llegaremos tarde.

De camino a clase les conté lo que había pasado la noche anterior y todas mis preocupaciones al respecto. Era un alivio poder compartirlo con alguien.

–No se lo cuentes –respondió Lisa inmediatamente con mucha seguridad.

–Cuéntaselo –dijo sin embargo Félix.

Se miraron tras responder a la vez opciones completamente opuestas.

–Venga Félix, ¿Qué necesidad hay? Chris se enfadará por culpa de un perturbado al que TN no va a volver a ver.

–Si le explica lo que pasó no se enfadará y si por lo que sea se entera de otra forma quedará raro que ella se lo haya ocultado y se convertirá en un problema.

Miré a uno y a otro alternativamente.

"Genial, así que sigo igual que antes, sin saber qué demonios hacer"

Lisa y Félix seguían discutiendo sobre ello cuando llegamos a nuestra clase y Félix se despidió de nosotras. Lisa al igual que yo, estudiaba traducción y teníamos todas las clases juntas pero Félix solo tenía algunas en común con nosotras porque hacía literatura.

Nuestra universidad impartía muchas carreras y había toda clase de alumnos. No siempre compartíamos asignaturas como ahora mismo, clase a la que iba con Lisa y no con Félix pero otras veces las clases eran comunes entre varias carreras, algo que yo consideraba una bendición porque nos permitía verle más. Además, los apuntes de Félix eran siempre los mejores de lo que yo recordaba de la secundaria.

O por lo menos consideraba esto una bendición hasta esa mañana.

Entré en clase y la mayoría de los pupitres estaban ocupados. Era una clase pequeña, unos veinticinco alumnos. Me dio por pensar que seguramente nos habían separado por apellido o algo así porque traducción inglesa era muy improbable que no tuviese más matriculados.

Me fui casi hasta la última fila donde al parecer sí quedaba algún hueco libre y me senté con Lisa.

Apenas había alcanzado a sacar un bolígrafo de mi bolsa cuando le vi entrar. Todas las chicas se giraban para mirarle y muchas de ellas ya flirteaban descaradamente con él.

No debían de saber a diferencia de mí que solo era un capullo arrogante. 

EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora